La crisis de la Península de Corea registró ayer una notable escalada verbal tras las serias advertencias que lanzó el secretario de Estado de EU, Rex Tillerson, a Pyongyang desde Seúl, amenazando al país regido por Kim Jong Un con una intervención militar.

“La política de paciencia estratégica ha finalizado. Estamos explorando una nueva serie de medidas diplomáticas, económicas y de seguridad. Todas las opciones están sobre la mesa”, declaró Tillerson, que previamente había visitado la Zona Desmilitarizada que divide a las dos naciones desde el final de la Segunda Guerra Mundial.

Tillerson quiso dejar muy claro el mensaje que pretendía lanzar y volvió repetir que “aunque no quieren llegar a un conflicto militar” si Pyongyang “eleva la amenaza de su programa armamentístico hasta un nivel que creamos que exige una reacción, todas las opciones están sobre la mesa”.

El presidente de EU reaccionó -como acostumbra- a través de Twitter, donde señaló que “Corea del Norte se está comportando muy mal. Han estado ‘jugando’ con EU durante años. China ha hecho poco por ayudar”.

Las declaraciones de Tillerson provocarán con toda seguridad un virulenta respuesta de Pyongyang, especialmente en unas fechas en las que miles de soldados norteamericanos y varios cientos de miles surcoreanos participan desde hace semanas en las habituales maniobras anuales que protagonizan ambas naciones y que suelen ser percibidas por Corea del Norte como un ensayo para derrocar a su régimen.