HOMO POLITICUS
En el sistema electoral mexicano los votos nulos no tienen un valor cuántico dentro de una elección, son una figura de ornato que, ahora, ha cobrado relevancia bajo un debate situado en dos premisas:
Primero. Los grupos que invitan a la ciudadanía a anular el voto (tendencia anulista), señalan que esto impugnará a la ineficiencia histórica de la clase política y la partidocracia ante respuestas nulas de concreción en la satisfacción de las demandas ciudadanas; cuestión, que se afianza en la idea de una clase política ilegitima.
Segundo. Existen un grupos ciudadanos en contra de la tendencia anulista, (estrategia activista),que consideran que no ejercer el voto en favor de una formula política implica anular la posibilidad de incidir en el ejercicio de gobierno y, si la realidad social ya es difícil, ¿Qué pasaría de no votar?
La estrategia anulista, obedece a una conciencia política fundada en la sobrada desconfianza en las instituciones y estructuras políticas que hoy nos rigen, su fundamento es verdad plena, pero el camino que ha elegido es erróneo, porque anular el voto en un sistema electoral donde ello no tiene un valor cuántico, no impugnará a la clase política impactando en los resultados de la elección; como tampoco esta impugnación servirá para apelar a la consciencia de los políticos, si eso fuera posible, no existiría ni la corrupción ni la impunidad y viviríamos en un país donde la ciudadanía confiaría en sus representantes.
La estrategia de activista, que refrenda que votar incidirá en el ejercicio de gobierno es la correcta pero es limitada, porque en términos estrictos, la respuesta de la clase política a la ciudadanía y sus necesidades, ha sido y es precaria, aunado al empoderamiento de elite de esta clase que protege sus privilegios. Empero, sigue siendo una oportunidad siempre y cuando el activismo ciudadano no cese en cuanto termine el proceso electoral, mientras se mantengan custodiando y demandando transparencia y cumplimiento desde la rendición de cuentas de la clase política.
La estrategia activista debe servir para impugnar cuando exista una actuación ineficiente e insuficiente de la clase política, cada día del año, a cada momento, sin perder de perspectiva el cumplimiento de planes y programas, políticas de Estado, políticas públicas y el voto programático de las plataformas electorales, este es el inicio de un voto por la ciudadanía.