CINE DE MAÑANA
Cuerpos quemados en un 95 por ciento. Víctimas de balazos en el cráneo disparados desde la ventana de su domicilio. Cadáveres de dos niños sin aparentes heridas mortales. Dieciocho cuerpos con huellas de tortura y tiro de gracia. Cuerpos desmembrados en un saco del ferrocarril.
Todos ellos llegan al Instituto Forense Jalisciense y son retratados por el director Mauricio Bidault en el estremecedor documental Hasta el fin de los días, a cuya premier nos invitaron los buenos amigos de Alfhaville, para comenzar el año.
Luego de su ópera prima Aquí sobre la tierra (Nika ipon ni tlastijpantli) Bidault se dedicó durante más de un año a convivir con los esforzados miembros de este departamento forense, cada vez más activos con la guerra al narcotráfico emprendida por Felipe Calderón y continuada sin mucha publicidad por el gobierno de Peña Nieto.
A diferencia de los forenses de Ciudad Juárez en Narco Cultura de Benjamín Schwartz, los trabajadores jaliscienses no sufren amenazas ni temen por su vida. Y hasta con una nota de optimismo despiden cariñosamente a una compañera embarazada, contentos de que pueda nacer una nueva vida entre tantos muertos.
Sin embargo, Bidault no tiene la sensibilidad de la salvadoreña Marcela Zamora de El cuarto de los huesos, en la que había una mayor solidaridad entre las personas que iban en busca de sus familiares desaparecidos. Tampoco se interesa mucho por los trabajadores como en Narco cultura.
Sin embargo, Hasta el fin de los días resulta pues un estremecedor documental, no apto para todas las sensibilidades por sus crudas imágenes, que es un crudo testimonio de la época de violencia que nos tocó vivir.