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El apapacho a los intelectuales

Dr. Cesar Garcia
4 Min de Lectura

AGENDA EDUCATIVA

El Contexto, 200 intelectuales firmaron una desplegado como crítica abierta a la candidata Claudia Sheinbaum y un llamado al voto a favor de la candidata Xóchitl Gálvez. La declaración, Héctor Aguilar Camín, uno de los firmantes, dijo que en este gobierno (el de AMLO) ya no apapacha a la comunidad intelectual cultural como antes. La réplica, AMLO aprovechó en la Mañanera siguiente (24 de mayo, 2024) para exponer que “el apapacho” significaba beneficios o dispendios generosos que se les daba a algunos intelectuales.

Derivado de lo anterior, cabe considerar algunos planteamientos: ¿A quiénes llamamos o identificamos como intelectuales? ¿Cuál es el papel de los intelectuales en la sociedad? ¿El intelectual debe declarar sus inclinaciones al voto e influir en éstas? 

Varios autores han reflexionado sobre los intelectuales en obras como “Los Cuadernos de la Cárcel” (de Gramsci), “Ensayos sociológicos sobre la religión” (Max Weber), “Los profesores como intelectuales” (Henry Giroux). 

Particularmente, Antonio Gramsci (1891-1937), filósofo marxista, decía que los intelectuales no eran seres puros, sino que nacían en contextos histórico-sociales específicos. Identificamos a los intelectuales por su función de pensar, criticar y a veces para dar consejos al rey, gobernante o tomador de decisión. También, ubicamos a los intelectuales por el bloque al que pertenecen (orgánicos y subalternos, según lenguaje de Gramsci) y las instituciones educativas donde se forman.

El filósofo italiano decía que, aunque todos somos intelectuales, en tanto todos tenemos la capacidad de pensar, no todos tenemos ese papel en la sociedad. Básicamente, en las sociedades modernas, los intelectuales son: especialistas o expertos en un área, ciencia o disciplina; asesores o consultores en la vida pública; comentaristas o periodistas, que emplean los medios de comunicación, y conforman la opinión pública; y, a veces, hasta académicos al estar enseñando a otras generaciones.

Como se puede ver, los intelectuales tienen características y funciones variadas. En los días que pasan, artistas, periodistas, líderes de opinión y académicos han entablado recientemente su opinión pública, declarando por quién van a votar para el próximo gobierno y han ofrecido una serie de razones. 

La tesis que sostengo aquí es que la declaración pública en los medios por quién votar, es de fondo y de forma un llamado a votar por X y Y, pero en ello hay un sesgo. Es decir, un componente de filias y fobias que en la política son un error porque las filias no nos permiten ver (el amor es ciego), como tampoco las fobias y las emociones exaltadas como el enojo y la rabia. 

La declaración sobre por quién votar implica un posicionamiento político y por tanto formar parte de una dicotomía de estar a favor o en contra. Pero, además, la declaración sobre por quién votar implica un alto compromiso ético. El problema del posicionamiento y el compromiso es que los intelectuales que están en este marco, pasan por alto que no se puede tener un posicionamiento y un compromiso con el poder. La función del intelectual, al menos aquel que está íntimamente relacionado con el mundo de la academia, más que aplaudir y alabar al poder, su compromiso ético es con la crítica, el análisis, el juicio y la verdad, independientemente de si el poder está en gobiernos de izquierda o derecha.

x@cesar_garcia131

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