Histórica derrota electoral de la socialdemocracia
Hannelore Kraft quiso ser la segunda madre de la nación, la segunda madre tras Merkel y demostró durante su mandato y su campaña una cercanía y un carisma que la fría y calculadora Merkel jamás podrá ni fingir. Pero ese calor humano no ha sido suficiente, es más, posiblemente haya sido contraproducente entre una ciudadanía que desea menos empatía sentimental, menos abrazos escénicos, y más presencia policial en las calles.
Tras las sorprendentes derrotas en El Sarre y Schleswig-Holstein, a la tercera iba la vencida: Martin Schulz y la socialdemocracia alemana se jugaban su penúltimo y decisivo matchball en Renania del Norte-Westfalia, el land alemán que tradicionalmente marca el ritmo de las elecciones generales, que este año se celebran el 24 de septiembre.
El propio Schulz, hace unas semanas todavía eufórico y risueño, vaticinó que si la candidata socialdemócrata y actual presidenta Hannelore Kraft ganaba las elecciones, él iba a ser el próximo canciller de la república. Pues bien, después de los resultados de ayer, el naufragio del SPD no puede ser más concluyente: pérdida de más del 8% de los votos, el peor resultado de la historia en Renania del Norte-Westfalia y dimisión fulminante de Kraft de todos sus cargos en el partido. “Esta tarde estoy tocado de verdad”, declaraba Schulz en la televisión alemana nada más conocerse el primer escrutinio.
Y no es para menos, pues lo que había empezado en enero como un ilusionado renacimiento y una reconquista política se está transformando, elección tras elección, fracaso tras fracaso, en un suflé al que apenas le queda oxígeno para alimentar la apenada alma socialdemócrata.
Además, y esto quizá sea lo más importante para las futuras elecciones, los votantes han dado la espalda al SPD en los temas que deberían ser de su mayor competencia histórica, como son la justicia social, educación y trabajo. Tanto Kraft como Schulz no han sabido estos meses concretizar sus ideales socialdemócratas entre una población que no ha conseguido digerir las contradicciones de un partido que, a los ojos de sus simpatizantes, ha traicionado los ejes cardinales de su ideología mediante controvertidas políticas de recortes y austeridad.