Víctima busca ser agente del MP para combatir la trata

SUPERACIÓN
    •    Yamileth fue enganchada por enamoramiento, uno de tantos métodos para captar mujeres; ahora busca combatir este delito en el que el 90% de las víctimas no son rescatadas 


Yamileth trabaja en la Fiscalía General del Estado de Puebla, concluyó la carrera de Derecho y quiere ser agente del Ministerio Público para investigar y combatir la trata de personas.

Ella conoce el tema porque ha cursado diplomados al respecto, pero sobre todo porque escapó de ese infierno. Yamileth no es su verdadero nombre, pero es una sobreviviente de la trata.

Un “romance” que le cambió la vida

Yamileth tenía 19 años cuando conoció a Ricardo, sobrino de un compañero de su hermana; él tenía 39 años. En ese momento ella estudiaba en Tlaxcala el primer semestre de Derecho y tenía un hijo de un año siete meses.

En 2015 iniciaron una relación y cuando ella terminó el semestre él le pidió que vivieran juntos. Su pequeño se quedó con sus abuelos y la pareja viajó a la Ciudad de México.

Lejos de su hogar su relación con Ricardo se tornó posesiva. Cuando se acercó el tiempo de carnavales en Tlaxcala, en especial en el municipio de San Miguel Tenancingo, tuvieron que volver, porque Ricardo era uno de los organizadores. La mujer aprovechó el viaje y vio a su padre.

Su pareja regresó, estaba molesto y le pidió que preparara su maleta de nuevo. Viajaron. Al llegar al departamento de la Ciudad de México Ricardo encendió la televisión y subió el volumen, cerró la puerta y la empezó a golpear: “Me dio puñetazos en la cara y me pateó las costillas. Quedé hinchada”. A la mañana siguiente le preguntó: “¿Así quieres que te trate?”.

Tres días después él le ordenó a Yamileth que volviera a preparar sus cosas para salir de viaje. Ahora se dirigieron a Acapulco, Guerrero.

Una vez en el puerto, la dejó con una mujer. “Él me dijo: ‘Si no haces lo que te digo, tu hijo pagará las consecuencias'”, relata. La mujer, sólo unos años mayor que ella, le dijo que su trabajo iba a consistir en cobrar por sexo. Las amenazas y golpes causaron tanto temor en ella que obedeció. “Me daba asco ser tocada. Me sacaban del departamento a las 10 de la mañana y regresaba a la medianoche. Si yo quería desayunar, primero tenía que hacer un servicio para poder comer. Estaba harta y me preguntaba: ‘¿Cómo es posible que una persona que dijo que te quiere te pueda hacer esto?'”, agrega.

Escape del abuso

Yamileth estuvo tres meses en el puerto siendo explotada sexualmente. En un forcejeo con Ricardo ella trató de quitarle las llaves sin éxito. “Casi me avienta del barandal, pero me agarré duro”, detalla. El hombre abrió el departamento y en el cuarto la tiró al piso, la obligó a que se metiera a bañar y aún en la regadera la siguió golpeando “hasta que se cansó”.

Él salió del baño y se recostó unos minutos en la cama. Yamileth agarró una toalla y descalza huyó del lugar. Corrió. Unos policías la encontraron y la llevaron al área de delitos sexuales de Acapulco. Una vez que la joven se reunió con su familia les sugirieron levantar la denuncia en Puebla.

En esa entidad pudo ingresar a uno de los 18 refugios que existen en México para víctimas de trata.

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