ESPEJOS DE LA REALIDAD
En Venezuela, como describe la periodista Mely Reyes, se ha vivido una situación en la que «se juntaron el hambre y las ganas de comer.» La crisis en el país ha llevado a sus ciudadanos a enfrentar innumerables dificultades: hiperinflación, pobreza, emigración masiva y olas de delincuencia. Sin embargo, a pesar de estos desafíos, el pueblo venezolano ha demostrado una cara de resiliencia y adaptabilidad.
La distribución de la renta petrolera, que ha sido una constante en Venezuela, ha dejado de ser suficiente para sostener al país, debido a la caída en los precios del petróleo y la corrupción sistémica. La falta de ingresos ha impulsado a la población a buscar nuevas formas de sobrevivir y prosperar en un entorno económico adverso.
Frente a una hiperinflación que alcanzó el 686% en 2023, y a pesar del estricto control gubernamental sobre las divisas, los venezolanos han optado por utilizar monedas extranjeras para mantener sus transacciones comerciales y asegurar su supervivencia diaria.
El contexto político de Venezuela añade otra capa de complejidad a la crisis. Nicolás Maduro, el líder autoritario del país y quien en redes sociales se ha apodado como “el hijo de Chávez”, ha logrado mantenerse en el poder tras unas elecciones que muchos consideran profundamente injustas y plagadas de irregularidades. En su último post de Instagram, acusa directamente al candidato presidencial de la oposición, Edmundo González Urrutia, y a la líder Corina Machado de: “ser cobardes y desestabilizar la situación del país”.
Aunque han pasado 11 años desde que Nicolás Maduro asumió la presidencia, la realidad es que su poder, así como su apariencia desgastada, se ha vuelto más frágil con el tiempo. A pesar de su considerable apoyo, la ciudadanía se muestra cada vez más desafiante. Desde policías que han decidido quitarse el uniforme y apoyar las marchas, hasta mujeres de 80 años que protestan contra la reelección de Maduro enfrentando gas lacrimógeno, la resistencia popular es palpable.
Como dice mi personaje favorito en la serie “La Casa del Dragón” que cada fin de semana me deja al borde de los nervios: “La idea de que controlamos a los dragones es una ilusión.»
De manera similar, la idea de que el poder puede ser controlado y mantenido por un solo individuo o régimen es una ilusión. Nada dura para siempre, por lo que siempre se puede desafiar la noción de un poder absoluto e inmutable.
Venezuela, en estos momentos, es un testimonio de que, a pesar del control y las ofensas impuestas, el poder real reside en la capacidad de una población para enfrentar la adversidad.