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“Vámonos viejita”

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RELATOS DE VIDA

Su estado de salud y su ánimo habían caído; el mal en su interior crecía, estaba cansado, pero quería y tenía que cumplir una promesa sagrada; su cuerpo se desgastaba; pero al recordar su palabra trataba de recargar su mente y espíritu.

Después de días en el hospital, regresó a su hogar como parte de una terapia de animación; “nada como estar en casa; nada mejor que recibir amor de los suyos”; esa fue la receta del médico. Por días disfrutó de un baño caliente mañanero, seguido de un merecido descanso junto a la ventana para tomar el sol matutino, acompañado de una ligera siesta que era interrumpida por las risas y el llamado de sus bisnietos.

Agradecía los instantes y los pequeños detalles; aún así estaba cansado; quería seguir pero también descansar; era una batalla interna, que deseaba terminara de la mejor manera; entre sueños discutía por tomar la mejor decisión y pedía a su compañera de vida que le ayudara a tomarla.

Su viejita, como la llamaba, había partido hace cerca de siete años, y solo esperaba el momento para verla en el pasillo tendiéndole la mano para por fin partir.

La situación agravó y el regreso al frío e insensible hospital era un hecho, besó a sus nietos y bisnietos, se despidió cálidamente de los que amablemente lo acompañaron un par de días en el espacio que fue su hogar por más de 80 años e inició su camino a otro día aún incierto; su agonía era dolorosa, la lucha final había alcanzado su clímax; alguien mencionó “aún no es su tiempo pero se quiere ir”; el menor de sus hijos y con quien había prometido que no moriría, lo tomó de la mano y enunció “descansa padre, que el arquitecto del universo guíe tu camino, ha cumplido has luchado bastante y mereces irte tranquilo, pronto nos veremos, te amo”, enseguida el último suspiro y el último latido.

Horas después, su cuerpo y también su espíritu volvieron a su entrañable casa; fue velado y despedido por quienes lo apreciaban y respetaban; para conducirlo a su última morada; la familia regresó al cabo de un par de horas; se sentaron en los sillones ubicados en la sala en donde su cuerpo estuvo por última vez; algunos recuerdos pasaron por su mente y un ruido dirigió su mirada hacia la entrada de su cuarto; una sombra salía y se dirigía al final del pasillo, donde lo esperaba otra silueta, mientras se escuchaba claramente “vámonos viejita”.