Ad image

El baldaquino de Bernini vuelve a relucir y revela sus secretos en las alturas vaticanas

Agencia EFE
2 Min de Lectura
Agencia EFE

El baldaquino levantado por el genial Gian Lorenzo Bernini en el centro de la basílica vaticana, sobre la sepultura de san Pedro, ha recobrado su brillo gracias a su primera restauración en 250 años y ha revelado, de paso, los restos “de vida cotidiana” que quedaron en sus alturas monumentales.

“Ha vuelto a ser el centro, el fulcro y la referencia de la basílica”, celebra el ingeniero Alberto Capitanucci, responsable técnico de la Fábrica de San Pedro, el ente que custodia el templo vaticano.

El baldaquino de Bernini es un imponente templete de 30 metros de altura apoyado en cuatro columnas salomónicas de bronce que el maestro barroco erigió en la primera mitad del siglo XVIII en el epicentro del Catolicismo, sobre el lugar exacto en el que, según la tradición, fue sepultado el apóstol san Pedro.

El monumento fue pensado como un gigantesco catafalco o telón de gran realismo, combinando las partes oscuras de bronce y cobre, que desde lejos parecen cuero, con bordes y otras figuras doradas en sus columnas, entre ángeles titánicos, hojas de laurel y abejas, símbolo de la dinastía Barberini, la del papa Urbano VIII.

Sin embargo, el paso inexorable del tiempo acabó oscureciendo bajo una gruesa capa de suciedad que ahora, por primera vez en 250 años, se ha limpiado en profundidad de cara al Jubileo de 2025.

Han sido nueve meses de trabajo en los que la estructura quedó oculta tras un andamio, para permitir a los técnicos encaramarse y dar lustre a sus figuras, pero que ya ha empezado a desmontarse.

La restauración solo se ha centrado en el aspecto “externo” del monumento.

“Podemos afirmar que no hemos encontrado patologías que requieran curaciones más incisivas de las que hemos llevado a cabo”, resumió Capitanucci.

Compartir esta nota