Violaciones en CU

HOMO POLITICUS
UNAM es la máxima casa de estudios de México, ello es innegable y su vanguardia sigue enorgulleciendo a los que estudiamos en ella

Recuerdo mis mañanas frías en la Facultad de Ciencias Políticas ingresando a las salas de clase, donde se respiraba ese sabor al conocimiento que se convertía en debate abierto, en batallas ideológicas y en premisa de vida.
 
UNAM es la máxima casa de estudios de México, ello es innegable y su vanguardia sigue enorgulleciendo a los que estudiamos en ella.
 
Lamentablemente en los últimos meses, se han dado una serie de violaciones a estudiantes en CU, esto es inadmisible y no puede continuar, por lo que las autoridades universitarias deben tomar cartas en el asunto unidas al gobierno de la Ciudad de México.
 
Todos los que hemos pisado CU, sabemos que la vigilancia es más un ritual que una condición efectiva; también sabemos que debido a la racionalidad y lógicas universitarias no se hace mal uso de instalaciones y que la cordura suele primar entre los estudiantes, académicos y administrativos, pero que por constituir un espacio público cualquiera puede acceder a él, lo cual no es indebido pero pone en la antesala del peligro a los universitarios.
 
Las violaciones que se han sucedido ponen al descubierto no sólo que la universidad es vulnerable sino que la realidad que vive el país amerita transformar las lógicas de seguridad en CU y en el resto de sus planteles; implica que el rector tome en sus manos este delicado momento y que hayan medidas que trasciendan a la comunidad.
 
De igual manera, las medidas de seguridad deben ir acompañadas con un replanteamiento de las conductas y cultura de los estudiantes y de los miembros de la comunidad universitaria, ello implica difundir desde las aulas nuevos protocolos y formas de asistencia a la comunidad, cuestión que no puede esperar.
 
Es doloroso que la comunidad universitaria se encuentre siendo agredida, pero es igualmente doloroso apreciar que el país se encuentre siendo agredido, que el ciudadano no encuentre una verdadera defensa de sus autoridades para poder recuperar lo poco que queda del orden civilizatorio por el cual hemos apostado y que hoy se debate entre la mezquindad y la barbarie.

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