FAMILIA POLÍTICA
Yasmín Esquivel Mossa no pierde la sonrisa amable y solidaria, lo mismo en una sala de La Sorbona de París, que en el humilde tejado de mi casa en San Juan Solís, al corear la letra de un huapango hidalguense o una canción de María Greever, bajo la amistosa voz y la guitarra del Doctor Pedro Crespo.
“El éxito en la vida no se mide por lo que logras,
sino por los obstáculos que superas”
Anónimo.
Seguramente el nombre que encabeza este artículo, poco dirá a quienes semana tras semana me distinguen con su lectura y tal vez menos a quienes lo hacen de manera ocasional. Ella es, desde el pasado martes 12, la nueva Ministra electa de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, por decisión del Senado de la República, a propuesta, en terna, del titular del Poder Ejecutivo Federal. Será, sin duda, digna sucesora de la jurista chiapaneca Margarita Beatriz Luna Ramos.
El proceso de selección se dio de manera sui géneris, como la etapa que vive México a cien días de que tomó posesión el Presidente de la República, quién la ganó después de tres intentos sexenales.
Yasmín Esquivel Mossa es una jurista oriunda de la Ciudad de México. Obtuvo la licenciatura en la UNAM y sendos doctorados en Derecho por la Universidad Anahuac y por la Complutense de Madrid. Como funcionaria se inició en la Subdelegación Jurídica y de Gobierno, en la hoy Alcaldía de Coyoacán; trabajó en la Procuraduría General de Justicia del entonces Distrito Federal; en el Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores, así como en los tribunales agrarios (en donde coincidió con el actual Secretario General de Gobierno del Estado de Hidalgo, Simón Vargas Aguilar).
En fin, después de su histórico advenimiento al seno del máximo tribunal mexicano, seguramente surgirá más de un biógrafo que, con detalle, investigará y consignará uno a uno los logros de su vida biográfica. El propósito de estas letras es resaltar la figura de un ser humano de grandes dimensiones; de una mujer excepcional. Quede claro: no siento rubor alguno al dirigirme a ella en términos elogiosos, por varias razones: la primera, como Magistrado en Retiro, estoy más allá del bien y del mal en cuanto a cualquier aspiración política o profesional en el campo de la judicatura. Segunda, Yasmín me distingue con su amistad desde hace varios años. Antes de que hubiera indicios de lo que ahora aconteció, pronostiqué: “Te veo en la Suprema Corte, como Ministra” le dije: afortunadamente no me equivoqué.
Durante el tiempo que estuve en la Presidencia del Tribunal Fiscal Administrativo y después como Magistrado de Sala, tuve (y tengo) el honor de formar parte de la Asociación de Magistrados de Tribunales de Justicia Administrativa de los Estados Unidos Mexicanos, mi sentido de pertenencia se fortalece día con día por la solidaridad entre sus miembros, de todos los estados de la República. La comunicación constante ayuda a visualizar, desde diferentes perspectivas, las razonables dudas que surgen en el desempeño cotidiano del juzgador en esta apasionante rama del derecho público; nutre la profesionalización y estimula la inquietud académica.
En este contexto, la vida me permitió conocer y tratar a varios de los monstruos sagrados del Derecho Administrativo nacional y extranjero, como el Doctor Jorge Fernández Ruiz, mexicano; el costarricense Enrique Rojas Franco y el argentino Agustín Gordillo, entre otros. También, año con año tuve el privilegio de asistir a congresos nacionales e internacionales, a gozar de la hospitalidad de los colegas y gobernantes locales quienes, generosamente, nos recibieron con fraternal afecto. Mediante conferencias magistrales, paneles, simposios y otras expresiones didácticas, analizamos en el más alto ambiente académico y con sincero interés en la práctica profesional, los temas más interesantes de la materia. También, se me dio la oportunidad de viajar a países como Argentina, Costa Rica, Italia, Francia… (desde luego, pagando mis propios gastos) en el afán de una mayor y mejor profesionalización.
Varios compañeros magistrados, de diferentes estados, asumieron la Presidencia de la AMTCAEUM; para todos ellos, mis respetos.
El punto culminante, hasta ahora, llegó con la segunda presidencia de Yasmín Esquivel Mossa, a una organización cada día más fuerte, por la creación de nuevos tribunales y el crecimiento de los ya existentes. Gracias a su don de gente, a su liderazgo natural, a su conocimiento del Derecho Administrativo, a su discurso claridoso (a veces agresivo), los miembros de la asociación no podemos menos que admirar a esta mujer singular.
Ella tiene para cada uno la palabra adecuada, el comentario preciso en materia profesional; el respaldo decidido ante las diferentes situaciones de conflicto en las entidades federativas… Yasmín Esquivel Mossa no pierde la sonrisa amable y solidaria, lo mismo en una sala de La Sorbona de París, que en el humilde tejado de mi casa en San Juan Solís, al corear la letra de un huapango hidalguense o una canción de María Greever, bajo la amistosa voz y la guitarra del Doctor Pedro Crespo.
El proceso de su aprobación en la Cámara de Senadores, exigía mayoría calificada (dos terceras partes de los individuos presentes). Se requirió de una segunda vuelta para construirla. Las reprobaciones a priori; los prejuicios y pseudo argumentos para deslegitimar a toda la terna, no prosperaron; finalmente la razón se impuso. Quienes conocemos a Yasmín, sabemos que su ética y profesionalismo están por encima de cualquier conflicto de interés y que, si llegara el momento, lo sabrá resolver con la contundencia que le da su conocimiento del Derecho y con la elegancia que le otorga su condición de mujer, de dama fina.