HOMO POLITICUS
Mario Vargas Llosa es sin duda un literato magistral, me he cagado de la risa con “Pantaleón y las visitadoras”, o con “la Tía Julia”, entre otras novelas; pero, pero, pero, cuando se trata de analizar su talante político, creo que se convierte en un pordiosero.
Me cago en la leche.
Vargas Llosa condensa fuera de su actividad literaria un discurso conservador y recalcitrante; no pudo, inclusive, por estas condiciones ser presidente de su natal Perú, cuestión que lo hizo encabronarse y marcar un autoexilio que lo llevó a España, donde se naturalizó y vive destilando mierda.
Históricamente, Vargas Llosa ha estado ligado a las elites de poder, en los hechos, a los grupos conservadores en Perú y ahora en España; pasando a increpar en España a PODEMOS y a la incursión separatista catalana, cosa que ha caído como bomba y que, lo aleja de las cuestiones progresistas en España.
Sobresale de su figura el blof aristócrata en el cual se pretende desenvolver, erigiéndose por cierto, en el portador de la cultura de sobremesa o de bolsillo de los aristócratas, que con un halo de “interés”, lo han hecho su apóstol.
Es de cagarse de la risa ver a Vargas Llosa en la portada de la revista “Hola”, donde coexiste con cacatúas y pingüinos, en una serie de festines orgiásticos donde la literatura queda al margen y los excesos del escritor peruano salen a flote, en una especie, de desfile de modas que cuenta, inclusive, con alfombra roja.
En fin, el desencuentro absoluto con una figura que parece revestir una autoridad moral que no tiene y, que deambula por ferias del libro, dando consejos sobre a quién absolverá o no la historia, cuestión que nos hace preguntar: ¿con qué autoridad moral?