EN EL PERSONAJE DE HOY:
“EL PINTOR”
Gregorio Hernández Pérez vivía en el barrio de “La Palma” en el callejón de Manuel Doblado, era un verdadero artista de la brocha gorda, lo mismo le daba blanquear un cuarto que pintar una fachada con brillantes colores. Siempre andaba con la ropa manchada de pintura, sus zapatos y un sombrero viejo, que no se lo quitaba ni para dormir.
Era bien cabrón, porque cuando tenía chamba se llevaba a su vieja como ayudante, la ponía a trabajar como burra y no le pagaba. Estaban jodidos porque a “Goyo” aparte de que le gustaba chupar pulque, no salía a buscar trabajo, quería que lo fueran a buscar a su casa. Cuando lo hacían no lo encontraban, estaba en la cantina.
Las discusiones con su vieja eran muy violentas, los madrazos volaban porque la señora a pesar de estar chaparrita, no se dejaba, y se daban buenas madrizas. Un día que llegó noche su señora lo puso como palo de perico, lo regañó y le mentó la madre:
-¡Ya ni la chingas, cabrón!, te vives en la cantina, parece que tu madre te fue aventar ahí. Te vinieron a buscar para un trabajo, te fui a buscar a la cantina “El Relámpago”, luego a “La Palma”. ¿Dónde chingados estabas?
-¿Quién quiere ese trabajo? Si me conviene lo hago y si no que busquen a otro.
-¡Don Juan! El hijo del que mordió el puerco, dice que le urge el trabajo.
-¡Yo no trabajo con ese güey! Es baratero, quiere que las cosas se hagan bien, y paga una madre, nada más te está cuidando para que no le roben la pintura. Si queda un pinto lo señala y no paga hasta que lo arreglen. ¡Yo ni madre! Si viene a buscarme le dices que me contrataron en los Estados Unidos, a pintar la Casa Blanca.
-¡Lo tienes que hacer! Ya mi jefa me reclamó, me dijo que está bien que a los muchachos les da de comer, pero a nosotros, no. Que te pongas a trabajar.
-¡Újule! Pinche vieja por un taco de frijoles está rebuznando, me cae que no le vuelvo a recibir nada, y si me mandó de comer, regrésala, yo no quiero nada.
-¡Ella tiene razón, viejo! Son muchos años que nos está manteniendo, ella guardó unos centavos que le dieron de la muerte de mi abuelo en la mina, y ya se le están acabando. Mi papá también trabaja a pesar de que está amolado de una pata.
-¡Está bien! Mañana vamos hacer el trabajo, pero te digo que ya no estés molestando porque te rompo el hocico, quiero estar relajado para entrarle con ganas.
-¡Vamos! ¡Me huele a manada, vas a ir tú! A mí no me metas en el trabajo, yo tengo que levantarme temprano para arreglar a los muchachos que se van a la escuela, trapear, lavar la ropa, pinches escuincles, parece que se van a revolcar en la tierra, yo no tengo tiempo para ir contigo a trabajar. ¿Por qué no le dices a Fortino que si quiere trabajar y te lo llevas de ayudante?
-¡Tienes que ayudarme y te pago la mitad! Ese pendejo no sabe nada de pintura, y si le apuramos tú te llevas una buena lana.
-¡Ni madres! Luego yo trabajo más que tú, y me sales con la mamada de que no te pagaron, y no me das nada, ya te conozco mosco.
-¿Cuándo te hecho eso? Pinche vieja chismosa.
-¿Ya no te acuerdas? El día que pintamos la casa del “Calabazo” me dijiste que me subiera a la escalera a pintar porque de la cruda que tenías te daban mareos, yo por pendeja me subo, en lugar de agarrarla por estar sirviéndote el pulque, que me caigo y me desmadre el cuadril. Ahora camino como cangrejo, en el hospital me dejaron mal. ¡Y qué gane!
-¡Ese día te caíste por pendeja, por rezongona, por hacer las cosas de mala gana!
-¡Yo no voy! ¡Ya te dije!
-¡Ni yo tampoco! Dame de cenar porque cuando me encabrono me da hambre.
-¡No tengo que darte! Te estaba guardando una quesadilla, pero al ver que no venías me la chingué.
“Goyo” se desató las agujetas de sus zapatos, se quedó sentado en la orilla de la cama y amenazó a su vieja:
-Pinche “Chona”. Me cae de madre que un día de estos te la voy hacer de verdad y me voy a largar a los Estados Unidos a ganar dólares a lo cabrón y me cay que no te voy a mandar ni uno.
-¡Eso me gustaría! Que te fueras para allá para que los gringos te rajen la madre si no quieres trabajar. Y te tengan como pinche camello en el desierto, chingándole las 9 horas diarias.
-¡Ya cállate el hocico!
