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UN INFIERNO BONITO

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EN EL PERSONAJE DEL DÍA DE HOY.

 

LALO “EL METATE”

 

Lalo “El Metate” trabajaba en la Hacienda de Beneficio de Loreto. Así le decían porque estaba cacarizo, desde niño tuvo muy mala suerte, pero su mayor desgracia llegó cuando se casó con Lupe “La Charra”, una mujer que cuando estaba enojada era muy explosiva y se desquitaba con quien estuviera enfrente. Cuando Lalo llegaba tarde a su casa, su mujer le reclamaba.

  • ¿Por qué llegas a estas horas si sales a las cuatro de la tarde, cabrón?
  • Pase a ver a mi jefecita, que está enferma de reumas, con estos fríos se le hacen las patas como de bolillo, y no puede caminar. Mi papá le hizo un bastón con un palo de escoba, al recargarse en él, se rompió y se fue de cabeza.
  • ¿Con que no puede caminar la pinche vieja? Pero eso sí no deja de tomar pulque, me la debe, la otra vez que fui a su casa se hizo pendeja y no me abrió la puerta.
  • No seas chismosa, mi jefa me preguntó por ti, te manda a saludar y dice que cuando esté bien, viene a saludarte.
  • Mejor que se quede en su casa, vieja hipócrita, no me puede ver, supe que le dijo a doña Bertha que yo te había dado toloache y que por eso andabas bien pendejo. Pero no sabe que eres de nacimiento, heredaste a ella.
  • ¡Ya dame de comer y no estés chingando a mi jefa, en vez de odiarla la habías de querer como si fuera tu madre!
  • Mejor burro, cabrón
  • ¡Ya dame de comer que traigo mucha hambre!
  • Si vienes de la casa de tu mamá, ¿por qué no comiste allá?
  • Mi jefa me ofreció y no quise, ella no tiene ninguna obligación de darme de comer.
  • Pus ni yo tampoco, aquí no es restaurante para darte de comer a la hora que quieras, en esta casa se como a las tres de la tarde, esté quien esté, y el que no pues ya se chingó.
  • Yo te doy el gasto y me tienes que atender, vengo de trabajar con mucha hambre.
  • Hay en la mesa hay un bolillo, llénalo de frijoles y trágatelo, yo no soy tu gata para preparártelo.

“El Metate” se enojó y le dijo:

  • ¡Trágatelo tú!

Lalo se dio la media vuelta para salir de su casa, había caminado unos metros y un tejolotazo le pegó en la espalda y lo hizo gritar de dolor.

  • ¡Ay mamacita linda!

La señora Lupe le dijo muy enojada:

  • ¡A mi no me andes dejando con la palabra en la boca, cabrón, si no soy tu burla!

Mientras “El Metate” se sobaba, doña Lupe le azotó la puerta dejándolo afuera, y así permaneció sentado en unos escalones por varias horas, estaba llorando de coraje, ya era de noche cuando pasó por ahí don Clemente.

  • ¿Quién vive?
  • Soy yo Lalo.
  • Te salvaste, por poco y te azorrajo un piedrazo, pensé que eras un perro de los que luego están echados, sin querer los pisa uno y se le avientan a mordidas. ¿Qué haces aquí?
  • Mirando las estrellas, es una noche muy bonita, y quiero disfrutarla, luego se ven estrellas fugases.
  • A mi no me vengas con mamadas, de seguro te corrió la “Charrita”
  • La verdad sí, se enojó porque llegué tarde a la casa.
  • No te preocupes, amigo Lalo, así son todas las pinches viejas, nomás nos quieren tener como gato ratonero, pero al mal paso hay que darle Gerber, y a las penas su pasaporte.

Sacó de su chamarra una botella.

  • Ten, échate un pegue de caña, y veras cómo te alegras.

“El Metate” se empinó la botella y le dio varios tragos, era tan fuerte, que hasta se le enchinó el cuero, hizo gestos y apretó los puños.

