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Hidalgo
miércoles, noviembre 27, 2024

Para la alcaldesa de las pechugas empanizadas

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ESPEJOS DE LA REALIDAD

A la hora de la comida, Valentina, mi sobrina de 17 años, nos contó sobre su sueño, en el que estaba en un pueblo de nuggets y le decían que sería la nueva gobernadora del lugar. No pude evitar reírme, pensando en lo absurdo que sonaba y en lo graciosa que se imaginaba en ese papel. Luego, cambiando un poco de tema, nos contó que el momento en el que más feliz se ha sentido fue cuando fuimos de viaje a Los Cabos, donde las opciones de comida eran ilimitadas y, como no podía faltar, los ciudadanos de su pueblo de nuggets siempre estaban en la mesa, acompañados de papas a la francesa.

Mientras intento escribir esto, Bubú —como le digo yo— se pone a hacer voces chistosas y mueve la cara como si fuera Wybie, el personaje de Coraline, que siempre me ha dado un poco de miedo. Le pido que me deje trabajar, que este texto no se puede escribir únicamente con carcajadas, que necesito un poco de espacio para seguir. Pensándolo bien, no existen los espacios con ella. Existe una diferencia de 10 años, pero cuando estamos juntas, las líneas se borran y nos hablamos en un idioma que no existe. Como cuando se prepara para hacer algún tipo de baile y, sin música, ya sé en qué canción está pensando, o cuando se prepara para hacer la voz chillante del camarón de “El Espantatiburones”. Nos conocemos todos los días, incluso hay momentos donde la que despertó no es la misma de la tarde. Aún con enojos, sabemos que solo será cuestión de horas para que alguien se anime a disculparse y recordemos que, después de todo, el amor cambia y, al mismo tiempo, se reinventa.

Seguramente, lo que a esa edad me preocupaba, ahora le sucede a ella: ¿el futuro? ¿la universidad? ¿el amor? ¿la existencia? ¿Sentir que no sientes nada, o sentir que sientes todo? Lo decía bien Sylvia Plath: “No sé lo que es no tener emociones profundas. Incluso cuando no siento nada, lo siento completamente”. Déjame decirte, Vale, que aún no encuentro la respuesta para todas esas preguntas que siguen surgiendo. Y la vida es eso, un manantial de preguntas, de crisis, de horizontalidades y verticalidades. No existen verdades absolutas, pero sí redes y espacios de confianza donde encuentras a personas en las que te puedes sostener y puedes sostenerlas al mismo tiempo.

Estoy segura de que te sabes de memoria el discurso del padre a Elio, pero sé que queda muy bien para alguien que en este momento tiene la misma edad que el personaje principal de Call Me by Your Name: “Cuando menos te lo esperas, la naturaleza tiene formas astutas de encontrar nuestro punto más débil. Sólo recuerda que estoy aquí (…) Nos arrancamos tanto de nosotros mismos para curarnos de las cosas más rápido (…) Pero fingir que no sientes nada solo para dejar de sufrir ¡qué desperdicio! (…) En este momento, hay tristeza, dolor; no lo mates, y con él, la alegría que has sentido.”

Me emociona conocerte todos los días, verte crecer y crecer contigo. Te amo con todo lo que soy y lo que aún no soy, que en cada paso recuerdes que eres raíz y viento, que todo aquello que sueñes merece ser vivido con la intensidad de quien sabe que la vida es efímera, pero el amor, eterno.

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