El camposanto cerró a las 5
• La entrada principal cerró su paso a los vehículos, sin embargo, cada minuto decenas de personas entraban y salían, con flores, palas, picos, cubetas chicas y grandes
El cielo amaneció nublado el 2 de noviembre, día en que según las tradiciones mexicanas, regresan los difuntos que fallecieron mientras eran adultos. Sin importan el frío o el calor, cientos de personas visitaron el Panteón Municipal de Pachuca para llenar de flores las tumbas de sus seres queridos que ya no están.
Antes de entrar, se observan a decenas de personas tanto de pie como en automóviles; unas formadas para comprar flores, otras tantas, dentro de sus carros en la fila para acceder al panteón. Pero todas con el propósito de colorear de naranja y morado el cementerio con las flores de cempasúchil y diente de león y algunas otras con flores más comunes, pero en las que predomina el color blanco también.
Lo primero en escucharse es el sonido de las marimbas, donde el repertorio incluye desde “Amor Eterno” hasta “La del Moño Colorado”, con el fin de que las familias les lleven música a sus difuntos. Al entrar, en la fachada dos letreros fosforescentes, verde y naranja anuncian los horarios del cementerio, “horario del panteón del 1 al 3 de noviembre, de 7 am a 5 pm”.
La entrada principal cerró su paso a los vehículos, sin embargo, cada minuto decenas de personas entraban y salían, con flores, palas, picos, cubetas chicas y grandes desfilaron por el arco de cempasúchil, plantado por la presidencia municipal de Pachuca.
Al continuar con el paso, personas que ofrecen los servicios de llevar agua a las tumbas, algunas con una balanza improvisada y otras, con un triciclo se acercan a los visitantes, con la pregunta: “¿le llevo agua?”.
Más adelante, el sonido de otros marimberos, algunos tríos huastecos y bandas de viento, sonaban en las tumbas, así como bocinas con sones huastecos, el mariachi. “Cruz de Olvido” se escuchó en más de tres tumbas alrededor, pero todas las personas, con la alegría de recordar a los que más quisieron.
El frío calaba, pero la calidez de la reunión familiar predominó, porque los rostros de las personas no tenían semblante triste, sino de aquella esperanza de alguna vez volver a ver a sus seres queridos.
La comida no faltó, pues a los visitantes poco les importa el polvo que hay en el panteón, ya que aseguraron, es un día para convivir con toda la familia, además de que algunos utilizaron las tumbas como mesa y aprovecharon el momento para compartir los platillos que llevaron.
La parte religiosa no podía quedarse atrás, en la denominada rotonda, donde se encuentran los restos de personajes históricos como Felipe Ángeles, establecieron una capilla, donde los sacerdotes católicos, acudieron a realizar una misa en honor a los fieles difuntos.