  • Eso es, mi amigo Lalo, así se toma, esto te va a levantar el ánimo, y me cay de madre, vas ir a tu casa a tirar la puerta a patadas, y desgreñar a tu vieja.
  • ¿Usted lo cree, señor Cleme?
  • Claro que sí, el hombre es muy feliz cuando anda en la calle, cuando está con sus amigos en la cantina, saboreando un rico pulque, o una Chela bien fría, o lo que gustes tomar. Pero cuando llegas a tu casa, es como si entraras al infierno, ahí te topas con el diablo. Échate otros tragos y enfréntate al enemigo y demuéstrale que el hombrecito valiente, prefiere morir de pie, que vivir de rodillas.
  • Salud don Cleme.
  • Provecho mi buen amigo Lalo, ya nada más me tomo otro trago contigo y te dejo la botella.
  • ¡Espérese otro rato! Hágame compañía, me siento como un pinche perro sin dueño, a veces me dan ganas de matarme.
  • Calmado Lalo, eso ni pensarlo, el Señor nos dio la vida y él solo nos la puede quitar, de lo contrario quedarías condenado eternamente, dicen que a los que se suicidan, el diablo los mete a un tinaco de caca.
  • ¡Saco! ¿A Poco?
  • Claro que sí, eso ni pensarlo, la vida es a toda madre, nada más hay que saberla llevar, pero yo ya me voy Lalo, si no para que quieres que mi vieja me haga lo mismo que te hicieron a ti.
  • No sea collón, don Clemente, primero me pica con la caña y ya que me ve pedo, se va.

Don Clemente no le hizo caso, se alejó perdiéndose entre la oscuridad. “El Metate” le gritó muy enojado:

  • ¡Pinche viejo miedoso! Me viene a dar consejos y también le pega su vieja.

Pero sus gritos fueron en vano, solamente se escuchaba el soplar del viento y los ladridos de los perros. “El Metate” se terminó la botella de caña que le dejó don Clemente y se le ocurrió salir por la puerta falsa.

  • Me voy a matar, no me queda otra, así se le quedará grabado en la mente de mi pinche vieja la muerte de un ser inocente.

Como pudo “El Metate” se puso de pie, dando un paso para adelante y dos para atrás entró a su casa, con muchos trabajos desató el lazo del tendedero, quitó las plantas que estaban sobre unas tablas, puso un banco grande, se estiró y amarro el lazo en un tubo de luz, en la punta le hizo una gasa, metió su cabeza, la ajustó en su cuello y dijo:

  • Ahora sí “Charra” me voy a morir, y regresaré a jalarte de las patas. Perdóneme jefecita por este dolor que le voy a causar, pero me cay que ya no aguanto a esta pinche vieja que me ha hecho la vida imposible, me voy a morir y ojala que en el otro mundo, en vez de infierno encuentre Gloria. ¡Adiós mundo cruel!

Cerrando los ojos, “El Metate” saltó para ahorcarse, había buscado la forma de que su cuerpo quedara colgando frente a la puerta de su casa, para cuando saliera su esposa le quedara en la cara. Pero por lo borracho que estaba, le calculó mal y el lazo le quedó largo, al caer parado se fue para atrás, y tiró todas las macetas, el escándalo espanto a los perros, que no dejaban de ladrar, doña Lupe salió a ver qué era lo que había pasado y encontró a su señor sentado en el suelo, sobándose por todos lados, lo levantó de los cabellos y le dio de cachetadas.

  • ¡Mira nada más cómo vienes, pinche borracho! Rompiste mi tendedero, ¡pero ahorita te chingo, cabrón!

“La Charra” jaló a su marido de la chamarra y lo aventó hacia adentro de su casa, “El Metate” se cayó, y ella aprovechó para darle de patadas, estaba muy furiosa.

  • ¡Ya vieja, por favor cálmate, ya me fauleaste!
  • ¿Qué te pasa? ¿Por qué me tiraste mis plantas?
  • Me quise matar por tu culpa, pero me falló.
  • Hasta para eso eres pendejo, y ahora para que se te quite, te vas a dormir en el suelo, y temprano te voy a levantar para que barras y juntes la tierra de las plantas, y te voy a rajar la madre por cada maceta que rompiste.

