Un viernes negro para París y la humanidad

NÚMEROS CLAROS

Mientras los partidos políticos de izquierda, como ha pasado en México, se prostituyeron con las dadivas del Estado e hicieron de la vida política una forma de vida, miles de jóvenes se han quedado sin banderas, sin instrumentos de lucha para cambiar una sociedad y un planeta que parece hundirse en un mundo cada día más desigual.

 

La inmigración en Europa de los desplazados de guerra de Oriente Medio tiene una razón ¿Dónde se puede vivir cuando los hogares de millones de kurdos, sobre todo en Iraq y en Siri son demolidos por la guerra, cuando sus vidas están en peligro?; sirios, iraquíes y turcos, kurdos o no, tratan de escapar a su extinción o a su sometimiento por el Estado Islámico (ISIS).

            Sin embargo, una guerra virtual desarrollada por los países occidentales contra el ISIS, con drones y bombardeos dirigidos, se ha trasladado a sus territorios. Los Estados Unidos, Canadá, Australia, Tunes y Francia han sido los objetivos del ISIS durante los dos últimos años de la guerra en Siria, y hoy no se sabe qué país está en la mira de los islamistas.

            Después del atentado contra el semanario francés “Charlie Hebdo” del 7 de enero pasado, cuando las oficinas del semanario fueron balaceadas por yihadistas armados con rifles de asalto, la calma había vuelto a la Ciudad Luz; sin embargo, este viernes 13 de noviembre las ráfagas de fusiles, explosiones y gritos de terror volvieron a escucharse en París.

            Meses atrás, uno de los líderes del Estado Islámico, Abu Mohamed Al-Adnani, había hecho un llamado a sus huestes en el mundo a matar a los irreverentes occidentales, diciendo: “golpea su cabeza con una roca, mátalo con un cuchillo, atropéllalo con tu coche, empújalo desde un lugar elevado, asfíxialo, envenénalo… especialmente a los sucios franceses…”, pero este perverso llamado hecho a nombre de Dios no se había materializado como este viernes en París, donde 129 personas no fueron golpeados, ni acuchillados, ni atropellados, ni empujados al precipicio, ni asfixiados, ni envenenados, sino asesinados a sangre fría, disparando sobre ellos sin razón.

            Hasta ahora, se han identificado cuatro de los terroristas, todos menores de 30 años. Todo parece ser un plan organizado desde Bruselas, Bélgica; desde un barrio llamado “Molenbeek”, el cual desde hace varias décadas se ha convertido en un gueto de árabes y turcos, donde la mayoría sólo habla su lengua, donde han recreado su forma de vida en sus países de origen, donde al entrar a sus calles uno se siente en otro país.

            Hasta este momento todos los servicios de inteligencia están de tras de Salah Abdeslam, sospechoso de haber participado en la organización y en los ataques en Paris, un yihadista belga que se unió a las filas del ISIS en 2013; pero seguramente pronto la policía encontrará más integrantes de esta red que pretende llevar la guerra de Siria a Europa, ante la absurda idea de los países occidentales de combatir al ISIS a través de drones y bombardeos selectivos, sin fuerzas terrestres.

            Pero más que reseñar los atentados de París, vale la pena preguntarnos ¿por qué las filas de los yihadistas en Europa y del crimen organizado en América se han ido engrosando de jóvenes en los últimos años? Lejos de los años setentas y ochentas, donde la juventud estaba motivada por los movimientos de liberación nacional en África, Asia y América Latina, donde el espíritu de la democracia y el humanismo campeaba en la mente de los jóvenes, donde los movimientos armados irregulares atacaba al Estado y sus órganos de represión, hoy el fundamentalismo religioso y la vida fácil que ofrece el crimen organizado, parece haberse convertido en la mejor opción de vida para miles de jóvenes en el mundo.

            La caída del muro de Berlín, el derrumbe del mundo socialista y el cuestionamiento al marxismo, dejaron la vía libre al neoliberalismo y al mercado, robaron los sueños de justicia social y humanismo a millones de jóvenes; mientras que los partidos políticos se convirtieron en parásitos del presupuesto del Estado, en parte de un sistema político que defiende los intereses de la libre empresa, de la industria y de los bancos, es decir, de una oligarquía financiera que gobierna la mayoría de los países.

