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UN INFIERNO BONITO

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“EL MAX”

Maximino García, mejor conocido como “El Max”, trabajador de la mina de San Juan Pachuca, vivía en el barrio de “La Palma”. Estaba casado con su vieja la chaparra, de nombre Enedina. Un día le dijo a ésta que no tenía ganas de no ir a trabajar y buscaría la forma de engañar al doctor para que le diera incapacidad. Le dijo que le dolía una muela. Lo sentó en la silla sin darle tiempo y se la sacó. Por poco se desmaya el pobre por el dolor.

No le hizo la anestesia. Se la sacó a valor mexicano. Echó un fuerte grito en el hospital, que espantó a todos los pacientes. Llegó a su casa y se dejó caer de nalgas en una silla y le dijo a su vieja:

  • ¡Cómo me duele!

  • ¿La cola? No te dejes caer tan fuerte en la silla.

  • ¡No! La muela, me la sacaron.

  • Tú tienes la culpa, viejo, por no ir a trabajar. Prefieres que te saquen la muela buena. Eso déjalo para mí que nada más tengo el cascarón.

  • Pinche doctor, le dije que me dolía y ni tiempo me dio el güey. Me dejó salir hasta que me la sacó.

  • ¿No te dio alguna pastilla para el dolor?

  • ¡No! Me dio en la madre.

  • Te voy a dar agua con sal para que hagas unos buches, y procura que no se te vaya a caer el coágulo de sangre que tienes como tapón.

  • Mejor ve a comprarme unas prodolinas para que se me calme el dolor.

  • De una vez te digo que si te tomas las pastillas no debes de tomar ninguna copa porque te cruzas.

  • Chingada madre, tampoco voy a poder comer. Cómo fui pendejo al ir a ver al médico en ayunas.

  • ¿Qué le dijiste?

  • Que me dolía una muela, que por eso no había ido a trabajar. Me sentó a huevo, me abrió el hocico, preparó una inyección, me la puso. Todavía no me hacía efecto y con unas pinzas me la sacó el hijo de la chingada sin preguntarme cuál era la que me dolía. Me cae de madre que sentí que la sacó con todo y bolas, como es la de abajo pensé que salió con todo y raíz.

  • Fue tanto el dolor que me puse a chillar. Me dijo que tan grandote y chillón. Me aventó una incapacidad por 3 días y me sacó a empujones. Luego me llamó, creí que me iba a dar algún calmante y me entregó la muela. ¡Mírala!

  • Pónsela al ratoncito.

  • No mames, vieja, y cállate el hocico, no me hables porque cada que te contesto me duele mucho.

  • Ya mejor duérmete. Mañana vemos qué es lo que hacemos. Ya me pusieron nerviosa los chillidos de tripas que tienes. Te voy a traer una cubeta con agua para que escupas y no eches los gallos por donde quiera.

La señora le tendió la cama y a los pocos minutos “El Max” estaba durmiendo. En la madrugada se levantó y andaba como león enjaulado. Tenía los cachetes como Quico. Su vieja se levantó y le preguntó qué le pasaba, y le contestó:

  • No pude dormir. ¡Qué nochecita pasé!

  • Estamos iguanas ranas. Me diste una pinche lata que me daban ganas de mandarte a que te fueras a dormir con tu madre. Estabas moviéndote de un lado a otro, parece que tenías chincual. Además tenías fiebre. Te la pasaste mentándole la madre al doctor. Te voy a dar un jarro de leche y pan de dulce, lo remojas y te lo comes para que no se te vaya a infectar la encía. Ya tienes la trompa hinchada, pareces puerco.

  • ¿Cómo que me vas a dar leche con pan? Si no soy huérfano. Quiero que me hagas una pancita con mucha cebolla, que quede muy picosa y me traes unas dos caguamas para comenzar.

  • ¿Ya no te duele?

  • Sí, pero tengo un chingo de hambre.

  • Te voy hacer la pancita, pero me preocupas. Tienes el cachete muy hinchado, que pareces soldado tocando la corneta.

La señora bajó al mercado a comprar todo lo necesario para hacerle de almorzar a su viejo. Ella comprendía que llevaba dos días sin probar bocado, Además tenía que complacer a su viejo mañoso. Regresó a su casa y en menos que canta un gallo, hizo lo que se iban a comer. Se sentaron en la mesa y le sirvió un buen de panza.

  • Te faltó el chilito piquín, vieja.

  • Aquí está, échale poquito porque está muy picoso. Al rato no te va a doler la muela sino la cola.

