Un Infierno Bonito

SE LO ECHARON AL PLATO
Murió apuñalado en el barrio de El Arbolito. Lo asaltaron las pandillas que tiene años que actúan impunemente, sin que la policía haya podido terminar con ellas. De que se aplastan como changos en la camioneta patrulla, no se bajan hasta que terminan su turno. Tienen miedo de meterse a los callejones y que les rompan su jefa.

La historia de ese barrio minero tiene mucho que contar.  Ahí siempre han vivido “Los Calcetines”, que siguen de generación en generación. Seguido hay broncas con otros barrios, pero la policía no le entra; para taparle el ojo al macho, llegan después del pleito.
Pero esto que les cuento fue un asalto. Lo agarraron con las manos en las bolsas, caminaba rumbo a su casa, cuando le cayó la chusma. Cuando quiso aventar madrazos para defenderse, le echaron montón, y todos lo picaron con cuchillo.
Los asaltantes siempre atacan por donde nunca pasa la policía, y les ayuda mucho la presidencia municipal, que no cambia los focos fundidos de los postes, y al entrar a los callejones, algunos van con el Jesús en la boca, no le vaya a salir algún espíritu maligno; hay otros que entran con una piedra en cada mano, por si las moscas.
Porque pasar en la oscuridad es como meterse en la boca del lobo. Después de matar a su víctima se escaparon corriendo.  No es el primero, ni el último.
Mientras no pongan policías valientes. Los altos mandos en lugar de andar dando pláticas, les habían de enseñar a sus nahuales, perdón, a los uniformados, donde están los barrios más peligrosos en Pachuca, tierra de parquímetros,  baches y basura.
Todo sucedió en el callejón de Loreto, esquina con la calle de Galeana, guarida de los asaltantes, y como dice el dicho, “después del niño ahogado, tapan el pozo”.
Por esa muerte, hubo una gran movilización de gendarmes, con decenas de patrullas de la municipal y de la estatal. Les informaron que hubo una riña de pelos, y a uno le tocó perder la vida.
Eso lo anotaron los comandantes para dar su informe, pero tuvo hubo que tachar su escrito, pues un testigo les dijo que el hombre caminaba cuando, de pronto, le salieron varios para quitarle sus pertenencias.
El victimado no se dejó, se les puso al brinco, vendiendo caro el pellejo, pero como eran varios, no le dieron tiempo de montar en su caballo y le llegaron por la retaguardia.
La noticia corrió como reguero de pólvora. Llegaron sus familiares, lo identificaron por su nombre, pero la policía lo anotó como abecedario, R.G.G., de 26 años.
Dijeron que regresaba de su trabajo a su casa, nunca se desviaba para juntarse con los vagos, él era un gato ratonero, que siempre llegaba puntual.
Se había corrido la noticia que entre los que lo mataron estaban detenidas cuatro personas. Los uniformados se los llevaron para sacarles la sopa. Los pasaron con los agentes de Investigación, y no les pudieron sacar nada. Indicaron que estaban de babosos, mirando el chisme, cuando los agarraron.
Los peritos de criminalística recabaron los indicios. Se reunieron agentes de Investigación, uniformados municipales y estatales, protección civil, el grupo de rescate y los bomberos.
El Ministerio Público  anotó en su carpeta cómo había estado el bizne, y ordenó que pasaran al difunto al Semefo para que, si no encontraban a los culpables, al menos sabían cómo lo habían matado.
Según el reporte del Servicio Médico Forense, el extinto presentaba varias heridas de arma punzocortante. el MP apuntó que ya tenían en la mira a los asesinos, había anotado todo en su carpeta, ahora sólo falta que los agarren.

SE LES APARECIÓ EL DIABLO ENCUERADO
Capturan a cuatro monos que llevaban pistola y droga, y para los agentes de Investigación, están relacionados con los atracos a autobuses; y para acabarlos de amolar, viajaban en un coche con reporte de robo.
Tres de ellos son originarios de Acaxochitlán. Se los cargó el pingo al ser detenidos por agentes de Seguridad Pública de Huauchinango, Puebla, a la altura de la colonia El Potro, portando una pistola y droga.
Tras el reporte ciudadano de un vehículo con sospechas de que se lo habían carranceado, los uniformados poblanos no quitaron el dedo del renglón, implantaron un operativo y lograron sacarle la sopa al cuarteto.
Para hacer una cosa bien y no zurrarla, revisaron el sistema de cómputo, y llegaron a la conclusión de que el automóvil tipo Derby, placas de circulación 960 PXN, arrojó reporte de robo.
Los preventivos hicieron una revisión a los ocupantes del coche, y le encontraron una pistola, calibre 40, a quien dijo llamarse Jorge M., de 38 años.
Estaba junto con sus cuates, Ernesto Daniel N.N. y Jaime David N.N., de 21 y 25 años, así como Bernardo, éste último vecino de la población de Juan Galindo, Puebla, la tierra del camote.
Fueron detenidos y llevados al Ministerio Público, para quedar encerrados en las mazmorras, acusados de diversos delitos. Esos policías poblanos si lo saben hacer, no que los de aquí nada más te encierran y te dicen cuánto es de la multa.
Además de viajar en un coche robado, iban armados y llevaban marihuana. También llevaban una computadora laptop, equipos de radio de comunicación, cuya legal procedencia no pudieron comprobar.
En los círculos policiales trascendió que dos de ellos han ingresado al bote por robo. También fueron señalados como autores de asaltos al transporte público, en los límites de Hidalgo, Puebla. Recientemente atracaron unidades de la Unión Serrana y Enlaces de Oriente.
Los otros dos, se informó que trabajaron como choferes en la ruta Tulancingo-Huachinango. Sin embargo, como no hubo denuncia, las autoridades no tienen los elementos suficientes para enjuiciarlos.
Esto se debe a los afectados prefirieron no denunciar los hechos debido a que, cuando acuden al Ministerio Público de Tulancingo, los mandan a Huauchinango, o salen con la mamada de que vayan a Pachuca.

