PEDAZOS DE VIDA

Al igual que con su llegada, su partida estuvo acompañada del viento; un viento que para todos hubiera sido igual pero que para ella era completamente diferente al que acarició su frente cuando se bajó el autobús para seguir el camino en una mula hacia la escuela rural, así fue su llegada, con la incertidumbre de la situación a la que debería enfrentarse, con el reto de luchar contra la ignorancia y quién sabe qué más situaciones en aquel pueblo de escasos 900 habitantes. 

Y ahora con el viento de la tempestad, su maleta de impotencia y frustración se hacía más pesada, su caminar más lento, como sin querer irse pero sin remedio para quedarse, fueron 12 años en los que los niños se hicieron hombres, y aunque pudieron aprender no pudieron continuar. 

Allá la realidad los alcanza y sepulta sus sueños con remolinos de trabajo, no hay esperanza para los hombres y mucho menos para las mujeres,  el campo es vida y también la muerte para aquellos que se niegan a aprender y viven oprimidos por el cacique abusa, sin medida ni reserva. 

Dos veces intentaron matarla, y la tercera ya no habría fallo, la misma gente agradecida le dijo que mejor se fuera. No hay en donde la misma familia que oprime es la que gobierna disfrazada de iguales queriendo aparentar que también forman parte de la miseria y el intento de desarrollo. 

Sube al autobús y en la lejanía mira como la nube de polvo es constante ante el paso del camión, va derrotada pero no vencida, sus ojos brillan, sus labios sonríen, sabe que va a regresar, de un momento a otro, el panorama cambia, si eligió ser maestra, maestra será y no tardará en regresar.