Home Nuestra Palabra Prisciliano Gutiérrez Vargas llosa y sus “tiempos recios”

Vargas llosa y sus “tiempos recios”

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Familia Política

“Pobre México, tan lejos de Dios
y tan cerca de los Estados Unidos”.
Nemesio García Naranjo.

Que yo sepa, Tiempos Recios es la más reciente novela del Premio Nobel de Literatura, del peruano Mario Vargas Llosa. En lo personal, este autor goza de mi admiración en su faceta de novelista, pero no lo digiero como teórico de la política y menos como político práctico. Sus fracasos al buscar por la vía democrática, la presidencia de Perú, prueban lo certero de mi dicho. No pierde oportunidad para mostrar su antipatía por nuestro país, al catalogarlo, por ejemplo, como “una dictadura perfecta”; aunque después de decirlo, intentó justificarse con la ocurrencia de que sus dardos venenosos estaban dirigidos al PRI, no al sistema político mexicano, en una aberración lógica: al ofender a la parte, se ofende al todo. Baste decir que Vargas Llosa no sería santo de mi devoción, en una poco probable canonización. Que quede claro; expreso mi sincera opinión, aunque no creo que ésta le quite el sueño.

En materia narrativa, conozco buena parte de sus obras, aunque confieso que otras las abandoné poco después de comenzar su lectura; me parecieron infumables, a pesar de la autoridad intelectual de la pluma que les dio a luz.

Tiempos Recios se ubica temporalmente en la Guatemala del siglo XX, básicamente en la presidencia de Jacobo Árbenz, su conflicto con Castillo Armas, sin olvidar la mención de Ydígoras. Aunque los personajes más visibles son masculinos, no olvido la recomendación de la policía francesa, cuando se trata de esclarecer un crimen o conflicto: “Cherchez la femme” (buscad a la mujer) dicen; es el caso de Marta Borrero, “Miss Guatemala”, guapa compañera de aventuras de destacados personajes políticos y protegida del gran dictador dominicano Leónidas Trujillo; este último, inspiración central de La Fiesta del Chivo, otra reciente y exitosa novela de Vargas Llosa. Ambas están en relación histórica y tienen la misma temática narrativa: los dictadores.

Aunque se mencionan múltiples personajes, a mi juicio, el protagonista es el titular en turno de la embajada de los Estados Unidos (aunque cambie la persona, la misión perdura). El interés económicamente protegido, es la empresa United Fruit, saqueadora de la riqueza frutícola de todos los países bananeros de la región, a los cuales, con apoyo de la CIA, explotó de manera brutal durante muchos años. Sin pagar un solo dólar de impuestos, míseros salarios y, en connivencia con sus poderosos aliados, se entretenía en poner y quitar presidentes de la República, para facilitar sus aviesos fines.

En México se dio también ese fenómeno, aunque la manzana de la discordia fue el petróleo; con ese tema B. Traven escribió La Rosa Blanca. Héctor Raúl Almanza, plasmó las luchas previas al surgimiento del Sindicato Petrolero, en su extraordinaria novela Brecha en la Roca. Es de todos sabido que este episodio terminó con la expropiación de 1938.

En el mismo orden de ideas, no puede pasar por alto nuestra historia, la intervención del siniestro embajador norteamericano Henry Lee Wilson, quien urdió la trama de la Decena Trágica, previa al asesinato de Don Francisco I. Madero (Presidente) y de José María Pino Suárez (Vicepresidente), como preludio para el arribo de “El Chacal”, Victoriano Huerta, a la primera magistratura del país. Como consecuencia, surgió el movimiento constitucionalista bajo el liderazgo de Don Venustiano Carranza, hasta su culminación en el Congreso Constituyente de Querétaro, en 1917. Fernando Benítez describió en su novela El Rey Viejo, la personalidad áspera, dura, fría… del autonombrado Primer Jefe del Ejército Constitucionalista y su trágica muerte en Tlaxcalantongo.

En la misma línea de dictadores dentro de la Literatura mexicana e hispanoamericana, no se puede dejar de lado El Señor Presidente, la emblemática obra de otro Premio Nobel, también guatemalteco y precursor del Realismo Mágico: Miguel Ángel Asturias.

Volviendo a los Tiempos Recios, la siniestra figura de Trujillo y su patriarcado moral en todos los pequeños países de su entorno, con inclusión del Haití de Papa Doc, Baby Doc y los Tontons Macoutes, el fenómeno que se relata es el mismo: dictadores cínicos, brutales, históricamente irresponsables, que anteponen sus intereses de facto, por encima de cualquier régimen de derecho, sin pudor alguno. La historia suele repetirse.

Dicen que en gustos se rompen géneros. Nos agrade o no, Vargas Llosa sigue siendo el narrador por antonomasia, en la Iberoamérica de nuestro tiempo.