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“Yo mero”, candidato de la unidad priísta

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AMBIENTE Y FIESTA EN EL TRICOLOR
    •    Ante más de 18 mil delegados, José Antonio Meade fue ratificado como candidato del PRI a la presidencia de la república


Mañana de domingo en la Ciudad de México. Aunque, en teoría, la circulación por las principales arterias en estos días es tranquila, en la zona cercana a la Ciudad Deportiva se forma una aglomeración típica de cualquier día en la capital, y transeúntes hacen procesión en las aceras, todos vestidos de playeras rojas, algunos con gorras vistosas con el hashtag de moda: “Yo Mero”.
Entrando al Foro Sol, donde se realizaría toda la ceremonia típica de un ambiente partidista, animadores e imitadores instaban al público presente a bailar y a celebrar porque la hora de la verdad había llegado: el momento en que definirían a José Antonio Meade como el único y verdadero candidato de la unidad priísta, del que se jactaban tener lo necesario para conducir este país.
Al grito unísono de “¡Pepe presidente!”, el precandidato priísta, acompañado de su inseparable esposa Juana Cuevas, el dirigente nacional del partido, Enrique Ochoa, y los miembros del consejo electivo hicieron su arribo al templete, y Meade se arropaba de los militantes y simpatizantes, con quiénes extendía la mano conforme desfilaba, y se daba tiempo de tomarse fotografías.
Silencio, uno de los líderes y miembros del consejo pregunto hacia los presentes: “¿Quién vota a favor de la ratificación de Meade como candidato presidencial?”, y de las gradas, más de 18 mil almas levantaban la mano derecha, finalizando con una votación “unánime y contundente” la unción del único candidato. La gente estalló en júbilo.
Cuando Meade tomó el micrófono para pronunciar su primer discurso, ya como candidato, la multitud aguardó expectante su mensaje; hablaba de haber recorrido el país escuchando las necesidades del pueblo, hablaba de tener el compromiso y la habilidad para conducir un país, hablaba de combatir a uno de los males que más ha aquejado a la nación por años: la corrupción. Hablaba, hasta de su amor hacia su esposa.
Por ocasiones los tronidos de los tambores interrumpían el discurso, acompañados de gritos como “¡Pepe, amigo, el pueblo está contigo!”, “¡vamos a ganar!”, “¡yo mero estoy con Meade!”. Al final, lanzó un grito, el característico de los mítines priístas: “¡viva el PRI, viva México!”.
Y así como llegaron en la mañana, el Foro Sol se fue vaciando de una forma vertiginosa, dejando a su paso un ejército de limpiadores tratando de eliminar todo el desperdicio que la fiesta tricolor había dejado. Solo la comitiva de Hidalgo, fue la única que siguió celebrando, a pesar que el recinto ya se encontraba vacío.