Vencer el miedo, factor decisivo

CONCIENCIA CIUDADANA

El miedo nos desactiva, nos aterroriza, nos hace creer que somos incapaces de lograr algo que deseamos alcanzar al quedar bloqueada nuestra voluntad y capacidad de respuesta, lo que sucedió frente a los norteamericanos fue lo que los enemigos de Juárez no lo advirtieron; es que en ese momento, dos de mayo de 1862, el pueblo mexicano había perdido el miedo a enfrentar a los enemigos de una patria que ya era suya y no solo de unos cuantos.  

La batalla del 5 de mayo de 1862 es uno de los acontecimientos más importantes no solo en la historia de México sino de América y aún para los países de en Asia, África y Oceanía; dominados por el capitalismo imperialista que enfrentaba a los grandes empresarios agrupados bajo los estados nacionales, blandiendo la bandera del progreso, el orden, la superioridad cultural y racial de sus países y sus formas de gobierno como justificación para conquistar o reconquistar las naciones que unos pocos años antes obtuvieron su independencia.
    La invasión francesa fue consecuencia de un escenario que se ha repetido varias veces en la historia de nuestra nación, por distintos motivos, poco analizados hasta la fecha. En primer lugar, tenemos el factor geopolítico: México fue, es y será, mientras exista, un enclave de mundial de primer orden por condiciones de su situación geográfica e histórica. Si vemos un mapa, México aparece en la parte central de América, como un bello cuerno de la abundancia abierto hacia el norte y estrecho en la parte sur. Desde el espacio es uno de los territorios más distintivos del planeta recortando su silueta entre el Pacífico y el Atlántico contando en ambos, con sendos golfos que por su ubicación son una extensión marítima de su territorio.
    Igualmente, México es, desde la antigüedad, un lugar de encuentro y choque de culturas. En la época prehispánica ahí se distinguían los nómadas del norte y los pueblos sedentarios del centro y sur del continente. En la colonia, la Nueva España fue la frontera entre el colonialismo anglosajón y el español enclavado en nuestro territorio.  
Durante las guerras de independencia México fue uno de los países hispánicos que tardaron más en independizarse, pues España opuso una feroz lucha para impedir que se le fueran de las manos las inmensas riquezas que la convirtieron en una potencia mundial.   Por la fortaleza cultural de los antiguos pueblos conquistados no desapareció como en Norteamérica o el extremo sur del continente, sino que se fusionaron con sus conquistadores surgiendo el mestizaje de la raza indígena y blanca, a la que se le agregó la de los esclavos africanos y algunos asiáticos fusionados crecientemente hasta dejar a los indígenas y sobre todo a los hijos de los conquistadores en minoría poblacional, caso único en el continente. El revolucionario y filósofo José Vasconcelos vio en ese “crisol de razas” la característica y la grandeza de México, que apuntaba al futuro de la humanidad. La cultura mexicana es pues múltiple, variada, compleja y conflictiva, constituyendo así un motor dialéctico del cambio y el desarrollo humano como pocas otras culturas del mundo.
En tercer lugar, nuestra nación tuvo y ha tenido una historia singular. Su independencia, aunque   con causas similares con casi toda Hispanoamérica en la primera mitad del siglo XIX, tuvo un carácter eminentemente social y económico y no solo político. A diferencia de esos países, los mestizos y los indígenas mexicanos se alzaron en armas para reclamar sus tierras y la igualdad de derechos frente a los criollos y españoles que acumulaban las riquezas nacionales. Pero no pudiendo vencer a los poderosos criollos aceptan  al primero de los grandes “pactos” entre desiguales a fin de lograr la independencia política de México.
