RELATOS DE VIDA
• ¡Wacala! Esto no me gusta, ya sabes que esto me da asco – Gritó el pequeño, en tanto empujaba el plato de sopa con verduras.
• Mi amor, te lo tienes que comer, esta sopita te ayudará mentalmente y también físicamente, para la escuela y para el entrenamiento – replicó la madre en tono amigable.
• Eso no es cierto, yo leí en internet que lo que debo de comer es carne, esa comida trae proteínas – contestó el niño.
• En parte es cierto que la carne te ayuda, pero debes incluir en esa comida las vitaminas que contienen las verduras – explicó la mamá.
• Pues no me importa, yo quiero carne, no las verduras, ni tu sopita – exclamó el pequeño.
La madre, ya enfadada por la actitud retadora de su hijo, buscó en su celular imágenes de pequeños de África, con alto grado de desnutrición, buscando entre la basura algo que comer y lo mostró a su progenitor.
• Mira, fíjate bien en estos niños, con moscas a su alrededor, tienen hambre y lo que tu rechazas seguro que ellos lo comerían sin quejas – comentó la mujer.
El niño, casi adolescente se quedó mudo, alguna vez por las mismas redes sociales llegó a ver algunas de esas fotografías, pero jamás se detuvo a leer el artículo que informaba de la cantidad de infantes que vivían en condiciones deplorables, pidiendo por un milagro, más bien por un buen plato de comida diario.
Se quedó por un buen tiempo en silencio y recordó a un compañero de entrenamiento, que acudía con el tenis roto y que una vez sufrió un desmayo por la falta de alimentación; sin más remilgos acercó su plato, comió todo y se fue a su cuarto.
Al día siguiente pidió a su mamá le hiciera unas tortas extras para llevar a la hora de su adiestramiento deportivo. Por la tarde, después del ejercicio el niño se acercó a su madre, la abrazó y le dijo al oído: – Discúlpame mami por no ser agradecido con lo que me das, y te doy las gracias también por mi compañero, me dijo que las tortas estuvieron muy ricas, y su cara de satisfacción jamás la olvidaré, tuvo una comida extra para aguantar el entrenamiento.