ESTÁ MUY ESPANTADA LA POLICÍA ESTATAL
A los uniformados estatales los agarró el diablo encuerado en un callejón sin salida porque unos rijosos les propinaron una madriza de pelos. Además de desmadrarlos, les quitaron las armas de cargo.
Todo esto sucedió fue en la madrugada del domingo en la comunidad de Azoyatla, perteneciente al municipio de Mineral de la Reforma, donde fueron atender el reporte de robo de un taxi.
Eran tres los policías, y explicó uno de ellos, quien salió mejor librado, que los atacaron sin piedad. Un rufián le llegó por la retaguardia al comandante, no dándole chance de defenderse. Se sabe que se trataba de un agente federal que iba acompañado de cuatro personas, una de las cuales fue detenida.
Los demás escaparon, llevándose sus escopetas. El arrestado fue puesto a disposición del MP, y esperan que cante todo lo que sabe. Lo mandaron con los agentes investigadores, que ya le consiguieron un buen mariachi.
Los violentos hechos ocurrieron en el lugar llamado Puente de Pila, de la comunidad que ya les dije. Eran como la una de la mañana. A los elementos no les dieron tiempo de montar en su caballo. Estos güeyes les faltaron al respeto, y dicen que su idea era echárselos al plato.
Fueron atendidos por los paramédicos del Cuerpo de bomberos y los elementos de rescate, pero la regaron porque para, acabarlos de madrear, los llevaron a la clínica del ISSSTE.
De acuerdo con la carpeta de investigación, por los delitos de robo, lesiones, amenazas y lo que resulte, se sabe que los agraviados son: Fermín, el comandante Javier, y Juan Carlos, de la Secretaría de Seguridad Pública.
El desgraciado que se veía que estaba mariguano, que iba junto con otros de su calaña, se llama Germán, y al parecer ya lo están investigando. Uno de ellos es agente de la Policía Federal.
Los jenízaros desmadrados, expusieron que hacían su servicio de vigilancia como siempre la hacen, en la colonia Los Taxistas, cuando les cayó una mentada, que diga una llamada por radio, alertándoles de un atraco a ruletero en Azoyatla, partiendo de volada para allá.
Al llegar a La Pila, encontraron a varias personas que se identificaron y dijeron ser gente de paz, incluso uno de ellos les mostró una credencial que lo acredita como policía.
Los uniformados les explicaron que su presencia en ese lugar era porque les habían reportado un robo, por lo que procederían a hacerles una revisión corporal de rutina, como lo marca la ley según San Lucas.
Todo iba muy bien, incluso el imputado que era el que dirigía la banda, se identificó con su credencial de trabajo y mostró licencia para conducir, diciendo que era su compañero, que los vacilaron porque no existía ningún robo. Ellos venían en su coche.
El comandante que es como santo Tomás, le recogió la credencial de policía, caminó unos pasos para corroborar sus datos en Plataforma México, pero cuando iba a llamar, de momento le llegó un madrazo en el lomo, que sonó como tambora. Luego recibió un madrazo en la chirimoya, que le sumió la gorra debajo de las orejas. Al dar un paso adelante, chocó con la patrulla y se fue hacia atrás, cayendo de cola. El cuerpo le ganó y paró las patas.
El sedicente agente federal se le fue a puntapiés y no lo dejó levantarse hasta que se quedó quieto. Los demás policías les apuntaron con sus armas, advirtiéndoles: “si se mueven, disparo”. Pero los agresivos tipos se les aventaron a patín y madrazo, quitándoles las armas, para con ellas darles hasta dejarlos en medio de un charco de sangre.
Uno de los gendarmes, como pudo, logró comunicarse con sus hermanos los policías. Como estaba muy oscuro, dijeron que no los pudieron ver. Además les dejaron los ojos de rana. A dos se los cerraron a puro madrazo. El agraviado policía pudo comunicarse con sus compañeros. Al que le tomó la llamada por radio, le dijo que los habían golpeado en una riña, pero el que recibió el mensaje lo reportó que en Azoyatla se habían robado a una niña.
Salieron varias patrullas, haciendo un escándalo de todos los diablos, y cuando llegaron vieron a sus compañeros tirados, que apenas podían hablar. Fueron trasladados en la ambulancia de la misma policía porque en la Cruz Roja les dijeron que estaban contando lo de la colecta.
Dijeron a sus superiores que habían agarrado a uno de los belicosos, quien es de 36 años, y le encontraron una credencial de policía federal. Piden que lo pasen con los agentes investigadores para que le saquen la sopa y atrapen a los que golpearon al comandante y a su gente para que les den en la madre como ellos lo hicieron con sus compañeros. Que no les teman, que solamente Judas temió.
SENTENCIARON A DOS GREÑUDAS
También echaron al bote a dos changos marangos. Estos cuatro sustrajeron a un bebé de un mes de nacido. Les cuento la truculenta historia.
