Un paraguas amarillo

Un paraguas amarillo

Letras y Memorias

A propósito de los días hermosos, esos donde el cielo se torna aplomado y nuboso, y donde los Dioses amorosos permiten que sus lágrimas de alegría se derramen sobre nuestra sequía, he recordado una inmortal escena de la que puedo encumbrar como una de mis series favoritas. 

He recordado aquel momento en que el usualmente infortunado, indeciso, torpe y utópico pero muy esperanzado Ted, espera en una estación de trenes a que el destino lo alcance, sin saber que curiosamente, ese destino que buscó durante años, daba pasos cortos hacia él bajo una tormenta, y se paraba estoico bajo el resguardo de un paraguas amarillo.

Ocurre que muchas veces, solemos ser un tanto como Ted: perseguimos fines que no son los idóneos, vamos de aquí para allá intentando sentir que estallamos de amor o de dicha; renunciamos a no sentir más a cambio de “vivir el momento” y hasta perdemos nuestra esencia sólo por eso. Ocurre también que intentamos manipular el destino y forzarlo a que ceda ante nuestra voluntad y deseos pero, ¿no es acaso el destino algo de lo que resulta inevitable escapar? O, ¿qué es entonces el destino?

No tengo la certeza, no sé si exista una respuesta correcta ante tal planteamiento pero, andar bajo la lluvia, con el cielo aplomado de Pachuca sobre mi cabeza y con más nubes dentro de ella que las perceptibles en el cielo, me hicieron notar que por lapsos somos como Ted, soy como Ted. Vamos y andamos por la vida persiguiendo lo que constantemente busca dejarnos; vamos generando ilusiones en el alma que al final nos destrozan, y no es culpa de nadie salvo de uno mismo por haber creado utopías. Andamos por este mundo buscando un alma gemela pero no permitimos que alguien más que busca lo mismo, nos encuentre bajo el resguardo de un paraguas amarillo. 

Somos errantes, nómadas que ya no tienen tiempo para aguantar bajo la tormenta, o quizás ocurre que nos han roto tanto, que ahora la más mínima brisa nos deshace pero, ¿no es acaso esa la valía de tener un corazón? ¿No es lo bello de sabernos vivos? 

Muchas veces he sido un Ted. Muchas veces he buscado por todos los medios crear o cambiar el destino, pero luego, bajo la torrencial lluvia, reflexiono y noto que en mi afán de querer cambiar las cosas, terminé por vivir y sentir justo lo que buscaba pero sin haberlo notado antes, quizás esa es la magia del destino: que ocurre sin que sepamos, y es hasta tiempo después que en un momento de charla íntima, notamos que todo lo vivido, fue de esa y no otra manera, porque así quisimos que estuviera escrito. 

Luego entonces, ocurre que mientras pensamos en todo lo habido, se acerca caminando bajo la misma tormenta, ese susodicho destino. Y ocurre que como si de una epifanía se tratase, se nos revela un mundo nuevo frente a la incrédula vista que, en apenas un chispazo, entiende por qué el pasado había sido así con nosotros, pues el viaje se trata del camino y no siempre del punto al final del recorrido. 

Así que mientras llegamos a donde sea que busquemos hacerlo, o a donde sea que la vida nos ponga, lo ideal es valorar el trayecto, y de vez en cuando, tomar un respiro de todo en una estación de tren, quién sabe, quizá sea ese punto en donde entendamos que ya nos ha alcanzado el destino en forma de un paraguas amarillo.

¡Hasta el próximo jueves!

Postdata: Aún no sé en qué estación tenga que esperar, aunque lo más probable es que ese paraguas amarillo ya me haya alcanzado, y deba avanzar hacia la mar.

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