UN PECADOR SE QUISO IR AL CIELO
Entre la vida y la muerte se encuentra un borrachín, que hizo que el alcohol, que se chupo como recién nacido, acabara con su vida en una de las jardineras que se encuentran frente a la iglesia del municipio del Mineral del chico, se cortó las venas para conocer en persona a San Pedro y pedirle una carta de recomendación para que entrara a la gloria.
Pero lo salvó la campana, en el momento en que se encontraba en cuerda floja, pasaron por ahí unas personas y al ver que estaba herido llamaron a los uniformados.
Les dijeron por medio del único y fantástico 911, que una persona del sexo masculino, como de 50 años de edad, estaba empinado como pollito tomando agua y le salía sangre de las manos, de volada solicitaron a la Cruz Roja, pero como no tienen llamaron a el único médico para que lo atendiera.
Lo encontraron con la cola para arriba, inconsciente y se lo llevaron en una ambulancia de la Cruz Roja de Pachuca, mientras se le estaba saliendo la sangre de a chorrito, lo llevaron al Hospital General, como estaba muy pesado, los socorristas pidieron ayuda para subirlo, no lo echaron en la camilla, por riesgo de que la rompiera.
De inmediato lo pasaron a urgencias y una enfermera se encargó de curarlo, mientras llegaba el médico de guardia, que le dijo: “señorita por favor no le eche mucho alcohol, porque luego no tenemos, lávele las heridas con agua”
“Así lo estoy haciendo, al señor le sale el alcohol por todas las cavidades, para mi que chupo mucho, ha de andar decepcionado y se despachó con la cuchara grande”, como estaba inconsciente, no le pudieron tomar sus datos, ni de dónde era, porque ninguno de los vecinos logró identificarlo.
Por otra parte el personal de seguridad municipal de El Chico, Hidalgo, se dio a la tarea de investigar, que clase de tipo era, pero no lo lograron.
Los vecinos al interrogarlos dijeron que no es del pueblo, que probablemente fue de visita, el hombre pesa aproximadamente unos 120 kilos, vestía un pantalón de mezclilla, camisa de cuadros, utilizaba anteojos, tenía el pelo castaño; lo encontraron tirado.
Dijo el sacristán de la iglesia, que estuvo tocando, pero no le abrió y escuchó que decía “he sido un mal hombre, te pido perdón Dios mío, quiero estar en el cielo para vigilar a mi vieja greñuda, que me contaron que me anda haciendo de chivo los tamales”.
POR COINCIDENCIA FUE IGUAL QUE EL OTRO
Gilberto Marín es un hombre muy macho, de 42 años, siempre cantaba la canción de José Alfredo Jiménez “La vida no vale nada”, y como a las misas de los domingos no le falla, ha escuchado miles de veces que dice el sacerdote, que al morirse, encuentran una vida a toda madre, un Paraíso lleno de felicidad y mucha tranquilidad, al estar lejos de su greñuda vieja, que el único trabajo, que hacen es limpiar las estrellas y barrer las nubes.
Allá en el cielo hay muchos aguacates y la gasolina no la suben, tampoco se la roban, eso lo animó mucho y quiso irse al otro mundo a ver que pez.
Para darse valor, se chupo un pomo, se puso hasta el cepillo y con una navaja se corto las venas del pescuezo, se quedó enroscado como perro con mucho frío. Lo hizo en el patio de su casa, en Avenida Juárez.
Eran cuarto para las siete de la noche, la señora Silvia de 50 años, que trabaja como su gatigrafa, lo descubrió en un charco de sangre, le gritaba a todo pulmón muy espantada, a su patrón, para que abriera los ojos, pero no recibía respuesta, lo quiso parar y se fue de nalgas, cayéndole encima, mejor corrió al teléfono y llamó al 911, llegaron de volada con la macana en mano, Silvia les dijo que no era pleito, que su patrón se quería pelar de casquete al otro mundo, porque tenía las manos cortadas.
Los uniformados se metieron como si fuera su casa, encontraron al señor inconsciente, con las muñecas cortadas, llamaron a los socorristas de La Cruz Roja, le dieron los Primeros Auxilios y se lo llevaron al Hospital General de Pachuca, donde se confirmó que el señor Gilberto, se quería salir por la puerta falsa, dándose en la madre solo.
Los policías y médicos no pudieron tomarle declaración por lo borracho, solo pujaba y hacia los ojos de borrego a medio morir. Silvia llamó a sus patrona y le contó lo que había pasado con su padre, que es bien pedestal.
Al verlo se puso contenta porque dijo que no murió, y que cuando se le baje la peda, en lugar de barrer las nubes, va a barrer la galera de la Policía Municipal, donde se lo van a llevar por atentar contra su propia vida.
Y cuando salga ella se encargará de que todos los días barra la casa el patio, y la calle, si se niega, lo va a sacar a empujones.
LOS LADRONES SE METEN COMO EN SU CASA
En la calle de Argentina de la colonia Maestranza, eran las 2 de la tarde cuando el calor se sintió a madres, habían dejado el zaguán abierto, dentro de la casa, se encontraban la mamá, una hija de 18 años, 2 hijos de 15 y 13 años, esperaban al papa, Juan José, para mover la quijada.
