PEDAZOS DE VIDA
Alguna vez soñó con tener el tráiler de plástico que su vecino siempre presumió, soñó con ser el chófer de un carro así de grande, recorrer los caminos de terracería que formaban con hileras de piedras y subir las montañas para cargar los palitos que cortaban de los arbustos que abundaban en el campo. Siempre quiso tener un juguete así, pero en su casa, una casa pobre, no era vista por los Reyes Magos quienes tampoco se preocupaban ya que ellos, “los reyes”, sus reyes… tampoco recibieron regalos en su infancia.
Ahora, todo era distinto, había ido a gastar los ahorros de un año en el tráiler más “mamalón” que encontró, con pila incluida, recargable, sin cables, con un control remoto que tenía buen alcance de maniobra, un tráiler no se parecía en nada al de madera que alguna vez su vecino presumió cuando eran niños, cuando no había forma de comprender el porqué los Reyes Magos se olvidaban de algunos niños.
Cargó con el regalo, y de paso, por intersección de su mujer, también compró un par de zapatos y unas playeras, de plano los dulces estaban prohibidos, porque al chamaco se le habían podrido los dientes de leche y ahora estaban esperando a que salieran los nuevos, para cuidarlos mejor, así que nada de dulces y más higiene, les había dicho el doctor.
La sorpresa estaba completa, ya quería que amaneciera para que el pequeño Kevin descubriera sus regalos, es la primera vez que los Reyes le entregarían un juguete, porque en años anteriores realmente no había un deseo concreto. Al amanecer, los gritos no se hicieron esperar, así que dejó que el pequeño se acercara a su cama para decirle que los Reyes Magos habían llegado, sin embargo esto no fue así, los gritos seguían en el otro cuarto que funcionaba de sala y comedor.
Al llegar, vio que el pequeño estaba pateando el regalo, definitivamente no quería un tráiler, el papá sintió esas mismas patadas en las entrañas de su recuerdo, mientras el Kevin cuestionaba la magia de los Reyes, criticaba el juguete y pateaba la caja. Quería algo distinto y su hijo también. Así que levantó el juguete y se puso a conducirlo, pronto el trailero que había enterrado en su niñez resurgió y con éste, las ganas de Kevin por jugar.