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UN INFIERNO BONITO

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“EL MONO”

Era un sábado al mediodía, doña Sara fue al barrio de “La Palma” a visitar a su hija Luisa, que por lo flaca le decían “La Lombriz”, estaba casada con Juan “El Mono”, entró a la vecindad y al abrir la puerta vio un desorden, todo tirado, mesas, vasos y sillas, su hija estaba sentada en la orilla de la cama, chillando como sirena de ambulancia, alrededor de ella estaban sus hijos, que también lloraban y la miraban muy tristes, la señora Sara se acercó y le quitó las manos de la cara y le preguntó:

 

  • ¡Qué te pasó hija! ¿te atropelló un camión de la ruta Provincia?
  • ¡No, mamá! Me pegó Juan.
  • ¡Hijo de toda su chaparra madre! ¿Dónde está? Lo voy a matar a piedrazos, este cabrón no se la va acabar, voy a conseguir una pistola y donde quiera que lo encuentre se la voy a descargar al güey.

La señora Sara estaba que echaba chispas, se quitó el suéter, y miraba para todos lados, salió al patio entro y le preguntó a su hija: ¡Dónde está el desgraciado!

  • Se salió, de seguro ha de estar en la cantina, o se fue a la casa de su madre, llegó en la madrugada y como no me quise parar a darle de tragar se me fue encima, me arrastró toda la casa de los cabellos, y como es luchador rudo, me picó los ojos y me dio un faul.
  • Hijo de toda su chancluda madre, por un pelito y te mata, esto me lo voy a cobrar golpe por golpe. Te voy a curar y luego lo voy a buscar, y en cuanto lo agarre le voy a dar una madriza, que se va acordar de mí en toda su mona vida, si es que lo dejo vivo.

La señora puso agua a calentar y con mucho cuidado, le limpiaba la sangre reseca a su hija, y ni dejaba de maldecir al mono. La pobre de Luisa lloraba por el dolor, y más cuando le ponía alcohol en las heridas.

  • Aguántate, tienes una herida abajo del ojo, dentro de la boca, te la dejó como trompa de puerco, dos descalabradas grandes, te voy a cortar el pelo para ponerte unos vendoletes y un parche, tienes hinchado todo el cuerpo, parece que estás deteniendo líquidos.
  • ¡El pelo no me lo corte, jefa, a lo mejor ya no me sale!

La señora estaba que se la llevaba toda la chingada, y no dejaba de mentarle la madre al “Mono”, cuando terminó de curarla le dijo:

  • ¡Pero ahorita que regrese ese desgraciado, infeliz, poco hombre, le voy a dar una madriza, que se va arrepentir de habérsele salido a su madre! ¿Ya desayunaron los niños?
  • ¡No mamá, por eso me pegó, por pedirle el gasto! ¡Yo creo que tiene otra mujer, porque me da el dinero que quiere, discute por cualquier cosa, falta varias veces por las noches y cuando llega borracho me madrea!
  • ¿A ver, cuéntame cómo te pegó?
  • Estaba haciendo la comida, llegó pidiéndome ropa limpia, le dije que se espera un rato, y me mentó la madre. Se la regresé y me dio de cachetadas, entonces me calenté y me le fui a rasguños, me agarró de las manos, y me dio de chilacatazos, le di una patada en los bajos, y mientras se los sobaba me salí corriendo para pedir ayuda, me alcanzó agarrándome de las greñas, y me arrastró hasta aquí y me siguió pegando, mis hijos chillaron tan fuerte, espantados, y me abrazaron. Entonces me dijo que me había salvado la campana, pero para la otra era madriza doble y se fue, llegó como a las cuatro de la mañana, me dijo que era una huevona, que me parara a darle de comer, le dije que no había nada, que contrabajos conseguí 10 pesos para comprar bolillos, y se los di con café negro, a los niños, fue cuando se acercó a la cama, me jaló de las patas, que me tiró y me pegué en el suelo, me levantó de las greñas y me puso un tope, que me fui de nalgas, me agarró a patadas, luego me cargó y me volvió azotar en el suelo, me levantó y me puso una llave en el pescuezo, luego una quebradora, agarró una botella y me la sonó en la cholla, dos veces perdí en sentido y no supe de lo demás, cuando desperté, estaba sentada en una silla, y él estaba en la cocina buscando algo que comer, desde ahí me aventó una una olla, fue cuando me fui para tras, me jalé del mantel y tiré todo los que estaba encima, me quebró una silla en la cabeza, buscó en el cajón de la ropa, se cambió de camisa y se largó, y me dijo que venía por la noche a darme la segunda tanda.

Al escuchar a su hija, la señora se puso como chinicuil, estaba tan encabronada, que cerraba sus puños, golpeaba la pared, y tomaba aire, lo soltaba, se mordía los labios, y le mentaba la madre al “Mono”. Luego le dijo doña Sara a su hija:

  • Ya lo pensé muy bien, vamos a poner una demanda al Ministerio Público, y luego vamos al DIF, a Protección a Víctimas, ya ves que dicen esos güeyes que defienden a la mujer, y hasta los jefes de los tecolotes le siguen la corriente y dicen que ya se terminó la violencia, vamos a ver si es cierto, y luego le doy en la madre.

Luisa y su mamá dejaron encargados a los niños y fueron al Ministerio Público a poner su queja. A la señora la pasaron al Servicio Médico para valorar sus lesiones, y mandaron a traer al “Mono” a como diera lugar, que se lo iban a chingar por pegalón, mientras tanto, quitado de la pena, “El Mono” muy tranquilo tomaba sus Chelas en la cantina “La Palma” y muy orgulloso les platicaba a sus amigos:

  • Hoy por la mañana que se me pone pendeja mi vieja y que la ejecuto, a punta de madrazos la tengo que hacer entender que en mi gallinero ninguna gallina canta, de seguro va ir de chillona con la pinche vieja de su madre, pero si me dice algo va acorrer la misma suerte, le voy a quitar lo habladora.