Cuando llegó el jefe de la casa, todos se pusieron de pie, saludándolo, él estaba contento porque llego a la hora de mover bigote, sonriendo le dio un beso a doña María, su vieja, a su hija Karla, y a Juan José, comenzaron a comer como pelones de hospicio, de pronto entraron a la casa 3 ladrones, uno llevaba una pistola, otro un machete, y el tercero un cuchillo cebollero.
Juan José, al quererse parar se le atoró el bocado y la señora cuando le enseñaron la pistola, y le apuntaron en la cholla, mientras que el hombre que llevaba el machete, agarró a la hija mayor, se lo puso en el pescuezo, amenazándola de cortarle la cabeza, les dijo el delincuente: “no se muevan porque los matamos. El tercero corrió hacia la recámara y se escuchaba que buscaba algo, porque tiraba las cosas, de momento entró con ellos un perro grande, de raza corriente, los olfateo, nadie se movía; el perro, se fue a la recamara y de momento se escuchó que lo atacó.
La muchacha le dio un aventón al del machete que cayó de cola, aplastándose las almorranas, Juan José le puso un Madrazo, al de la pistola, la soltó y salieron corriendo, atrás de ellos el perro, tirándoles de mordidas en las nalgas.
Cerraron la puerta y la atrancaron,la señora les dijo que avisaran a la policía, pero Juan José, dijo que no, porque dejaron la pistola, el machete y el cuchillo, que mejor se quedaban con la pistola, para defenderse, el machete, para cortar las ramas y el cuchillo para pelar las papas.
LO QUIEREN SACAR DE SU CASA Y DARLE EN LA MADRE.
Sabas Hernández, desde que lo liquidaron de la mina, le ha ido como en feria, quedó más endrogado que una secretaria de gobierno, el casero está a punto de lanzarlo a la calle a ver a su madre, con todo y vieja, porque no le pagan.
Sabas, anda navegando con bandera del fracaso, no encuentra trabajo fijo, el abonero lo trae loco, debe un refrigerador, a quien se le esconde por semanas.
Su vieja, hace todo lo posible por sacar a ese buey de la barranca, organiza tandas, lava y plancha ajeno, todas sus pertenencias están en el empeño.
Sabas se siente un verdadero desgraciado, por lo que le pasa, trabajo en la Presidencia Municipal, como barrendero con su carrito, lo corrieron por chocar con uno de veras, para escondérsele a los aboneros, se metió de enterrador en el Panteón Municipal, pero se le pego un muerto, que ya se andaba llevando a su vieja, tuvo que buscar una espiritista para que le hiciera limpias y lo regresará al panteón.
Trabajo de chalán con el maestro Jacinto y se cayó del andamio; cuando fue al cerro a buscar unos nopales, para que los hicieran en chilito, lo mordió un puerco; para acabarla de amolar se enfermó su niño recién nacido, no sabia que hacer y un día llegó muy enojado uno de los aboneros, le dijo a su vieja: “dígale a su señor que si mañana no me paga, lo voy a mandar a embargar”, la señora, muy triste le contestó: “ay señor, a mi viejo se le a puesto la cosa dura, y yo con mi chiquito malo, pónganse en mi lugar”, el abonero le dijo: “ni madres, mejor regreso la semana que entra ya que todo esté calmado”.
ASALTABA A QUIEN PASABA
Martín Bautista, de 35 años de edad, con domicilio en la calle 21 de Marzo de la colonia Cuauhtémoc, es un asaltante de profesión, ex convicto y cliente del CERESO, los vecinos cada que lo ven cierran sus changarros, se previenen con un palo, mientras otros le mientan la madre por Ratón.
Roberto Hernández, fue a buscar a un compañero de trabajo, que le debe una lana, arriba de la escuela Pedro María Anaya, regresaba muy contento porque si le habían pagado, ya daba por perdido, ese dinero, tenia mas de un año cobrando y lo regresaban con cajas destempladas, diciéndole, que les ha ido de la patada, primero por el gasolinazo, la canasta básica ha subido, pero por fin le pagaron.
Muy contento camino por la calle de Sostenes Rocha, se quedó de baboso a ver un grupo de perros que estaban en la equina, que se peleaban por una perra.
De momento sintió un madrazo en la quijada, que lo hizo rodar al suelo, espantó a los perros, luego le dieron una patada en la panza, le sacaron el aire, se revolcaba de dolor.
Un hombre desconocido lo levantó de las greñas, le puso el brazo en el cuello, apachurrándole el gañote.
Le metió la mano a la bolsa y le saco 2 mil pesos, que le habían pagado, luego le dio un aventón, cayó de mollera, dio una maroma, el ladrón, se echó a correr rumbo al Cinturón de Seguridad, mientras que Roberto, se quedó sentado, sobándose la cabeza, le salía sangre de la nariz, para su suerte pasó por ahí, una camioneta de la policía municipal, una señora, les dijo que habían robado y golpeado a ese pobre hombre, que el ladrón se echó a correr hacia arriba.
Los policías corrieron y lo alcanzaron una cuadra antes del Cinturón de Seguridad, lo bajaron para que Roberto, lo reconociera, al verlo dijo que sí, que le devolviera su lana, los gendarmes lo llevaron a la Policía Municipal, y Martín resultó un Pájaro de Cuenta, tenía varios ingresos al CERESO y dos horas de haber salido de la cárcel, lo volvieron a meter, Roberto, le preguntó al Ministerio Público: “¿Y los madrazos, que me dieron los cuicos qué, así se van a quedar, siquiera bájenme unos años de prisión”.