Home Nuestra Palabra Miguel Rosales Y ahora… ¿Cuál será el discurso?

Y ahora… ¿Cuál será el discurso?

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Y ahora… ¿Cuál será el discurso?

Pido la palabra

Con tantos intereses disfrazados, con tanta mediocridad, con tanta desfachatez que envuelve al medio político, me pregunto: ¿cuál será el discurso? Sí, cuál será el discurso que pretenda revertir esa espiral de enfriamiento de ánimos; cuál será el discurso que convenza de que ahora sí se luchará por el pueblo; cuál será el discurso que logre que la gente regrese a las urnas en las próximas elecciones del 2024.

¿Acaso se seguirá utilizando la misma estrategia de prometer cuando es probable que haya quién prometa y aunque lo firme crea que no está obligado a cumplir?; ¿tal vez se optará por la misma estrategia de golpear al de enfrente, insinuando que el denunciante es el único santo que no tiene un pasado tenebroso?, en este último caso, se convertirán en golpeadores para matizar lo agarrotado de sus propios discursos.

Ya estamos a la vuelta de la esquina de la fecha marcada para el proceso electoral, las y los candidatos simulados ya comenzaron su carrera al estrellato, solo uno no se estrellará, y otros, ni siquiera podrán salir del arrancadero; los lemas y las consignas rimadas no cambiarán mucho, al final, estos son rituales que forman parte de nuestra idiosincrasia política; pero lo realmente importante es hasta dónde llegará la oferta de este proceso, ¿convencerá por su sinceridad estudiada, o exacerbará lo ánimos por su cinismo superlativo?

Lo mejor en estos casos es no dejarnos llevar por el discurso, tanto como por las trayectorias; fijemos nuestra vista en aquellos que en tiempos no electorales estuvieron cerca del pueblo; sí, entiendo que va a ser sumamente difícil la tarea, pues en su gran mayoría, la sociedad no está acostumbrada a darle seguimiento a los aconteceres políticos, eso sin contar que en muchos casos los nombres de los candidatos solo suenan en periodos electorales y la mente olvida sus buenas o malas acciones con un buen photoshop, y a veces solo recordamos a aquellos que tal vez en su estrategia futurista formaron sus asociaciones “humanitarias y apartidistas” para regalar lo que sea en sus campañas anticipadas.

El recorrer de las calles se hace inevitable, tomarse la fotografía con el candidato es el sueño de muchos, y de ello se aprovechan los efímeros redentores de la sociedad, sí efímeros, pues muchos de ellos jamás se acordaron del pueblo sino hasta el momento en que su Partido los postuló para la “silla grande”, cuando en algunos casos su nombramiento fue producto de un largo pataleo debajo de la mesa y no tanto por sus méritos políticos; ya lo estaremos viendo con el “fuego amigo” que en la política a la mexicana se ha vuelto una constante; se dice que la dedocracia ya no existe, pero huele a que está más viva que nunca.

Por esa razón, como ciudadanos debemos tener la cabeza bien fría y el corazón bien caliente, la política es pasión, pero también estrategia; palabra por palabra analicemos lo que puede haber detrás de la cortina, pues no sea que en los juegos de palabras de los candidatos se encuentre su antídoto para deslindarse de los compromisos, ya ven que para ganar se promete quitar lo que afecta a la ciudadanía y al final hasta terminan defendiéndolo y no quitan nada.

El día D ya está muy cerca, y la guerra de encuestas se hará evidente, pero el ciudadano de a pie no necesita guiarse en encuestas cuchareadas, pues no olvidemos que las encuestas son de quienes las pagan; el pueblo siente la inclinación y por ello, tradicionalmente, a través de programas sociales se busca inclinar el piso hacia determinado candidato; ojalá algún día el asistencialismo ya no interfiera en la democracia.

Las palabras se las lleva el viento, pero mi pensamiento escrito está.