¿A quién le conviene la violencia?, ¿quién está detrás de los recientes acontecimientos que están causando inestabilidad social en nuestro País? Al paso de los años he aprendido que la verdadera democracia se debe dar en un armonioso equilibrio entre la libertad y el orden y que cualquiera de los extremos llevados a su máxima expresión siempre será perjudicial, es decir, el exceso de orden se convierte en dictadura y el exceso de libertad nos lleva primero al libertinaje y concluye en la anarquía.
En México vivimos en un estado de derecho, con leyes que si bien es cierto muchas de ellas no responden a las necesidades de la sociedad, también lo es el hecho de que contamos con un sistema legislativo que nos permite crear a través de nuestros representantes todas aquellas leyes que beneficien a las mayorías, dentro de un clima de tranquilidad que el país necesita y por el que muchos dieron su vida. Decía Marco Tulio Cicerón en uno de sus discursos: “…existen leyes buenas y leyes malas; las leyes buenas obedécelas, y las leyes malas también obedécelas pero lucha con todas tus fuerzas para cambiarlas”.
En nuestro País la misma ley nos permite y señala el procedimiento para acceder a la forma de gobierno que decida la mayoría, y crear, modificar o derogar sus leyes si así conviene a la misma sociedad, sin necesidad de machetes o amenazas de alerta roja.
Por ello veo con preocupación que este estado de derecho esté siendo violentado por intereses manipuladores; lo que al principio comenzó como una auténtica manifestación de inconformidad social en contra del alza al precio de la gasolina, se ha transformado en una lucha intestina para valorar lo justo o injusto de la rapiña; el movimiento se ha desvirtuado.
Reflexionemos sobre lo que está pasando y nos daremos cuenta que todo esto es solo el resultado de nuestra inconsciencia política, esa misma inconsciencia que nos ha llevado a aceptar chalecos o gorras con la imagen de los que después nos dan la espalda con sus acciones y que, no obstante ello, los seguimos apapachando como nuestros salvadores.
Viendo hacia adelante qué les quiero decir, que en nuestras manos está cambiar la situación imperante si miramos a los derechos fundamentales expresados en la Constitución; ¿Cómo?, exigiéndole a quienes nos representan que hagan lo que le conviene al pueblo y no a la casta sagrada de los políticos, a través de una legítima manifestación de nuestra inconformidad salvaguardada por nuestra Carta Magna, pero cuidándonos de no transgredir los límites establecidos en el mismo documento social; si los diputados y senadores o el Ejecutivo deciden no apoyar, cambiémoslos, integrando a nuestras leyes el principio de revocación de mandato; hagamos valer lo establecido en el artículo 39 de la Constitución: “La soberanía nacional reside esencial y originariamente en el pueblo. Todo poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste. El pueblo tiene en todo tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno.”
Dice el Presidente que los Partidos pretenden sacar provecho de la situación, y a sabiendas de que ello no es un extraordinario descubrimiento, la verdad es que cada posición política está cuidando sus intereses que no son los del pueblo; por ello pregunto, ¿Dónde estaban aquellos que hoy dicen ofenderse por el alza a la gasolina? Algunos de ellos apoyando la iniciativa mediante la estrategia dormilona de los levantadedos; otros, fingiéndose enfermos y desapareciendo momentáneamente para no verse involucrados y después cobardemente sacar la cabeza cuando todo ha terminado.
En el camino nos seguiremos encontrando a quienes con el mayor cinismo y sin mostrar ningún escrúpulo se erigirán como los protectores del pueblo, ¿quién les dio ese derecho?, ¿a qué intereses sirven?, pero también ¿a quién beneficia la violencia social?, muchas interrogantes que dejan al ciudadano en la incertidumbre y en un estado total de indefensión que lo hacen presa fácil de ese pescador que ya está al acecho ante lo revuelto del río. Este conato de hervidero social tiene una causa y no creo que sea la del pueblo.
De este estado de cosas todos tenemos un poco de culpa, incluyendo a la sociedad misma, pues aunque se diga hasta el cansancio que el pueblo no se equivoca, creo que la mayor equivocación es no definir nuestra postura en las urnas permitiendo que una minoría decida por nosotros, o lo que es peor, que lleguen aquellos Mesías que sintiéndose poseedores de la verdad absoluta quieran interpretar nuestro silencio como una aprobación a sus cobardes agresiones.
También los legisladores tienen mucho de culpa al no asumir su verdadero papel de representantes del pueblo y si de sus partidos políticos, y no me refiero solo a los legisladores federales; también los legisladores locales deben ponerse el saco hecho a su medida, pues es sabido que algunos solo asisten a la Cámara y hacen como que legislan sintiendo que su sola presencia es más que suficiente para que el pueblo les agradezca su gestión, además para tener algo que informar a la ciudadanía haciendo uso del estrado solo para recordar alguna efeméride o proponer algún homenaje trivial.
Y qué decir de la culpa de los Partidos Políticos, creados a imagen y semejanza del líder en turno, por lo que en este punto yo cuestiono: ¿y su doctrina política donde quedó? ¿Los ideales que le dieron origen y sentido a su Institución a donde se fueron?, es simple, es lamentablemente simple, los Partidos Políticos sujetan su estrategia a las necesidades de una persona y no a los principios fundamentales de su Organización.
¿Qué sobra?: Políticos de pacotilla; ¿Qué falta?: conciencia ciudadana. En Hidalgo como en el resto del País, puedo asegurar que deseamos estabilidad política y social pues ello nos llevará a vigorizar la estabilidad económica necesaria para la creación de empleos. En nuestras manos está el definir el tipo de vida que pretendemos, vayamos construyéndola desde ahora, exigiendo derechos pero también cumpliendo obligaciones, señalando la ineficiencia pero también proponiendo acciones de beneficio y crecimiento social. Todos debemos jalar para un solo lado, es el momento, estamos en muy buen tiempo, no permitamos que los ávidos de poder nos confundan y generen violencia. El voto es el arma más poderosa, usémosla. Libertad, Igualdad, Fraternidad.
Las palabras se las lleva el viento, pero mi pensamiento escrito está