Una casa para la memoria

Una casa para la memoria

LAGUNA DE VOCES

En la noche de un día lluvioso el frío regresa a Pachuca, parecido en algo, pero poco, al de hace 36 años, cuando no había plazas comerciales, sí en cambio un estacionamiento oloroso a orines en la Plaza Independencia, que en cada administración municipal corre el riesgo de volver a ser transformada en quién sabe qué cosa, ante la defensa legendaria del profesor Bonfilio que igual al Demetrio Macías de “Los de Abajo”, siempre está alerta ante remozamientos absurdos, eterno vigilante del recuerdo, de la memoria, “como pórtico de vieja catedral”.

Porque la capital del Estado, La Bella Airosa, siempre fue casa de un aire congelante, noches que mantenían la esperanza de que el tiempo se detuviera ante el miedo de quebrarse casi transformado en hielo. Es ahora cuando entiendo la defensa heroica del profe, empeñado en que una mal entendida modernidad no atentara contra un de por sí maltratado escenario de donde surge el Reloj Monumental.

Hoy que escribo a las 21 horas del miércoles 25 de mayo, ya en los estertores de las campañas política que colocarán en la silla gubernamental a nuevo inquilino, o inquilina si en una de esas el destino manifiesto se cae de boca, aparece de nuevo una plaza huraña pero neta, originalmente pachuqueña, de raíz célebre por ahuyentar las multitudes y dar paso a extraños paseantes nocturnos que miran con absoluta reserva a quien se cruza en su camino.

Todos en alguna parte de la juventud caminamos en una calle de Guerrero desierta, sonámbula, que zumbaba en los oídos el aire lleno de filos helados, capaces de hacer correr al más valiente. Pero era el estilo, la forma de ser que los primeros inquilinos de la ciudad le dieron, nos heredaron, apuntalaron al lado del Monumental Reloj por alguna razón que no hemos descubierto.

Hay capítulos enteros de fantasmas que miraban temblorosos desde la calle de Hidalgo y Morelos, siempre  los ojos fijos en los sonidos que bajaban de las carátulas del reloj, a veces callado, otras vuelto a componer, siempre con un encargado de darle cuerda, de girar la manivela.

Si se olvida todo, si un día el frío se aleja para siempre y el calor se queda para eternamente, no habrá poder que nos haga recordar, traer de nuevo a la memoria que una Plaza Independencia, esa que sufre en carne propia las ocurrencias de cada alcalde, de cada gobernador; esa a la que un hombre que guarda todos los retazos que el recuerdo de lo que fue, de lo que debe ser, no por necedad, sí en cambio porque comprende como pocos, que el viento es tan fuerte, tan brutal en ocasiones, que barrería con todo si nadie se para justo frente al reloj y exige que por una vez en tanto tiempo, redescubramos el valor de conservar intacto un espacio donde nació el amor de miles de pachuqueños, de no perdernos para siempre en el mundo nuevo de lo efímero, de lo que se olvida a la vuelta de la esquina, y deja de existir.

Hace frío, al rato tal vez llueva; mañana amanecerá con un sol bravo, y un calor del demonio. Después el ciclo se repetirá, pero nunca el recuerdo será asunto inútil, porque le da sentido a la vida, hereda vida, recuerda con exactitud que el presente que tenemos se construyó con base a esa posibilidad: recordar, honrar y entender por fin, a quienes defienden con todo un escenario único, el que nos quieren dejar limpio, ajeno a las arbitrariedades de quienes no tienen memoria, y sí en cambio la voluntad de borrar del universo la historia de cada pachuqueño que ama lo que fue una ciudad que huraña y a veces dada a la tristeza, es la casa de nuestra existencia.

Mil gracias, hasta mañana.

jeperalta@plazajuarez.mx/historico/historico

@JavierEPeralta

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