Como doña Lupe había acostado al “Metate” en el suelo, el pobre temblaba como perro porque por la rendija de la puerta entraba mucho frío, ya eran las de la mañana, cuando silbó el silbato de la Hacienda de Loreto. “La Charra” le gritó.

  • Lalo, ya son las seis.

La señora le gritó varias veces, como no le hacía caso, le aventó un zapatazo en la cabeza.

  • ¡Órale cabrón, ve a levantar lo que tiraste anoche, y quiero el patio limpio!

Bostezando y estirando los brazos, “El Metate” se puso de pie, agarró la escoba y salió al patio a barrer, después entró a su casa, se lavó la cara, y le dijo a su señora:

  • Ya me voy. ¿Dónde me déjate los tacos?
  • ¿Cuáles tacos? Como ayer te dije que te rellenaras el bolillo de frijoles y no quisiste, pensé que estabas a dieta y no te puse nada.
  • ¡Pinche vieja huevona! Pero eso sí el sábado hasta me arrebatas el dinero, eres una mujer sin conciencia, me voy a trabajar y no me pones nada de comer.
  • Ya cállate el hocico, y lárgate porque ya es tarde.

El Metate se salió de su casa, y le mentó la madre. La señora se la regresó.

  • ¡La tuya!

Lalo llegó a su trabajo y como era peón, lo mandaron como ayudante a la carpintería, al taller mecánico, al de pailera o de barrendero, ese día fue a trabajar a la fragua con el maestro Chimino, tenían que hacer argollas, el maestro metía el fierro al fuego y lo sacaba al rojo vivo, “El “Metate” lo golpeaba con un marro para darle forma, pero a los primeros golpes el maestro lo regañó.

  • Órale pinche burro, atínale al fierro, todos los golpes los das al yunque.
  • Es que anoche tuve una bronca con mi vieja, me emborraché y vengo bien crudo, por eso estoy tembloroso.
  • Qué pendejo eres, hay que emborracharse por gusto y no por decepción, cuando te casas es para que vivas contento y no andar como perros y gatos,
  • Mi vieja es cabrona, ayer me corrió de la casa y me puso un tejolotazo a medio lomo, hasta se me hizo una bola, mire cómo tengo, siempre peleamos maestro, hoy me mandó a trabajar y no me puso de comer.
  • Ahí está duro tu caso, lo que tienes que hacer es darle una buena madriza para que la eduques y le rompes el hocico para que te respete.
  • Ya lo he intentado pero como está caballota, siempre me gana.
  • Ni hablar, como dijo un conejo, cada quien agarra a su pendejo, vamos a trabajar duro para que se te salga la cruda.

Pasaron los días y doña Lupe no dejaba de pelear con su marido.

  • ¿Por qué llegas hasta ahorita?
  • Pasé a la casa de mi mamá para que me diera un taco, a ti te lo pido y luego, luego te me pones al brinco, a ver dame de cenar.
  • Allá que te dé tu madre, si de chiquito te dio de mamar, ahora de viejo que te dé de comer.
  • ¿Ves cómo respingas? No se te puede decir nada, ya mejor me voy a dormir.

En una ocasión Lupe “La Charra” bajó al mandado, cuando de repente vio a su marido saliendo de una casa, “El Metate” llevaba una bolsa en la mano, la señora quiso alcanzarlo pero se le perdió entre la gente, furiosa y llorando de coraje, doña Lupe llegó a la vecindad y se metió a la casa de su comadre Concha.

  • ¿Qué le pasa comadrita? Viene y llorando y temblando como chihuahueño.
  • Lalo me engaña, tiene otra mujer, desgraciado, con razón llegaba tarde y ya comido, me dice que fue a ver a su madre, pero en cuando regrese y me salga con esa mamada, lo voy a dejar chimuelo.
  • ¡Cálmese comadrita! Tómese un vaso de agua, siéntese un momento, lo que usted me dice no lo creo, mi compadrito es incapaz de ponerle el cuerno, en el barrio sabemos cómo lo trata usted.
  • Lo vi con estos ojos que se van a comer los gusanos, maldito traidor, mosca muerta, pero no se lo perdono, lo voy a capar al cabrón.
  • Le aconsejo que no haga nada y cuando llegue mi compadre trátelo bien y mañana lo sigue en la misma hora que lo vio hoy y se dará cuenta que es una equivocación.

