
Siempre acompañado de la épica en la Liga de Campeones, con un misil de Fede Valverde en los compases finales y una exhibición superlativa de Jude Bellingham, el Real Madrid ganó (2-3) en la casa de Maradona al Nápoles, su rival más difícil del grupo, para colocarse líder en solitario del C con dos victorias.
Una sensación de superioridad insultante fue lo que emanó la actuación de Jude Bellingham, que con una asistencia y un gol quebró a un Nápoles que salió convencido de poder hacer daño al Real Madrid y que a punto estuvo de obtener su premio si no hubiera sido por el enésimo golpeo lejano de Valverde que acabó en un gol en propia meta del portero local, Alex Meret, un registro con una efectividad a la altura de unos pocos, justo cuando el partido estaba más bloqueado para el Real Madrid, con el 2-2 tras el empate local desde los once metros.
El primer gol lo finalizó Vinicius pero nació de la inteligencia de Jude Bellingham. El inglés no fue a presionar a Lobotka directamente, esperó a que Di Lorenzo se confiara y diera el pase para apretar e imponerse con su físico, robar arriba y servir a Vini para que definiera como mejor sabe hacer, con el interior al segundo palo en el que fue su primer partido de ‘Champions’ de la temporada. Un estreno a la altura.
De poco sirvió el trabajo hecho por Nacho y Rudiger en la primera mitad, inutilizando a Victor Osimhen, pues nada más salir de vestuarios tras el descanso, el VAR advirtió al colegiado de una posible mano en un lance entre Nacho y Osimhen dentro del área. El árbitro, tras una larga espera, señaló un penalti muy protestado por los jugadores del Real Madrid al llegar de un rebote.
Zielinski, otra vez desde los once metros pese a que García dijo que Osimhen era el lanzador, no falló y empató el choque con un disparo ajustado que dio en un palo antes de subir al marcador.
El Nápoles se creció entonces de la mano de su afición. Desató un torbellino de ocasiones liderado por ‘Kvara’ que puso contra las cuerdas al Real Madrid, ese equipo al que nunca se puede dar por muerto y contra el que no se puede dar por hecho nada en ningún momento.
Recuperó la posesión el combinado de Ancelotti con la entrada de Modric, pero el Nápoles bajó el bloque y se disciplinó en defensa. Bellingham tuvo una ocasión de cabeza muy clara, ya con Meret vencido, pero remató desviado. La sensación era que el Nápoles estaba cómodo, bien colocado y esperando su oportunidad a la contra. Pero el Real Madrid tiene muchos recursos y siempre está acompañado de la épica en esta competición.
Y en esas, entre posesiones infructíferas frenadas por el muro ‘azzurro’, llegó el zapatazo de Valverde que volvió a enmudecer a toda la ciudad sureña. Un misil que golpeó en el larguero y que acabó entrando después de rebotar en Meret.