ANDABAN BORRACHOS Y COLISIONARON
Dos sujetos fueron detenidos por la Policía Municipal San Agustín Tlaxcala, tras chocar sus vehículos de frente, pues andaban hasta el gorro de borrachos.
Se desconoce quién fue el responsable. Para su buena suerte, no les pasó nada. Los que quedaron desmadrados fueron los coches, que ya ni la grúa se los llevó; esperaron que pasara el carro de la basura.
En el lugar del accidente los uniformados localizaron un automóvil Tsuru rojo y un Jetta, vino, cuyo conductores estaban hasta la madre. No sabían cómo se llamaban.
Paramédicos de Protección Civil acudieron a valorar a los involucrados en el percance.
Los policías no quisieron ponerles el alcoholímetro, con el temor de que lo descompusieran. Los dos choferes no podían hablar, se caían solos. Señalaban a los policías, y les daba risa.
Los uniformados se vieron en la necesidad de llevarse a los dos ebrios al calabozo, por ser los protagonistas del accidente.

ATRAPAN A HUACHICOLERO
Iba cargado de gasolina. Fue detenido por la policía con el fin de levantarle una infracción por conducir sin luces, con el peligro de que causara un accidente. Le ordenaron que las encendiera, y se dieron cuenta que la unidad cargaba aproximadamente 4 litros de gasolina robada.
Iba sobre la carretera Ciudad Sahagún-Emiliano Zapata, a la altura de ciudad deportiva. Ahí, los elementos de la Policía Estatal efectuaron la detención de N.S.M., de 56 años. Conducía una camioneta Ford F-350, roja, que circulaba con la luz apagada, para despistar a los policías. Dijo que le falló la estrategia, porque al manejar a oscuras lo pararon, si no ni lo pelan.

CAMIONETA SE LLEVÓ DE CORBATA A UN PUESTO
Se escuchó un fuerte madrazo y salieron volando los chilaquiles, las enchiladas y los guajolotes. A muchos de los comensales, del susto, les ganó en los calzones; otros quedaron con los pelos parados.
Un conductor que se equivocó de pista y de competencia. En su camioneta corría a toda velocidad.
En una curva donde vendían comida, le agarró la mano el chango, y ¡bolas! Chocó con el puesto. Los hechos ocurrieron como a las 10 de la noche del domingo pasado, sobre la avenida Progreso, en Cuautepec.
Raquel, de 20 años, salió lesionada y fue trasladada a una clínica particular, toda llena de caldo. No saben los gendarmes si era de las dueñas del changarro.
El chofer de la camioneta Cheyenne, de 47 años, fue detenido por los uniformados y llevado ante el Ministerio Público para que pagara todos los daños.
El vehículo se llevó a su paso sillas, ollas con las que estaban haciendo el consomé, lo mismo que cazuelas de mole y varios utensilios.
Los testigos comentaron que estaban echándose un preventivo antes de la cena, cuando de momento todo desapareció.
Volaron los clientes, junto con las comidas. Asimismo, comentaron que el chofer iba borracho.
Durante más de una hora la carretera estuvo cerrada. La camioneta quedó atravesada. Hasta que llegó una de las grúas y la quitó de ahí, para llevarla al corralón.

A ESTO SE LE LLAMA SUERTE
A uno que lo dejó el autobús, caminó por lo oscuro, más de un kilómetro. Sin aparente motivo, varios tomadores le echaron una trompetilla, y él les respondió mentándoles la madre.
Todo los que estaban, que eran cuatro, sacaron pistola y le dispararon a matar.
Según los testigos, le dispararon a un hombre que corría cubriéndose su cholla con las manos, porque era el tiro al blanco.
Le tiraron más de 20 balazos. Después de la agresión, pidió apoyo a las autoridades policíacas, quienes localizaron más de 20 cartuchos quemados de una arma calibre 22 milímetros.
De los agresores sólo se sabe que escaparon a bordo de un vehículo particular, cuyas características se desconocen.
Le echaron una porra, pues ni siquiera un rozón le tocó. Expresó el jefe de la policía, que esa es suerte de la buena.

IBA COMIENDO CAMOTE Y SE CAYÓ
Al caminar se distrajo y cayó en una tumba del Panteón Municipal de Pachuca. Se resbaló y se fue al fondo de una fosa de más de 3 metros. Llamaron a los cuerpos de rescate para que lo sacaran.

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