SE FUERON DE PARRANDA Y UNO MURIÓ
A un gendarme se lo llevó la calaca, dos quedaron gravemente heridos en un accidente automovilístico en la carretera cerca de Pachuca, andaban de parranda. Los cuerpos salieron disparados por las ventanillas al dar de volteretas un automóvil compacto, el cual quedó con la llantas para arriba.
Esto ocurrió a las 7 y cuarto de la mañana del viernes pasado, en el tramo de la carretera Pachuca-Actopan, en las llamadas curvas de San Pedro del municipio del Arenal. Avisaron a la policía que una unidad bajaba la pendiente a toda velocidad, al chofer le agarró la mano el chango y se salieron de la carretera, al dar vueltas se le desprendió el motor y enseguida salieron los cuerpos proyectados como balas, haciendo una enorme polvareda.
Los elementos de Actopan, así como los de Protección Civil del Arenal y la Cruz Roja, acudieron al lugar a ver qué Pez. Vieron un automóvil Ford Fiesta, modelo 2003, color gris con placas de circulación 420-SUP.
Dijeron que los accidentados eran policías activos de la Ciudad de México, de la delegación Cuauhtémoc, andaban hasta el tope de borrachos, su idea era irse de paseo a las grutas de Tolantongo que se encuentran en el municipio del Cardonal, en el Valle del Mezquital.
El chofer del automóvil fue el que murió en el lugar por las lesiones y fracturas que sufrió en todo el cuerpo, y más en la cholla, mientras que a los demás se los llevaron al Hospital Regional de Actopan. Se dijo que la víctima que se fue al valle de las calacas fue identificado por una credencial de trabajo como gendarme, de nombre Sergio Luis Calderón Vargas de 27 años de edad, vecino de la colonia Santo Domingo en Chimalhuacán, Estado de México.
Dijeron los del servicio médico forense que se destrozó el cráneo. Sus acompañantes, que también están graves, portaban credenciales a nombre de Iván Jonathan Jiménez Pérez, de 27 años de edad, y Mario Castelán Arrieta, de 28 años de edad, quienes estuvieron a punto de llegar a la casa del diablo. Llegó a dar fe el Ministerio Público de Actopan y apuntó en su carpeta investigadora cómo había estado el Pez.
LA POLICÍA LO SABÍA PERO NO HIZO NADA
Desde hace mucho tiempo se han soltado los famosos mete mano, pero no los carteristas, si no hombres calenturientos que se ponen al principio de las escaleras de peatones, y veces a la mitad, a esperar su presa. Su manera de actuar es esperar a alguna mujer que vaya sola, y que le guste al encajoso, para pasar y meterle la mano.
Algunos lo hacen de frente y la meten en medio de las piernas, otros caminan en sentido contrario al pasar las féminas les agarran las nalgas. Las mujeres les mientan la madre, otras que corren tras ellos, y unas más a gritos piden auxilio. La señora Juana Morales se presentó ante el Juez conciliador de la policía municipal a levantar su acta, declaró que al ir pasando estaba a un viejo como de 70 años, gordo y mugroso, barbón, que al pasar la quiso besar y le agarró sus parte, ella gritó y se bajó las escaleras del puente de la colonia 11 de julio.
Fueron los uniformados y echaron arriada, llevándose a varios lujuriosos, pero como nadie puso su demanda los dejaron en libertad. Pasaron los días y todo estaba tranquilo, parece que ya habían escarmentado; las mujeres que subían el puente alrededor de las 6 de la tarde eran divorciadas, quedadas, que iban a ver si les agarraban algo a ellas.
El sábado pasado los uniformados detuvieron a la señora Rosa María Hernández por golpear a un individuo que se le acercó en el mencionado puente, les dijo de cosas a los uniformados porque cargando la subieron a la camioneta, y por más que pataleban no la soltaron hasta ponerla en la barandilla, por las lesiones de gravedad que le ocasionó a Luis Miguel Martínez, que se vino rodando de las escaleras.
En su declaración dijo que el domingo pasado iba a medio puente, como a las 6 de la tarde, ya estaba oscureciendo, de pronto sintió una mano muy fría que le agarró y le apretó un pecho, eso la enfureció y como llevaba una bolsa grande de mano le dio uno en la cara al atrevido, que se fue para atrás, se tropezó y cayó rebotando en los escalones, cayendo al pie de la escalera, ella lo que hizo fue bajarse siguiendo su camino cuando de pronto le cayó el chahuistle, los uniformados de la municipal, que la garraron descuidada si no les hubiera pasado lo que al que se llevaron al Hospital General.
Le siguió contando que ella vive en la calle de Carburo de la colonia 11 de julio, que es viuda, a su esposo lo mató un carro por andar de briago y ella se hace cargo de su familia, tiene varias hijas, la más grande de 20 años de edad, la de en medio de 18 años, y la chica de 16 años de edad.
Ella anda tras ellas para que no le vayan a ganar los novios, en este tiempo andan como gandayas. El jueves llegó corriendo la mayor y le dijo que un hombre ya maduro le agarró la cola, a ella le dio miedo y corrió. Le contó con detalle cómo había sido, le explicó que era un señor ya grande como de unos 60 años de edad, usaba cachucha y una chamarra del Pachuca, que a lo mejor es pariente de Aquivaldo, que nada más les gusta agarrar y no reconocen a sus hijos.
Ella lloró de coraje y junto con su compadre Juan lo fueron a buscar, recorriendo puentes y calles, pero no lo encontraron. El domingo le pidió permiso una de sus hijas de ir a ver a una amiga que vive enfrente de la colonia, le dijo que no saliera del lugar hasta que fuera por ella, agarró su bolsa de mano de esas grandotas y le echó un ladrillo, por si las moscas encontraba al agarra nalgas.
