RETRATOS HABLADOS
Hemos intentado descubrir, prácticamente a lo largo de toda la historia del ser humano, una fórmula que permita arribar a una sociedad justa, plena de oportunidades para todos y, fundamentalmente, capaz de frenar lo que pareciera el instinto natural de transformar a una persona normal, en el peor enemigo de los otros.
El resultado siempre ha sido el mismo: no ha funcionado.
Pareciera la pesadilla de nunca acabar, en que cualquier intento de subir un peldaño en la escalera de la convivencia con características humanas, se convierte en una pelea animal, sin la saciedad que detiene por naturaleza al que no se alimenta hasta vomitar, ni lastima al prójimo por placer.
Nada ha funcionado, y mienten quienes afirmen, haya existido una época de bienestar real, sin que esto implique la opresión de los demás.
El mundo, la vida es injusta, porque ninguna fórmula ha resultado efectiva para cambiar las cosas. Lejos de ello, las ha empeorado.
Luego entonces pareciera que el destino manifiesto deberá cumplirse, y solo con alguna suerte de por medio, en la siguiente oportunidad, amaneceremos a la vida como los que dirán al final: ¡esto ha sido una belleza!
Y así, sucesivamente, con todas las vidas y condiciones por delante, todo el gozo o todo el sufrimiento para la otra.
En tanto, insistiremos en que el estado de las cosas es injusto, a partir del papel que tenemos en turno.
¡Si tan solo recordáramos!
Pero no ha sido nunca así, y qué bueno, porque de otro modo, todos desearían el gozo por convicción, el sufrimiento por querer vivir al límite.
Sin embargo, una lección que olvidamos con absoluta facilidad, es que nada funciona, nada funcionará, porque la ruleta de la suerte es real, y el consuelo que queda, es que somos de flaca memoria, y el tiempo nunca alcanza para saber si el cambio impulsado, funcionó o fue un fracaso.
Siempre resulta ser lo segundo.
Mil gracias, hasta mañana.
@JavierEPeralta