«¡Váyase a su país!, ¡largo de aquí!», saludaban ayer los manifestantes convocados ante el estadio de fútbol CFC de Chemnitz, «ya sabemos lo que hace la prensa extrajera, mentir y mentir». «El pueblo despierta». «Por el futuro de nuestros hijos», decían las pancartas de «Pro Chemnitz», una asociación que dice tener «poco más de diez afiliados, pero el apoyo de todo el pueblo» y que se presenta a las elecciones municipales con un último resultado del 5% de los votos.
A diferencia de las marchas de días anteriores, los manifestantes no mostraban aire militar y permanecían en un pacífico silencio, al menos hasta el cierre de esta edición. Ni rastro de los «hooligans» que el domingo y el lunes desfilaron por el centro de esta ciudad de unos 30.000 habitantes con los brazos en alto, exhibiendo el saludo hitleriano y amenazando, e incluso agrediendo, a las personas de aspecto extranjero que encontraban a su paso, con el resultado de seis heridos.
La convocatoria de la concentración, justificada por «la necesidad de autodefenderse de la criminalidad extranjera», era apoyada por el partido nacionalista, antieuropeo y antiextranjeros Alternativa para Alemania (AfD), que hasta hace poco se distanciaba estratégicamente de estos grupos neonazis o xenófobos.