            Mientras los partidos políticos de izquierda, como ha pasado en México, se prostituyeron con las dadivas del Estado e hicieron de la vida política una forma de vida, miles de jóvenes se han quedado sin banderas, sin instrumentos de lucha para cambiar una sociedad y un planeta que parece hundirse en un mundo cada día más desigual.

            Esta forma de organización del Estado y la sociedad, ha ido arrojando cada día más trabajadores al desempleo y más ciudadanos a vivir bajo las condiciones de pobreza, en México 55.3 millones de los 121 millones de mexicanos, la mayoría de ellos personas de menos de 30 años. Sin medios para tener una vida digan, sin alternativas de educación y de empleo, muchos de esos jóvenes han encontrado en el crimen organizado y el yihadismo una alternativa de vida, una opción de vida o una forma de vivir intensamente una vida que no tiene sentido sin acceso a la educación, al empleo y una vivienda digna.

            Hoy, los medios de todo el mundo están aún bajo el shock de los atentados en los barrios de París y en el “Stade de France”, no hay uno sólo que no esté reportando los avances de las investigaciones o recogiendo los testimonios de quienes pudieron sobrevivir a ellos. La noche del viernes 13 de noviembre, inexplicablemente se produjeron siete mortíferos ataques terroristas simultáneos, realizados por tres grupos de yihadistas del ISIS, que produjeron 129 muertos y 352 heridos, entre ellas varias en estado de urgencia, pero que han sembrado el terror en los países de la coalición que lideran los Estados Unidos.

            Después de un largo fin de semana y de lamentos, ayer lunes, frente al Congreso reunido en Versalles, el presidente de Francia, François Hollande, dijo que Francia estaba en guerra y con el fin de neutralizar la amenaza terrorista propuso instaurar el estado de excepción y medidas previstas por la Ley para casos de emergencia.

            Ahí anuncio que presentaría a la Asamblea Nacional el miércoles, un proyecto de ley para extender por tres meses el Estado de excepción, declarado desde el sábado a medianoche por decreto del Consejo de Ministros, tres horas después de los ataques terroristas, cuya extensión más allá de doce días sólo puede ser autorizada por el Parlamento. Pero también anunció la creación de 8 mil 500 puestos en la policía y gendarmería, además de suspender la reducción del ejercito francés.

            En medio de esta tragedia, Hollande ahora quiere ir más allá y adaptar las layes francesas a las tecnologías y las amenazas en evolución actuales. Del lado de la tecnología, las nuevas medidas podrían incluir la vigilancia a través de las nuevas tecnologías para neutralizar las redes terroristas, el control de Internet y de las llamadas telefónicas, por ejemplo. Pero los cambios a la Ley para luchar contra el Estado Islámico también podrían incluir un régimen jurídico completo para las investigaciones y arrestos domiciliarios.

            Desde el sábado se han realizado 104 allanamientos de residencias, según el ministro del interior, Bernard Cazeneuve. Actualmente la Ley permite ordenar allanamientos diurnos y nocturnos de casas, sin pasar por la autorización de un juez. En ese mismo sentido, se han efectuado ya 168 redadas que dieron lugar a 23 detenciones y la incautación de 31 armas.

            Sin duda, este atentado ha sido el último llamado a los países occidentales para poner fin, de una vez por todas, a la guerra en Siria e Iraq, para enterrar al Estado Islámico, para liquidar hasta el últimos de sus miembros, antes que se produzcan nuevos atentados masivos en concentraciones públicas en las grandes ciudades del mundo.

            Las acusaciones entre rusos y occidentales, cada uno en su coalición, cada uno con su información de inteligencia, con sus planes, no pueden hacer otra cosa que alargar la agonía de un pueblo, el kurdo, que no sólo está viendo demoler sus casas y ciudades, sino que está poniendo su sangre en el frente, en la lucha contra el ISIS. La mejor respuesta a los atentados de París, nunca será aumentar los ataques aéreos, sino poner tropas terrestres para combatir junto a los kurdos al Estado Islámico, para ir por ellos casa por casa.

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