RELATOS DE VIDA
Ya creció, y Rosita, la madre de José se da cuenta; y no porque esté a punto de alcanzar una ilusión predestinada sólo para adultos, sino porque su voz ya no es infantil, ahora transmite fuerza aunque con un tono de sensibilidad.
Ya creció, y trata de entenderlo porque ahora se da cuenta que sus gustos han cambiado, su cuarto ha sido transformado, aquel espacio que tenía cajas que vomitaban juguetes y los dibujos abstractos con gama de colores plasmados en las paredes se han ido, quedando en sustitución repisas repletas de libros, fotografías y trofeos.
Ya creció, y se pregunta en qué momento pasó, pues ya que lo analiza ya no se resguarda detrás de su falda o busca dormir en su cama cuando se encuentra asustado o enojado; sencillamente se encierra en su aposento y escucha música para calmar sus sentimientos.
Ya creció, y lo observa al momento de colocar su ropa en el armario, ya no dobla playeras con estampados de personajes de caricaturas o superhéroes; por el contrario coloca camisas y pantalones perfectamente planchados.
Ya creció, y no quiere darse cuenta, pero las evasivas de acompañarla a fiestas familiares porque tiene compromisos con amigos, compañeros de trabajo y su actual pareja la orillan a que acepte el cambio.
Ya creció, y lo nota al momento de entrar a su baño individual, porque en su mente aún se encontraba el recuerdo de una pasta dental sabor chicle, un cepillo de dientes de Spider-Man, un banquito de tortuga que le permitía alcanzar el lavabo y una bata para después de la ducha con impresos de los Vengadores; y ahora hay una pasta sabor menta, un cepillo de cerdas duras, espuma para afeitar, un rastrillo, colonia, y sólo una toalla.
Ya creció y se le revuelven las entrañas porque la primera imagen de su pequeño, es de un ser indefenso, desnudo, color rosado, con un poco de cebo sobre su cabello, llorando en petición de comida y con un olor entre agrio y dulce.
Ahora la fragancia es cítrica y varonil; misma con la que conquistó a su pareja, la misma que en estos momentos esparce por todo su cuerpo como parte de la preparación para salir rumbo al altar; mientras Rosita lo observa orgullosa y lo persigna con melancolía aceptando que ya creció.