
Del PRI en Hidalgo sólo queda el edificio del bulevar Colosio.
Con la renuncia a su militancia de los actuales legisladores locales, entre ellos el hoy ex dirigente estatal, Julio Valera, el Revolucionario Institucional se inmola a la vista de todos, en plena plaza pública y ante la mirada de sus ejecutores, que son ahora los dueños del partido.
Sin embargo, más allá de esta pugna de poder, que finalmente hoy erige vencedor al dirigente nacional, Alejandro Moreno, y a Carolina Viggiano, el hecho es que el proceso para pulverizar a la oposición política que pudiera, por lo menos, buscar un equilibrio, siempre sano en el escenario nacional y local, se esfuma.
Ningún poder absoluto transita con cordura en parte alguna del mundo. Por el contrario, desemboca en autoritarismos y obnubilación de quien ejerce el poder casi de forma teocrática.
Preocupa, en serio, que hoy mismo observemos un priismo en retirada, y la consolidación de un gobierno necesita, hasta por salud mental, de una oposición cierta, real.