HOMO POLITICUS
La democracia es un régimen político que va más allá del proceso electoral, no la construyen los partidos políticos, ni tienen la exclusividad de sus acciones; empero, la ciudadanía cree que la democracia, habitualmente, sólo tiene que ver con el derecho a sufragar para que otros hagan el trabajo que demanda el tejido social.
De ser esto cierto, sólo habría democracia cada tres años en México, ya fuera en las elecciones vitales a Presidente de la República o bien, en las llamadas intermedias como las del actual proceso electoral. Esta percepción ciudadana ha sido refrendada por las prácticas de la clase política, que hace parecer que las respuestas a las problemáticas sociales proviene de ella; de ser esto cierto ya nos llevó la mierda, porque desde hace décadas, la clase política sólo se responde a ella misma, secuestrando a la democracia y tratando a los ciudadanos como párvulos.
La constante es todo esto, es que también los ciudadanos tienen responsabilidad en que la democracia haya sido secuestrada por la clase política, porque en vez de organizarse y dentro de la ley hacer valer sus derechos, se encuentran atomizados, sin debate de altura, sin conocer ni interesarse por conocer de los asuntos públicos y su incidencia en los asuntos privados, por lo que para la clase política esto le viene como anillo al dedo: mientras más ciegos e ignorantes sean los ciudadanos y menos organizados estén, cuánto mejor.
Por ello, no debe extrañarnos la pobreza de las propuestas de este proceso electoral y esta guerra abierta para vulnerar al contrario tratando de evidenciar sus errores, sus desatinos; nunca esbozando un programa de partido que responda a los intereses ciudadanos, no en esta mierda de promesas o quimeras fallidas, sino de un verdadero plan de trabajo ya sea en el Legislativo, en una Gubernatura o un Ayuntamiento, que sea mensurable, verificable y demandable por la ciudadanía. Eso, eso, no existe como tal.
Este escenario de México y su democracia secuestrada nos recuerda al dicho que reza: “en el país de los ciegos el tuerto es Rey”, más contundente ni el agua. En un país donde los ciudadanos son miopes políticos y los políticos usan lentes, ¿qué se puede esperar?, la gloria, desde luego que no.