Cuando iba casi a medio puente, vio que iba subiendo un hombre de cachucha y ella se puso al tiro, al pasar junto a ella le metió la mano “Hay maldito, estaba re fría, con riesgo de que me diera una gripa”, por eso le descargó la bolsa con todas sus fuerzas, le pegó en la cara, vio cómo caminó hacia atrás agarrándose del barandal, se tropezó y se fue de nalgas parando las patas, hasta caer al suelo. Ella se bajó como si nada y le dio una patada, caminó por el Centro Social deportivo de los Mineros, y en eso le cayó la chota.
Sin darle tiempo la cargaron para subirla a la patrulla, les aventó un bolsazo, uno de ellos se agachó a tiempo, sólo le voló su gorra, si lo hubiera agarrado de lleno le hubiera pegado en una oreja y hubiera quedado desmadrado.
Les dijo el jefe de la policía que no sean rudos, que traten a la gente como merece, que no abusen de su autoridad. El juez le dijo: “Déjeme decirle señora que al golpear a una persona con armas exclusivas de los albañiles, mandarla grave al hospital sin importar el motivo ni la falta, es suficiente para que usted permanezca en la galera hasta que se sepa su estado de salud, y ya después pagará una fianza, o puede hacer algún convenio donde le pague las medicinas hasta que se encuentre bien. Así es la ley, los uniformados le leyeron sus derechos, además usted puso resistencia a la autoridad”.
La señora enojada le contestó “Ah que la que se cayó por asomarse, ni modo que le hubiera sacado la otra chichi para que me la agarrara”.
UN VETERANO DE LA REVOLUCIÓN ERA MENUDISTA
Tenía su propio plantío de marihuana. Lo descubrieron los Agentes de la Coordinación y de investigación, en el momento en que intercambiaban una bolsa de hierba por dinero, eso fue en la carretera México- Laredo a la altura de la comunidad El Dextho, en el municipio de San Salvador; se llevaron al bote a tres para que investigaran el caso.
Según el informe de los Judíos, les cayeron en la maroma cuando el viejo, que se llama Severiano Reyes Mendoza, se la vendía a José Alberto Reyes Mena, los pasaron a la báscula revisándoles hasta debajo de sus calzones y le sacaron a Severiano una bolsa con 55 bolsitas de hierba de la buena. A Fernando Lugo López, de 19 años edad, le encontraron tres bolsitas de lo mismo, que acababa de comprar, y a José Alberto Reyes, 11 paquetitos. En sus declaraciones dijo Severiano Reyes Mendoza que él escuchó a Fox, el que fue presidente de México, que anda queriendo comprar el permiso para sembrar Marihuana, se le quiso adelantar y la sembró en el patio de su casa en macetas, y le producen buena lana y no anda de mendigo atrás de la pensión de los 65 años y más que da el gobierno.
Los agentes se llevaron a Severiano a su casa, un viejo de 85 años que dijo que él era veterano de la revolución y de joven andaba entre las bolas de Pancho Villa. A la vista tenía 20 plantas de hierba con 30 centímetros de alto, dijo que hace meses pasó un camionero y le dejó un buen, para que la vendiera, así fue como comenzó a realizar esa actividad. De ahí saca la semilla para sembrarla en macetas, que en el momento en que llegaron los Judas le estaba vendiendo a un joven las bolsitas a cien pesos cada una.
Fernando Lugo López, de 19 años de edad, explicó que cuando llegaron los Tiras le estaba comprando la hierba a don “Sebe”; José Alberto Reyes Menes, de 23 años de edad, dijo que él no vende, que son de su tío, que como ya está viejito le pide que se la guarde muy bien donde no se la encuentren, por eso se la mete en los calzones. Los tres fueron puestos ante el Ministerio Público Federal junto con la droga que se decomisó.
UN COCHE ATROPELLÓ A UNA JOVEN
Ni siquiera se paró, por el contrario le metió la pata para que no lo agarraran. La tarde del domingo en la calle de Matamoros en el centro de la ciudad de Pachuca, como es un desmadre, muchos carros y hay que estar buzo de no meterse por donde pasa el Tuzobús.
Un testigo dijo que había sido un taxista que se llevó de corbata a una muchacha, Samanta Vega Martínez, de 20 años de edad, que caminaba como a las dos de la tarde, a un lado de la calle de la compañía de luz donde es un desmadre y hay que estar a las vivas, porque ni un tránsito anda por esos lugares.
Cuando le faltaba a la muchacha un metro para llegar a la banqueta, pasó el taxi a todo lo que daba pegándole en la pierna, la aventó hacia atrás tumbando a sus padres, María Martínez Hernández y Juan Carlos Vega Vargas, que se pararon rápido sin saber qué hacer, sólo escucharon el madrazo. El taxi se siguió como si nada, la gente gritó, algunas se taparon la cara con las manos y gritaban “Cuidado”.
Mientras que su jefa levantaba a la joven, el papá corrió detrás del taxi, le cortó la vuelta pero no lo alcanzó, se regresó muy triste echando humo por la nariz y las orejas. Su vieja llorando le dijo que llamaron al 066; llegaron los Cuicos junto con los socorristas de Protección Civil, la revisaron, y le aconsejaron que fuera atenderse al Hospital General, y de paso pusieran su denuncia, que si hubieran tomado el número de placas, en menos de lo que canta un gallo lo hubieran detenido.
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