-¡Cállate tú, cabrón hocicón! Mañana voy a ir a ver a tu mamá y le voy a contar cómo eres conmigo y le voy a pedir dinero prestado porque tú no quieres trabajar y no tengo para darles de comer.
-¿Por qué no trabajas tú? El texano está buscando una gata porque ya se le fue la que tenía.
-A la que debería mandar es a tu madre, cabrón.
El Goyo le aventó un madrazo que le pegó en una oreja a la señora. Doña Chona se le aventó como leona, jalándolo de las greñas, forcejearon, se cayeron de la cama y rodaron por el suelo sin soltarse.
-¡Suéltame, “Chona”, te voy a poner un madrazo en el hocico!
-¿Me pones madres?
Al rodar también tumbaron las sillas, los vasos de la mesa, el garrafón. Se escuchaban gritos, pugidos y mentadas de madre. Fue mucho escándalo, que llegaron sus suegros del “Goyo” desapartándolos, ayudándoles a pararse, y como gallitos se aventaban patadas. “Goyo “estaba rasguñado, le faltaba un montón de greñas, doña “Chona” sangraba de la nariz, se le salían las lágrimas de lo furiosa, y le dijo a su mamá:
-¡Ese maldito me pegó!
Doña Lorenza al ver a su hija como guajolota, comenzó a bufar y le dio un soplamocos al pobre del “Goyo”, que cayó como fulminado, levantando las patas. Don Santiago agarró a su vieja, que ya iba como mula a darle de patadas.
-¡Cálmate, mujer!
-¡Cómo me voy a calmar, pendejo! Ve a tu hija cómo la dejó este güey, pero ahorita lo mato.
Doña Lorenza le puso un trapo en la nariz a su hija y le apretaba para que se le parara la sangre, le puso un papel mojado en la frente. “Goyo” todo apendejado se sentó moviendo la cabeza, como diciendo que no. Don Santiago le ayudo a pararse, se sentaron y dialogaron. Cuando se calmaron las cosas, se fueron. Pero como eran pleitos muy seguidos, se reconciliaron al día siguiente. Como si nada hubiera pasado, almorzaron y se fueron hacer el trabajo. Él iba cargando la escalera y las brochas, atrás su vieja, con una cubeta y una escoba, llegaron a la casa y se pusieron de acuerdo cuánto iban a cobrar.
-Le voy a cobrar 500 pesos por la mano de obra. Necesita darme para la pintura, y un adelanto de 50 pesos.
Le dijo a su vieja:
-Mientras retacho con la pintura, raspas la pared, con yeso la resanas. Y me la dejas listo para llegar y darle la primera mano.
“Goyo” pasó a la cantina a echarse una, ya era la hora del amigo. Fue por la pintura, se la dejó a su vieja y le dijo:
-¡Sabes qué, vieja! Voy por unas tortugas y unos chescos, mientras hay le das una mano. ¿De qué quieres la tortuga?
-¡Tráemela de milanesa! No me la vayas hacer de jamón.
La señora se puso en chinga loca, mientras su viejo se metió a la cantina, ahí encontró a unos cuates, se puso a chupar. Pasó el tiempo sin sentir, mientras tanto la señora “Chona” sudaba la gota gorda. Terminó de pintar, limpió las gotas que habían caído al suelo y se fue para su casa. Ya estaba oscuro cuando “Goyo” llegó y le dijo al dueño de la casa:
-¡Ya está terminada toda la pieza! Revísela para que quede a gusto.
-¡Está muy bien! Ya le pagué a la señora.
“Goyo” súper encabronado, llegó a su casa y le dijo a su vieja:
-¡Dame el dinero que te pagaron para hacer la repartición, dijimos que mitad y mitad!
-¡Ya valiste madre! Es mejor que pintes tu raya, yo trabajé, yo cobré. ¿Qué hiciste tú?
-¿Cómo qué? Fui por la pintura.
-¡Te quedaste con el adelanto de lo que te dieron, me hiciste de cuento las tortas! Ahora es mejor que te vayas o te rajo la madre.
-¡No seas gacha, vieja! Siquiera dame un cien, no te cobres a lo chino.
-¡Ya me llenaste el buche de piedritas! Me di cuenta que puedo hacer cualquier trabajo, hasta voy a pintar Angelitos Negros. Así es que sácate de mi casa.
La señora agarró la tranca y se la azorrajó en el lomo y lo corrió de su casa. Gregorio le tocó varias veces y no se movía de la puerta hasta que le cayó una cubeta de agua. Se la mentó y le gritó que la iba a demandar al DIF para que la metieran al bote. Tanto le estuvo gritando que la señora llamó a sus hijos y les dijo que se fueran con su padre. Al verlos “El Goyo” se echó a correr y ya no regresó.