Hace un año y cuatro meses, estos cuates planearon apoderarse de la criatura mediante un plan bien seguro, según ellos. La idea era sustraer al hijo de una Tech (indita) muy chambeadora, a quien contrataron para que fuera a hacer tortillas a mano a la pachuqueña colonia El Tezontle.
Pero, para su mala fortuna, los agarró la policía y se los empinaron a los cuatro. A tres de ellos les dictaron una pena de 6 años de prisión y a la autora material el doble, o sea que se va a mamar encerrada 13 años, aunque todavía no se ha ejecutoriado porque en un juicio medio pelón que no le dan al clavo, a lo mejor le suben más porque los jueces no se ponen de acuerdo.
La Procuraduría General de Justicia en el Estado de Hidalgo informó que a través de diversas pruebas recabadas por el agente del MP tres viejas greñudas y un mono recibieron la sentencia después del 26 de noviembre del año 2015.
Estos desgraciados sometieron a una mujer de 25 años y le quitaron a su retoño recién nacido. La agraviada madre del niño declaró que fue contratada para hacer tortillas en la colonia El Tezontle, y como le ofrecieron buen pago, llegó muy puntual, cargando a su bebé.
Aclaró que encontró a una mujer desconocida, vecina de Zacualtipán, que hizo amistad con ella en la Central de Abastos de Pachuca, sin que la denunciante sospechara de las oscuras intenciones de la fémina por arrebatarle a su vástago. La indiciada tenía planeado engañar a su viejo ausente, por motivos de trabajo, de que estaba panzona y le faltaba poco para parir.
La autora intelectual y material del acto ilícito se reunió con un grupo de personas y les pagó por su colaboración. Así que engañaron a la humilde mujer diciéndole que iban a tener una pachanga de pelos y que habían invitado a mucho gorrón, comelón de tortillas y que si ella le entraba a hacerlas se iba a ganar una buena lana.
La afectada, que está muy pobrecita por el gasolinazo, aceptó hacerles el trabajo, pero no sabía adónde iba a trabajar. Uno de los tipos se ofreció a pasar por ella al mediodía.
Los desgraciados habían alquilado una vivienda sola, al final de la colonia el Tezontle, pagándole a la dueña un mes por adelantado. Ya todo estaba arreglado. Pasaron por ella al barrio El Arbolito, llevándola al lugar donde comenzaría a hacer las tortillas para los invitados.
Ya en El Tezontle, abrieron el cuarto y una de las viejas greñudas le quitó al niño mientras los otros le dieron de madrazos. La pobrecita de Tech no pudo hablar ni chillar a gusto. Le taparon la cara con un trapo con un líquido y perdió el sentido por horas. El dolor de los golpes la despertó. Lo primero que buscó fue a su bebé.
Ya era de tarde. Tenía cinta canela en la boca y estaba amarrada de las manos y de los pies. Le habían echado nudo ciego para que no se escapara. Buscaba entre la oscuridad a su hijo. Por mucho tiempo trató de desatarse, meneándose como si tuviera chincual, hasta que logró zafarse de una mano. Se quitó la mordaza y brincando, llegó a la puerta y comenzó a gritar como loca, espantado a los vecinos, que decían “Ave María Purísima” y seguían su camino porque la casa estaba embrujada.
Un a viejita que no tenía miedo, le entró al toro y con su bastón haciéndole palanca, logró abrir la puerta. La Tech salió como tapón de sidra, buscando a su chamaquito. Llegaron más colonos y le echaron la mano, llevándola a la agencia del MP, donde les contó su terrible drama.
La PGJEH activó la alerta Amber para ubicar al chavito quien en ese momento no estaba registrado. Policías de todas las corporaciones, enterados de la sustracción de la criatura, buscaron hasta debajo de las piedras, por aire, mar y tierra.
Sin pérdida de tiempo, fueron a la Central de Autobuses para revisar las cámaras, encontrando una pista para llegar a donde estaban los raptores del niño. El hombre y las tres mujeres fueron ubicados en el municipio de Zacualtipán.
Rescataron al bebé, sano y salvo. Era de madrugada cuando lo llevaron a un Centro de Salud donde dijeron que el niño estaba en buen estado de salud. Fue entregado a sus padres.
Las tanto que al cuarteto se le cargó el delito de asalto equiparado agravado y sustracción de menores. El MP inició la carpeta de investigación. La PGJEH precisó que a Yolanda Paredes Córdoba, Jesús Hernández Olivares y María Elizabeth Cruz Vera les dieron una pena de 6 años de bote.
Mientras que la que organizó todo el desmadre contrató a un abogado del diablo y no aceptó el procedimiento abreviado, motivo por el que se sometió a juicio y una vez desahogadas todas las pruebas, resultó con un fallo de 13 años y medio de prisión.