En esos momentos entró “El Cuino” y le dijo al “Mono:

  • Hay te vienen unos ministeriales, andan preguntando por ti, de seguro te andan buscando, porque se oyó decir que casi matas a tu vieja.

“El mono” se puso como pambazo y sin decir palabras, se subió corriendo a la casa de de su mamá Jovita, que vivía unas casas más arriba. En el momento que la señora iba a abrir la puerta, “El Mono” entró violentamente, azotando a la viejita contra la pared, quedando apachurrada con la puerta, que su cabeza sonó a bote viejo. “El Mono” le hizo señas a su mamá, poniéndose el dedo en los labios que se callara, y se metió debajo de la cama. La viejita toda apendejada, no comprendía lo que pasaba, sólo se sobaba su cholla donde le había hecho un chipote, brincó cuando tocaron la puerta.

  • ¿Quién es?
  • ¡La policía!
  • ¿Qué quieren, qué se les perdió?
  • ¡Que salga el que está adentro!
  • ¡Aquí no hay nadie más que yo! Y no les puedo abrir, como sé que son policías, a lo mejor son violadores.
  • ¡Abra o tumbamos la pinché puerta a patadas!

La señora Jovita les dijo:

  • No les voy abrir, sigan adelante, esta casa es católica y no tenemos delincuentes.

Los agentes investigadores le dieron de patines a la puerta, tumbaron una parte, le dio miedo y la señora, temblorosa, les abrió, varios hombres con la pistola en la mano, haciéndola a un lado, apuntando con la pistola a todas partes, buscaban en los cuartos, en el baño, en la azotea, en el patio. Uno de los ministeriales levantó la cama y salió el mono hecho la mocha, tumbando nuevamente a su jefa, y atrás de él los policías, y se escucharon unos disparos. Jovita con trabajos se levantó sin sobarse el mulazo que le había dado su hijo, y salió a reunirse con los vecinos, que preguntaban qué había pasado. La señora le preguntó al más chismoso:

  • ¿Qué sabe usted, señor Lino?
  • ¡Nada! Yo estaba en el water y escuché ruidos, me levanté a asomar y vi a uno que iba corriendo como loco y unos cuicos que le aventaban de balazos, y me caí, que si no me agacho me pasa lo que al perico, mire mi sombrero, le hicieron un agujero de un balazo, un centímetro más abajo y ahorita estuviera rindiendo cuentas con San Pedro en el cielo.
  • ¡Ay, Dios mío! Vienen de la casa de Jovita, a lo mejor la visitaron los asalta viejitas.

Jovita comenzó a llorar en silencio y le fue subiendo de volumen, los vecinos fueron a preguntarle qué le había pasado, que si la habían violado.

  • Qué le pasa, Jovita, ¿por qué llora, abuzaron de usted todos los que salieron corriendo?
  • Eso viera sido bueno, iban correteando a mi hijo.
  • ¡Ah, chinga! ¿Por qué quieren amolar su “mono”?
  • Eso quisiera saber, llegó mi hijo corriendo, me dijo que me callara y se escondió debajo de la cama, quebraron la puerta, lo sacaron y le tiraron de balzos en las patas.

En las bancas del MP, doña Sara y su hija estaban muy inquietas, esperaban a que los ministeriales llegaran con “El Mono” agarrado de los pelos, pero se llevaron una sorpresa, llegar con las manos vacías, le informaron al Agente Social que el acusado se les había escapado, pero que al rato regresaban e iban a peinar la zona y mandar a otros que le pisaran los talones y le echaran el guante. Eso hizo enojar a doña Sara, que les echó madres por ineptos, les dijo agentes chafas. Eso hizo enojar al Agente Social.

  • ¡Cállese el hocico, señora, o se va a quedar detenida por insultar a la ley! No crea que el que madreó a su hija estaría esperando a los policías.
  • ¡Insultarla! Siempre pasa lo mismo, nunca agarran al culpable.

Se salieron muy enojadas, y llegaron a su casa, y por la noche la señora le dijo a su hija:

  • Duérmete con los niños en su cuarto, hija. Yo me quedo en tu cama, me late que ese infeliz tiene que llegar a huevo, y estaré lista para esperarlo.

Con la presión, el estrés, el coraje, el cansancio se durmieron todos a pierna suelta, era medianoche y el mono entró a la vecindad con mucha precaución, no escucharon cuando el “El mono” sin hacer el menor ruido, entró a su casa, se desvistió y se metió a la cama. Acarició el cuerpo de la mujer y le dijo en la oreja:

  • Perdóname mi amor. Yo te quiero mucho, nada más que veces me sacas de onda. ¡Me perdonas!

Cuando le buscaba la boca para darle un beso, recibió un madrazo en el mero hocico, que hasta lucecitas vio, al prender la luz, por poco y se desmaya de la impresión al ver a su suegra. La señora lo agarró de las greñas y se fue sobre de él, sin darle tiempo a nada, le hizo manita de puerco y todo madreado lo llevó, encuerado, al Ministerio Público, acusándolo que quería abusar de ella. Y “El Mono” por más que quiso desmentirla lo metieron al bote, y pasó varios años en la cárcel, acusado de querer violar a su suegra.

Gatoseco98@yahoo.com.mx.