Un respondo por quien cargará con la derrota

Un respondo por quien cargará con la derrota

RETRATOS HABLADOS

Perder una elección como la que estará en juego para el domingo, no es cualquier cosa. Debe ser un asunto complicado levantarse la mañana del lunes 6 de junio, con la sensación que solo deja el amor que de pronto desapareció sin dejar rastro, como no sea el recuerdo constante de que pudo ser el absoluto camino a la felicidad de nuestra existencia, pero ya no, simplemente ya no.

Y aceptarlo cuesta, cuesta mucho, en un camino de resignación que pasa primero por la rabia, la furia incluso, que reclama, que asegura se trató de algo injusto, que el sufriente no merecía tanto sufrimiento. De ninguna manera es asunto que en 24 horas todo está sanado y olvidado, no.

Porque es imposible, porque ninguna persona está preparada para una pérdida de tal magnitud, aunque sonría y diga que está bien, que ni le dolió, que seguirá con su vida. Es imposible, porque igual que el amor perdido, perder la gubernatura es algo definitivo, no hay vuelta atrás, no hay segunda oportunidad, no al menos con el cariño original, mucho menos con el poder que se tuvo casi al alcance de la mano.

Por eso no es para cualquiera ni el amor ni el poder, porque deja cicatrices que, simplemente, no habrán de sanar nunca, y a lo largo de todos los años que resten de existencia, siempre estarán ahí, dispuestas a reventarse y traer la nostalgia, la aborrecible nostalgia que entristece, que desata de nuevo la furia, la rabia por “lo que pudo haber sido y no fue”.

Por eso es importante dedicar un espacio justo para quien habrá de perder la elección del domingo, y con ello no me refiero ni al cantante ni a Lima, que sabían, bien que sabían que su papel estaba determinado por la casualidad, nunca por la causalidad. Que simplemente con estar en la competencia era suficiente, y que el recuerdo sería la paga más importante, aunque uno también, seguro, se habrá de llevar la paga de otras actuaciones.

Así que quien pierda, porque alguien tiene que perder, empezará a mirar de otra forma la existencia. No es lo mismo despertarse con el triunfo que con la derrota. El primer elemento ilumina de repente la mañana, la hace alegre y plena de proyectos, porque el  paso inmediato que se da en los asuntos del poder, es el contacto con el gozo, la dulzura de saberse la encarnación misma de las deidades. Lo negarán, dirán que solo es importante si es para servir al prójimo, pero sin goce de por medio carecería de gracia todo el sufrimiento que finalmente lleva a su posesión.

Pero quien pierde, quien carga con la derrota, sabe que el poema de Allan Poe se ajusta como nunca a su existencia, porque “nunca jamás” se darán las mismas condiciones, circunstancias, coincidencias de los astros, para una nueva oportunidad. Quien pierde, pierde para siempre, y de eso están bien conscientes.

De tal modo que quien lleva en sus hombros el peso de la derrota no volverá, nunca jamás, a los tiempos en que veía lejana la posibilidad de competir siquiera por la gubernatura del Estado. Estar cerca del fuego quema, pero alejarse eternamente congela, hace fría la existencia… aunque digan lo contrario.

Así que pedir por quien pierda la elección no suena mal. Porque es la derrota más grave, más generadora de lamentos eternos. Siempre que se recuerde el 5 de junio, para quien no gane, sabrá que después de todo, el ser mortales es parejo, incluso en sus personas que se antojaban inmortales.

Un responso por quien cargará con la derrota.

Mil gracias, hasta mañana.

jeperalta@plazajuarez.mx/historico/historico

@JavierEPeralta

Related posts