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UN INFIERNO BONITO

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CAMINABA COMO ROBOT POR LA MADRIZA

A la señora María Ramos le fue como en feria, pues su viejo celoso le dio una madriza, que por un pelito la desarma. La pobre estaba que no le calentaba ni el Sol, a pesar de que se va a sacar el millón de dólares, parecía leona enjaulada, de momento lloraba por los rincones como la zarzamora. Todo comenzó por culpa de la abuela de su viejo Juan Pérez Hernández, que le contó puros chismes.

 

No sabe qué hacer, anda por toda la casa con los brazos caídos, la mirada al suelo, como si le pesaran las nalgas. Cada que ve a la vieja la abuela de su marido le echa la maldición, de que se le aparezca el diablo encuerado en un callejón sin salida, y la agarre por la retaguardia, para que se le quite lo chismosa. Al mirar el reloj le canta que no marque las horas porque va a llegar su viejo a darle la misma dosis. Ya está amenazada, y ni Dios padre la salvará.

Fue a su casa a verla su comadre Carolina, la que le llevó a bautizar su chiquito; al verla cómo estaba, se espantó confundiéndola con un muerto fresco. Le preguntó qué le pasaba, y entre palabras cortantes, le dijo que la había golpeado su marido por chismes que le contó su abuela doña Zenaida. Su comadre le dijo que tenía que hacer de tripas corazón, que fuera a poner su demanda al Ministerio Púbico, porque así como la ve, parece que se la va a caer el cuajo.

Se dio su manita de gato, la convenció y fueron ante las autoridades a demandar al chango pegalón. Le dijo Carolina que fueran a la Dirección de Seguridad Pública porque a pesar de que ahí hay puro nahual, son más efectivos que la policía municipal, ellos tienen como agente social a unos jueces que vienen de pueblo y son muy burros para dar el castigo que merece el responsable.

Se la aventaron a pata porque las taxis cobran la dejada como si fuera su coche viejo, limosina, cada rato se detenían a que tomara aire porque le decía María que estaba mareada, se sentía muy mal. Para y no hacérselas de tos, en la puerta de la entrada les taparon el paso unos policías que estaban de centinelas y les preguntaron adónde iban, y les contestó Carolina que al MP.

Uno de los uniformados le dijo que ya no se llamaba MP, que ahora se llamaba Atención Temprana, y en lugar de averiguación previa era carpeta de investigación. Los uniformados le ayudaron a María a subir los escalones, y como no podía el policía, se la quería cargar de burrito.

Al verla el agente social la mandó al servicio médico para saber las lesiones que tenía, y luego regresó con él para declarar. Le dijo que se llama María Ramos, de 20 años, tiene su domicilio en la calle Espinosa Arteaga de la colonia Céspedes, en Pachuca, que ella se casó por las tres leyes, hace dos años, con Juan Pérez, un panadero de mal genio, que con cualquier cosita explota.

Comentó que su señor trabaja como las mujeres malas, por la noches, y en el día se las ve negras, no quiere que le hagan ningún ruido para que lo dejen dormir. Se enchila cuando su hijo llora; el niño tiene un año de edad, está trompudo de tanta chiche que tiene en la boca, o el chupón todo el día. Le explicó que su marido es muy celoso, la viste como si viviera en el rancho, con unas naguas hasta abajo, que no se sabe si anda descalza o usa zapatos.

Comentó que el 15 de septiembre se juntaba con todas sus amigas de la escuela para ir a echar desmadre a la Plaza Juárez, a comer chalupas y luego hacían una reunión en la casa de ella y se la pasaban a toda madre. Hace dos años un amigo le presentó a Juan Pérez Hernández, que es mayor, 6 años que ella, que le decían “El Rey del Biscocho”. En un principio era muy detallista, y se la ganó, se enamoraron y en menos de dos meses hicieron planes para casarse.

Los que no estuvieron de acuerdo fueron sus padres de María, porque era muy joven y lo que ellos querían, como era su única hija, que estudiara la carrera de medicina, pero les dio un cortón diciéndoles que ella ya no quería estudiar, que la dejaran a que decidiera, que no se metieran en su vida.

Juan le contó que sus padres tuvieron un accidente automovilístico y se mataron los dos, quedando huerfanito desde los 3 años, y se hizo cargo de él su abuela, que es la dueña de la casa; ella es la que dirige la orquesta y también, de vez en cuando, le hace la vida de cuadritos, a todas partes que sale tiene que ir con la vieja, que siempre está jetona, parece que va oliendo caca.

Sus padres de María le dijeron que si se iba con el panadero, y si sabía contar, que no contara con ellos, y rompieron sus relaciones sociales y desde ese día que se casó no la pelaron, no fueron a la boda, por eso se siente esclava como los migrantes que tienen en friega loca y no les pagan, porque la abuela quiere que le deje la casa como el maestro limpio.

