PEDAZOS DE VIDA
El día que me vaya, sabrás que me he ido, porque el frío que sentirá tu cuerpo no será el mismo que momentáneamente ha sentido cada vez que nos hemos dicho adiós; cada una de esas veces en que en nuestras miradas se dibujaba el deseo de regresar, incluso sin habernos ido.
El día que me vaya, mi cuerpo se quedará con el calor que no te dejaré y tus ojos sabrán que será inútil llorar, porqué no estaremos, si no que cada quién estará por su lado.
Y entonces el reloj marcará en vano cada hora que nos vimos, la renovación se llamará intento de olvido, pero en verdad será la superación de lo que ambos creímos que sería y no fue, en ese momento sabremos que nos hemos ido, que ya no hay más de qué hablar, que las palabras que se quedaron en la cama se deslavaron con las manchas de la sábana y la almohada donde dejaste tus genes y células muertas.
De nada servirá quedarse con tabiques que hayan sobrevivido a la demolición, de nada servirán las canciones en tu muro de Facebook ni la lectura de los mensajes en el celular, el día que me vaya borraré todo, aunque de mi memoria no pueda, y el orgullo me dará alimento para no morir por ti, por lo que creí de ti y por lo que resultaste ser, el día que me vaya, nos iremos, porque de nada servirá que uno de los dos se quede.
El día que me vaya, sabrás que me he ido porque ni la promesa de un beso me hará volver, la ausencia de tus brazos, y la desolación que sienta se convertirán en orgullo que me permita continuar, y entonces te darás cuenta que todo está perdido, que todo ha terminado, y en ese momento, aunque aquí duela, todo habrá terminado y sabrás que ya me he ido… cómo yo supe que alguien más en su momento se fue.
Entonces dejé a un lado la carta, llegué hasta las sábanas rosas en donde mi cabeza se perdió entre tus cabellos cada noche; sepultado entre tu carne, la misma que me arropó hace tiempo cuando la melancolía nos unió en la sopa de letras y la ensalada de lechuga.
En mi mente, el recuerdo de la forma en que el destino se burló de nosotros y la vida nos puso frente a frente, comienza a surgir entre tumbas de silencios, las imágenes que se convierten en verdugos.
“Así llegué de nuevo hasta ti en una noche que no fue nada común antes de que aquella canción volviera a hacer de las suyas; antes de que nuevamente se fusionaran nuestros labios en deseo; la soledad desaparece en la misma brevedad de la noche; y antes de que se nublen los ojos y digamos hasta nunca, el brillo en las miradas anuncia un hasta pronto”.
Y al despertar, sólo esa maldita carta en el sobre de soledad, papel y tinta que advierten que ya no estás, y ahora sé que no volverás…