PIDO LA PALABRA
Todos somos el resultado de nuestros actos, nuestro futuro está determinado por el pasado; pero lo más extraordinario de estos dos tiempos, es que en medio de ellos siempre tenemos a nuestro presente; pero vivir el presente es la parte más difícil de nuestra existencia, ubicarnos en la realidad a veces es lastimosa y preferimos cobijarnos con los buenos recuerdos; pero cuando nuestro presente es feliz, nos olvidamos que fueron las espinas las que influyeron en las delicias del momento que vivimos; jamás olvidemos que la paz viene después de la tormenta.
También, anhelamos que llegue el día siguiente, sobre todo los jóvenes cuya meta es comerse el mundo de un solo bocado; la ansiedad hace que sus días se hagan eternos, siempre llevan una cuenta regresiva para el día “D”, sus metas los hacen correr y aún con ello, sienten que no avanzan.
Esperan el día para ver a la novia o el novio; cuentan los días para su graduación profesional; la fecha de la final del fútbol; el día de su cumpleaños; cualquier situación fuera de lo ordinario hace que sus corazones latan y que el tiempo se haga lento.
Con calma y nos amanecemos, jóvenes, ese tiempo que hoy para ustedes parece estar detenido, es quien les enseñará que la vida debe disfrutarse poco a poco; que la ansiedad es solo un accidente del pasado y una expectativa del futuro que nos impide disfrutar el presente.
El mañana vendrá, con o sin nuestras prisas y ansiedades; entonces ya que no está en nuestras manos el control del tiempo, saquemos el mayor provecho posible al que estamos viviendo; pues de otra manera, cuando llegue ese mañana tan vehementemente esperado, no podremos disfrutarlo por haber perdido lastimosamente nuestro pasado.
En alguna parte escuché decir que el tiempo es un suspiro que no espera a nadie, y aún así, todos intentamos atraparlo, la ansiedad no nace del miedo al futuro ni del pesar del pasado, sino de la angustia de sentir que el ahora se nos escapa entre los dedos; vivir en el presente no es un regalo que se nos concede sin esfuerzo, es una conquista diaria, una lucha contra la prisa de lo que anhelamos y la sombra de lo que fue.
Y así, cuando la ansiedad nos arrebata el aliento, debemos recordar que no estamos solos en esa sensación, todos en algún momento hemos sentido el pecho oprimido por el deseo de estar ya en otro lugar, con otra gente, viviendo otra historia, pero incluso eso, ese deseo intenso de cambio, es una señal de que estamos vivos.
La ansiedad, aunque molesta y confusa, también es una voz interior que nos recuerda que algo dentro de nosotros quiere moverse, crecer, cambiar; el problema surge cuando nos dejamos dominar por ella, cuando nos impide ver lo hermoso que puede ser nuestro día, pues lo hemos ahogado con la oscuridad de nuestra depresión y ansiedad; lo sé y lo entiendo, tal vez por que al momento de escribir esta aportación, mi ansiedad guía mis palabras.
El arte de vivir está en hacer del presente un lugar habitable, acogedor y pleno. No se trata de ignorar los sueños o las metas, sino de saber que su valor radica también en el camino que nos lleva hacia ellas. Parafraseando a Machado en voz de Serrat, “Caminante no hay camino, se hace camino al andar”.
Las palabras se las lleva el viento, pero mi pensamiento escrito está.