“El día 14 de este mes fueron a mi casa mis amigas de la secundaria, me dio mucho gusto verlas, Mayra, Lourdes, Anita, Jessica y otras, nos abrazamos, me dijeron que iban a invitarme para que este 15 de septiembre la pasáramos con una gran fiesta del recuerdo, entre amigas y amigos, íbamos a estar todo el grupo de tercer año de la escuela General Uno. Mi corazón latió a madres, que parecía que se me iba a salir, pero al recordar a mi viejo, que sabía que no me iba a dejar ir, les dije que iba hacer la lucha para convencer a mi marido, una de ellas me dijo que todas las mujeres tenemos el secreto de domar a un cavernario, les contesté que el mío es un desgraciado, jugándomela, les dije que allá nos veíamos, una de ellas me dijo que la reunión sería a las 8 de la noche en la calle 5 de Mayo de la colonia Santa Julia, que iba a ser en casa de su tío.

“Cuando llegó mi marido, le platiqué lo de la reunión, respingó parece que le picaron la cola, dijo que no, y se echó a dormir, toda la mañana estuve pensando cómo le haría, lo abrace, me puse cariñosa con él, pero como su trabajo es hacer teleras, no le gustaron las mías, le busqué hasta que le di al clavo. Le dije, sabes qué Juan, dame chance de ir con mis amigas, el niño se queda con mi comadre, como ella no tiene hijos, quedó encantada, me dijo que con mucho gusto, y qué te parece si me acompaña tu abuelita, sirve de que matamos dos pájaros de un tiro, yo me divierto con mis amigas y a lo mejor tu abuelita consigue a un ranchero que le dé para su tunas y le quite su maldito genio, que me dan ganas de comprarle una lámpara para que lo eche”.

El panadero se quedó pensando, le pareció bien la idea porque desde que se murió su abuelito, la señora no salía a la calle, mucho menos a fiestas, le dijo que le iba a preguntar y que si decía que sí, que contara con el permiso, “hice changuitos con los dedos. Poco después llegó y me dijo que sí, pero se va a llevar a su comadre para no sentirse sola. Le dije que las recibirían con gusto”.

El 15 de septiembre se pusieron de pipa y anteojo, y llegaron puntuales como un inglés. Hubo muchas presentaciones de amigos y amigas nuevas, Mayra le presentó a su abuelita de su viejo al abuelo de ella, que se llama Aurelio, que era fino para tratar a las viejas.

Otro viejito también se acopló con la comadre y no dejan de bailar. María se sentía una mujer libre con sus amistades, porque en su casa era la cenicienta. Las muchachas comenzaron a brindar con sidra, y luego entraron al ron, al brandy, y las horas se les pasaron sin sentir. María se sintió mareada y se metió al baño, como estaba un poco borrachita, se quedó dormida.

Ya no supo qué había pasado, sintió que se le durmieron las nalgas, y no se podía parar, con trabajos lo hizo. No se escuchaba música, el patio estaba solo, las recámaras cerradas, y solo se oían los ladridos de los perros. María, muy espantada, salió a la calle, todavía no cantaba el gallo, estaba desierta, corrió a la esquina y encontró a un velador callejero, que le preguntó a qué horas eran.

Le dijo que eran cuarto para las 6 de la mañana, ella corrió toda la calle de 5 de Mayo, que sale a la escuela Secundaria 2, no llevaba dinero, se lo había encargado a la abuela de Juan. Tronándose los dedos y con el Jesús en la boca, se la aventó a pata, tenía que llegar al palacio de gobierno y de ahí toda la avenida Madero.

No le importaba, corría como loca, hasta llegar a su casa, que eran las 7 de la mañana. Volvió a la realidad cuando vio a su marido que la estaba esperando en la puerta de su casa; sin decirle nada, se acercó y con un puño cerrado le dio un madrazo en el hocico, que María se fue hacia atrás y cayó en la calle parando las patas. La levantó de las greñas y a patadas la metió a su casa, gritándole que era una cualquiera, una güila, que expuso a su abuelita y a su comadrita a que las violaran.

Se quitó el cinturón y le dio con la hebilla en las patas, luego la cargó y la aventó contra la pared, que cayó de choya, y se dejó caer encima de su cadera, que le tronaron los huesos. Ya no le siguió pegando porque era tarde para irse a su trabajo, pues lo habían cambiado de turno, pero cuando regresara seguía la segunda dosis.

Las autoridades la mandaron al Hospital General donde le encontraron una fractura en la cadera y en el fémur. Le dijo el médico que por lo menos se tenía que quedar unos meses internada. María le dijo al representante social que su marido trató de matarla porque su abuela le dijo que se había ido con unos hombres a un hotel, con varios de sus amigos, y las amigas alcahuetas la taparon porque cuando preguntaba por ella, le dijeron que no la encontraban en la casa.

María vio a la calaca muy cerca, y le pidió a su comadre que le avisara a su padre y a su jefa lo que había pasado, que les entregara al niño porque a su casa no regresaba, jura y perjura que se metió al baño y ahí se quedó dormida. El MP mando a los agentes de la Coordinación de Investigación a que fueran a traer al panadero, acusado de lesiones y violencia familiar.

gatoseco98@yahoo.com.mx