A pesar de que “El Max” comió de ladito hasta se lamió el plato. Quería doblar pero su vieja le dijo que no porque le fuera a caer de peso y le agarraba chorrillo. “El Max” le dijo:

    –      Voy al centro a darme una vuelta para cotorrear con mis cuates. Regreso al rato a la hora del pipirín.

   –    Por favor no vayas a chupar. Recuerda que estás tomando penicilina.

Maximino se bajo y afuera de la iglesia de la Asunción estaban sus amigos

que lo invitaron a que fueran a echarse un melón a la cantina “El Campeón”.

  • ¿No fuiste a trabajar, Max?

  • Estoy incapacitado. Me sacaron una muela, mira.

Maximino abrió el hocico como de cocodrilo para enseñarle al “Pelón” cómo la tenía, y éste le dijo:

  • Tienes una infección de poca madre, carnal. Deberías de decirle a tu vieja que te lave el hoyo.

  • ¿Qué pasó?

  • Me refiero al que te dejaron cuando te sacaron la muela, no seas mal pensado.

Intervino en la plática “El Zancudo” que se las sabía de todas, todas para los remedios caseros, porque su vieja le hacía a la brujería.

  • Ya no le hagas al pendejo. Que te sirvan un tequila doble, te lo echas del lado donde te sacaron la muela y vas a sentir a toda madre, que hasta el dolor se te va a quitar.

  • También la infección.

  • A huevo.

“El Max” le hizo caso y se aventó varios tequilas, cervezas, pulque, todo lo que le invitaban. Llegó a su casa bien pedo, echándole madres a los vecinos. Su vieja como estaba enojada, no le hizo caso y lo durmió en el suelo. Al día siguiente cuando despertó, su señora se sorprendió.

  • En la madre, estás bien cachetón de un lado, mírate en el espejo.

  • Se me infectó el hocico, vieja.

  • Te lo dije muy claro, cabrón, que no tomaras. Tienes que ir a ver al doctor y te va mentar cuanta madre tienes. Nada más abres el hocico y apestas a caño.

Maximino agarró el espejo y no dejaba de mirarse abriendo y cerrando el hocico, parecía sapo. Eso irritó a su mujer, que lo comenzó a zurrar.

  • Te lo advertí, pero eres un pinche burro.

Las palabras de su mujer hicieron que “Max” se desesperara y le gritó:

  • ¡Ayúdame! Con una chingada. Tráeme la pasta de dientes y el cepillo, pon algo de tu parte, nada más estás paradota mirándome, parece que estoy pelando tripas. En lugar de echarme la mano te la pasaste zurrándome.

  • Ya, chinga a tu madre, pinche viejo necio. Ponte alcohol y ve a ver al médico. Bastante trabajo tengo en la casa para cuidarte o decirte lo que tienes que hacer. Ya estoy hasta la madre. Darle de mamar cada que chilla el escuincle, y luego tú con tus gritos. ¿Dime quién eres para gritarme, pendejo?

  • No te encabrones, vieja.

La señora se dio la media vuelta dejándolo hablando como loco. “Max” se fue a la Clínica Minera para que lo curaran. Lo regañaron porque no se cuidó y tenía mucha pus en el hocico. Le dieron una lavada con agua y jabón que lo hicieron hasta bramar. Salió de ahí y se regresó a su casa cada rato haciendo pucheros como queriendo llorar. Llegó a su casa en un mal momento cuando le pegaban a su hijo. Su vieja estaba como agua para pelar pollos y le decía dándole de nalgadas:

  • Ya cállate, pinche escuincle chillón, te pareces a tu padre, pero los dos son burros, idiotas, imbéciles, que nada más sirven para dar lata. ¡Cállate, te digo!

La señora aventó al niño a la cama, que rodó para el otro lado y cayó de la cabeza privándose. Maximino corrió a levantarlo y soplarle la mollera. Le hablaba para que se callara. Le dijo a su mujer:

  • No te desquites con el niño, él no tiene la culpa de tu maldito genio.  Busca a quién te la hizo y desquítate con él.

La señora lo miró furiosa y le contestó:

  • Tienes mucha razón, el niño no tiene la culpa de nada.

La señora entró a la cocina, agarró un sartén y le pegó a su viejo con todas sus fuerzas en la boca, que botaron unos dientes como maíz. Maximino medio que se tambaleó y se cayó al suelo. La fémina lo agarró de las greñas  lo levantó, lo llevó a la puerta y le dio una patada en las nalgas, diciéndole:

  • ¡A la chingada!

“Max” se quedó sentado en la acera. Tenía los dos cachetes inflados. Entró a su casa y no dijo ni pío. Se acostó. Al otro día fue a que lo curaran. Y jamás se quejó delante de su vieja que le dolía una muela.

gatoseco98@yahoo.com.mx