Una maquinaria que nunca dejará de caminar

Una maquinaria que nunca dejará de caminar

RETRATOS HABLADOS

Dedicamos más tiempo del necesario a seguir con lupa el ejercicio de la política, o a lo que así llaman quienes se dedican a esa tarea. Con seguridad más del 80 por ciento no corresponde a esa acción en la mejor de sus acepciones, sino a la simple grilla en la que la disputa del poder es el eje central de todas sus acciones.

Cuando se confunde grilla con política, observaremos una repetición hasta la saciedad de las acciones, y será posible la clasificación de “bueno” y “malos”, en la que por conveniencias de todo tipo o una votación a mano alzada, unos adquieren de pronto las cualidades de ángel salvador, y otros de diablo irredento.

La política como tal, pocas veces se observa en el panorama, y los resultados por eso tienden a ser los de siempre, sin una intención mínima por la trascendencia, que no debe ser confundida con la eternización en el poder, que casi siempre afecta la estabilidad emocional del ángel o diablo en turno.

Solo en ocasiones es posible observar una chispa de buena política, y es tan raquítica esa posibilidad, que se queda para la eternidad y construye de manera inmediata reputaciones que durarán por mucho, mucho tiempo.

Sin embargo, en términos generales, seremos testigos de una grilla desencadenada entre remedos de ángeles y remedos de diablos. El origen es el de siempre: la obsesión por el poder, que se da en todos los sectores y niveles.

La vida misma está plagada de rutinas, de repeticiones inconscientes en cada uno de nuestros actos. De vez en cuando reparamos que caminamos la misma ruta, el mismo sendero sin cambiar absolutamente nada, para obtener, consecuencia lógica, los mismos resultados.

Y el hecho es que celebramos la práctica cotidiana de la grilla, nos embelesa, nos subyuga hasta celebrar la misma historia contada por enésima ocasión. Es tan mortal, tan de la vida simple, que nos suena familiar, única, garantía de que todo seguirá igual. Y como nos da terror el cambio verdadero, nos abrazamos a la maquinaria que garantiza eternamente que el escenario que siempre hemos conocido, seguirá el mismo rumbo.

El pequeño gran problema es cuando miramos aparentemente destruida esa gran maquinaria, toda despanzurrada, hecha añicos y con espada en mano a quien la destruyó, para descubrir, apenas dan vuelta unos años, que los engranajes empiezan a caminar de nuevo, como siempre, como la misma eternidad.

jeperalta@plazajuarez.mx/historico/historico

@JavierEPeralta

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