Sin embargo, las castas inferiores no estaban dispuestas a mantenerse bajo un gobierno que solo ofrecía “más de lo mismo”, solo que disfrazado de “gobierno mexicano”; por lo que durante toda la mitad del siglo XIX criollos y castas chocaron una y otra vez violentamente. Los gobiernos criollos demostraron su fracaso pues en ese lapso de tiempo intentaron imponer a dos emperadores; lograron que Antonio López de Santa Anna  controlara la política durante cerca de 20 años, en los cuales México perdió la mitad de su territorio que le fue arrebatado por los EUA; y más tarde, nombrar a un emperador europeo, para ser, finalmente, derrotado por las armas de las fuerzas populares al mando del presidente Benito Juárez.
Pero antes de lograrlo, la parte mayoritaria y progresista de la nación tuvo que pasar una prueba de fuego: demostrar a sus enemigos internos externos y al mundo entero, pero sobre todo convencerse a sí misma, de ser capaz de ser respetado por las naciones imperialistas.
La ocasión llegó ese cinco de mayo de 1862 cuando, a pesar de las prudentes advertencias del gobierno juarista, el ejército francés y sus aliados mexicanos decidieron entrar en combate en su contra. ¿El pretexto? El peligro de hoy es el mismo que nos amenaza: exigir el pago de la deuda externa contraída por los gobiernos corruptos; acusar de incapacidad para gobernar al país al país; proteger a la inversión extranjera y la petición de los capitalistas, políticos y clérigos mexicanos para formar un gobierno bajo un príncipe extranjero dada la incapacidad para gobernarnos. ¿Les suena parecido a lo que sucede en nuestros días? Pues no andan tan equivocados.
Seguros del rápido éxito de su empresa, los conservadores y el emperador de Francia no repararon en un cambio importantísimo: que el México de Santa Anna derrotado en la guerra de 1847 contra EU no era ya el mismo que el México de 1862 gobernado por Benito Juárez García, y que el ánimo y la decisión del pueblo se encontraba más decidido que nunca para derrotar una vez más a los rescoldos del partido conservador y sus socios extranjeros. ¿Parece otra nueva coincidencia con el tiempo actual, no creen ustedes?
Y fue un joven general que ganó sus grados derrotando a los militares profesionales levantados contra los gobiernos legítimos, quien esa mañana llamó a su tropa a enfrentarse al mejor ejército del mundo con la confianza de que se alzarían victoriosos, porque si aquellos eran los mejores soldados del mundo, ellos los mejores hombres de México. Y esos hombres –que en su mayor parte sólo eran ciudadanos civiles integrantes de las guardias nacionales de los estados liberales– lograron lo que nadie esperaba: derrotar en toda la línea a los invasores impidiendo casi un año la llegada de los franceses a la Ciudad de México.
¿Qué pasó en Puebla que no hubo 15 años antes frente a los norteamericanos? Tal vez muchas cosas pero en concreto fue que en 1862 ya no había el miedo que hubo en 1847. El miedo nos desactiva, nos aterroriza, nos hace creer que somos incapaces de lograr algo que deseamos alcanzar al quedar bloqueada nuestra voluntad y capacidad de respuesta, lo que sucedió frente a los norteamericanos fue lo que los enemigos de Juárez no lo advirtieron; es que en ese momento, dos de mayo de 1862, el pueblo mexicano había perdido el miedo a enfrentar a los enemigos de una patria que ya era suya y no solo de unos cuantos.  ¿Será que hoy como en esa fecha, el pueblo mexicano está perdiendo el miedo que lo ha paralizado durante décadas tomando la decisión de avanzar junto a su líder actual hasta donde las circunstancias le exijan?
La respuesta no tardará en llegar, incluso antes de las elecciones.
PD. Esta conciencia ciudadana rechaza tajantemente toda forma de amenaza, amago o atentado contra la vida de las autoridades o los candidatos cuyo propósito se dirige a provocar el caos y el miedo social. No caigamos en ese tipo de provocaciones.
Y RECUERDEN QUE VIVOS SE LOS LLEVARON Y VIVOS LOS QUEREMOS.

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