Por la tarde llegó Lalo a su casa, su señora lo recibió de buen humor.

  • ¿Cómo te fue en el trabajo?
  • Siéntate a comer, te hice una sopita de caracol de la que tanto te gusta. Te compré dos litros de pulque curado y si al rato quieres ir a la cantina con tus amigos, puedes hacerlo.

Lalo miró a su señora muy sorprendido.

  • Gracias pero ya comí en la casa de mi jefa.

La señora Lupe lo miró con odio, estaba a punto de estallar, pero se controló y sonrió forzadamente.

  • Está bien, voy a lavar los trastes.

Al día siguiente, como de costumbre, Lalo se fue a trabajar, cerca del mediodía doña Lupe se dirigió al lugar donde lo había visto, ahí permaneció un tiempo, escondida detrás de unos coches, estaba muy atenta mirando para todos lados, de momento “La Charra” vio que Lalo caminaba a la misma dirección a donde ella estaba, tocó la puerta, una señora muy risueña le abrió y se metió, y cuando iba a cerrar la puerta, la señora Lupe abrió de un caballazo y le dijo.

  • ¡Así los quería encontrar!

Doña Lupe se abalanzó sobre la señora tumbándola, la golpeó, se montó en ella y le azotó varias veces la cabeza en el suelo, todo fue tan rápido, que Lalo quedó petrificado, sin moverse, hasta que vio mucha sangre.

  • ¡Déjala, la vas a matar!
  • ¡Eso es lo que quiero y ahora voy contigo, infeliz!

Lupe agarró a su marido de las greñas, y con la otra mano le golpeaba la cara, lo jaló doblándolo hasta que Lalo quedara agachado y le dio una patada en los bajos, que lo dejó en el suelo revolcándose.

  • ¡Y si quieren más me avisan!

Doña Lupe subió al barrio, enojada pero sonriendo por su venganza, se dirigió de nuevo a la casa de su comadre.

  • ¿Ve cómo sí fue cierto lo que le dije? Les caí en la mera maroma, y les puse una chinga que jamás la olvidarán, la vieja ni pío dijo y el otro güey quedó en el suelo revolcándose.
  • Ojala y no se vaya a meter en un lío. ¿Quién iba a pensar de que mi compadrito anduviera de coscolino?
  • Así son los hombres, ponen su cara de pendejos pero están a las vivas con las viejas, ya nada más lo espero para darle la segunda chinga y que se vaya a ver a su madre. Luego nos vemos comadrita.

“El Metate” llegó muy triste a su casa, con los ojos llenos de lágrimas, cuando doña Lupe lo vio se le puso muy valentona.

  • ¿Qué buscas aquí? Te equivocaste de casa.

“El Metate” soltó el llanto.

  • ¡La regaste vieja, la regaste! A la mujer a quien golpeaste, es la esposa del ingeniero de la Hacienda de Loreto, me había pedido de favor que por unos días fuera yo a su casa a traerle la comida, porque tiene mucho trabajo y me iban ascender de ayudante. Pero todo echaste a perder, me corrieron del trabajo y a la señora se la llevaron al hospital de la Compañía, está muy grave y no tarda la policía en venir por ti para llevarte a la cárcel.

La señora se puso pálida y le dijo a su marido:

  • ¿Y ahora qué vamos hacer?
  • ¿Qué vas hacer tú, a mi ya me chingaron?
  • Ayúdame Lalo, te prometo que de aquí en adelante me voy a portar bien, dame un consejo.
  • Lo único que te puedo decir es que busques a un pinche pollero que te pase al otro lado, porque si te agarran te van a echar muchos años.

En esos momentos llegaron los policías judiciales para llevarse a doña Lupe, las influencias del ingeniero en el juzgado lograron que a “La Charra” le dieran varios años de condena por lesiones que ponían en peligro la vida de su señora. Mientras tanto, Lalo “El Metate” fue el hombre más feliz del mundo al estar solo, se dio cuenta que para muchos hombres, el matrimonio es una guerra donde uno duerme con el enemigo.