La Concordia, esa vieja palabra ya proscrita del diccionario político, cuán anhelada es por todos aquellos que hoy somos testigos de la lucha encarnizada de los grillos de todos los Partidos siempre tras el hueso, mintiendo, traicionando, manipulando, comprando y vendiendo conciencias; hay gente que avienta la piedra y oculta la mano; hay manos que mueven la cuna y fingen demencia ante las consecuencias de sus actos; hacer ruido, controlar, fingir o chantajear, cualquier cosa se vale antes que perder el hueso y lo que ello representa.
Dice el refrán que cuando la perra es brava hasta a los de su casa muerde, y al parecer la presidencia del senado es un hueso bien jugoso que está enfrentando a los de la misma familia; hoy me doy cuenta de que estamos en presencia de la misma historia de siempre, una historia sin fin.
Ya no es suficiente seguir justificándose con sólo echarle la culpa al pasado, porque de seguir así, el control se puede salir de las manos y nadie queremos ese escenario.
Si hay culpables en el pasado ¡vamos por ellos!, pero que no sigan sirviendo solo como escudo para no hacer; son escenas que no se deben repetir, y si en verdad queremos hacer historia juntos, enjuiciemos a ese pasado que hoy sólo sirve como justificación.
Pero nadie, o casi nadie hacen algo para frenar esa ola de impunidad que amenaza con arrastrarnos al precipicio de la anarquía; la ley día con día se viola, pero preferimos privilegiar la ilegalidad en lugar de aplicar el imperio de la ley, y con ello, damos más espacio a la impunidad.
Impunidad, esa maldita palabra que solo sirve para ocultar delitos, para esconder la displicencia de quienes deben tomar la mejor decisión para el pueblo pero que en ese proceso se dejaron agarrar la pierna sabiendo que sus acciones serán protegidas por sus compañeros de tribu bajo el refrán de “hoy por ti, mañana por mí”.
Bajo el manto sagrado de la impunidad se blindan comparecencias de Funcionarios Públicos, para que nadie intente interpelarlos en sus impunes informes de labores; y por ello, saben que sus amigos en sus respectivos Congresos, Local o Federal detendrán cualquier intento de formar comisiones investigadoras de la verdad, que de todas maneras nada investigan; olvidando que solapar también es complicidad.
La inmunidad se convierte en impunidad, la libertad se convierte en libertinaje, la ley se convierte en ilusión óptica; país del no pasa nada, país en donde la inseguridad cada día gana más y más terreno; el lugar perfecto para burlar a la justicia porque, porque hay lugares en donde las autoridades no pescan ni un catarro.
La impunidad es un pulpo de muchos brazos; brazos que se levantan para seguir siendo inmunes e impunes.
Las palabras se las lleva el viento, pero mi pensamiento escrito está.