LES CAYÓ “LA TIRA” A TRES DELINCUENTES
La policía andaba como loca buscando a unos desgraciados que se habían hecho ojo de hormiga, nadie les daba razón porque tenían miedo a las represalias. Les dijo un hombre valiente que fueron un grandote con cara de menso, un chaparro cuerpo de perro, y un flaco, que viajaban en un Ford Topaz, medio viejo.
Con esos datos implementaron operativos en todo Pachuca, principalmente en las entradas y salidas. Por fin la policía suspiró a gusto cuando agarró a un trio que era el más peligroso de la región. Se conocieron en el Cereso y al salir formaron una banda chirris para hacer sus desmadres, se trata de “El Gandaya”, “El Jarocho” y “El Güero”, los buscaban hasta por debajo de las piedras por el delito de asalto a cuentahabientes.
Por lo menos despelucharon a siete, cuatro fueron identificados a pesar del círculo negro que les ponen en la jeta cuando pasan sus fotografías. La última de sus víctimas se negó a presentar una denuncia penal. También eran finos para robar casas habitación; la policía andaba tras sus huesos, los tenían apuntados en su lista negra, y cuando menos lo pensaban les brincó la trucha, la policía les cayó como abonero en quincena, que ni tiempo les dio de esconderse.
Les hicieron una revisión corporal y les encontraron pistolas de diábolos, sin embargo quisieron vender muy caro su pellejo y se les aventaron a los uniformados a madrazos.
Pero no les dieron el kilo, en menos de lo que canta un gallo, de un macanazo en la cholla quedaron quietos. Después de reponerse les ofrecieron una lana, los policías lo tomaron como insulto y les tuvieron que doblar la dosis, y fueron llevados a rastras hasta la camioneta y de ahí al Ministerio Público por los delitos de ultrajes a la autoridad, asalto a transeúntes, robo a mano armada a cuentahabientes, cohecho, y robo a casa habitación.
Se informó por medio de la gendarmería que realizaban su recorrido sobre la carretera federal México-Pachuca a la altura de Santa Catarina. En ese lugar vieron que estaba un coche estacionado Ford Topaz, color blanco, con placas de circulación del Estado de México. Al verlos siguieron su marcha, los alcanzó “la Tira” y le dijeron al conductor que se detuviera.
Del vehículo bajó un tipo muy nalga, que dijo que se llamaba Víctor, de 42 años de edad, los uniformados bajaron a los otros dos que estaban adentro, que se les pusieron al brinco; a los tres los pusieron alineados por la derecha, ellos no querían porque pensaban que los iban a fusilar, les dijeron que no temieran (sólo judas temió), que los iban a revisar corporalmente. Víctor mejor conocido como “El Gandaya”, se les puso al brinco y les dijo que mejor fueran a trasegar a su madre.
Lo callaron de un macanazo en el hocico, y a patadas los pusieron como querían, con las manos en la patrulla, abiertos de patas. A uno de ellos le encontraron que tenía fajado en la cintura una pistola de juguete, parecida a un arma de fuego real, color negro de plástico.
Víctor estaba como merolico, no paraba de hablar, les dijo que él era funcionario de gobierno del estado, que el gobernador era su amigo y Salvador Elguero su cuñado, era mejor que los dejaran ir porque de lo contrario le iba habar al capitán Ahedo, para que los pusiera de patitas en la calle. El comandante le dio un macanazo en la cholla y le dijo que se callara, porque ellos eran amigos de Peña, y Chong era su cuñado.
A Carlos “G” de 37 años de edad, le encontraron en medio de los calzones una pistola revólver, modelo 8, color negro, calibre 22. Que disparaba balines. Les preguntaron que porqué andaban usando esas armas, les contestaron que son para su seguridad. No pudieron comprobar la portación legal, con el permiso para usar una pistola de juguete, se las decomisaron por mamones.
A Rodolfo “M” le encontraron una mascara de hockey color negra ajustable, que cierra con cinta adherible, la cual dijo que la usa para asustar a su suegra cuando se mete en lo que no le importa. Para ya no hacérselas de pez, se los llevaron ante el Ministerio Público y éste los mandó a las mazmorras.
UNA JOVEN MUJER QUEDÓ DESMADRADA
Una joven que le hace al talón en el bar “El sabor de la noche”, llamada Guadalupe Díaz Hernández de 27 años, salió con un cliente y se desmadraron. Lupita una mujer guapa que tiene poco tiempo poniéndole, no conoce las reglas del amor, dicen que está bien buena, uno de los clientes le ofreció una lana para que se fuera con él, lo acompañó a pesar de que su cliente estaba hasta la madre de pedo.
Se subieron en un coche color gris, se dirigían al hotel San Antonio El Desmonte, pero el cliente a penas se podía sostener en pie. Era de madrugada, y sobre la carretera a Ciudad Sahagún al dar vuelta en un retorno, perdió el control del coche y se fueron a estampar en la banqueta. Ella quiso dar el volantazo y al no poder, cerró los ojos y esperó el madrazo.
Se abrió la cabeza, quedó doblada, se torció el pescuezo y quedó toda adolorida.
El borracho estaba prensado en el coche, no se podía mover, le dijo que se fuera antes de que llegara la policía. La mujer caminando como viejita por el madrazo que se había dado, se paró en la carretera por varías horas hasta que pasó un taxista que la llevó a su trabajo, donde sus compañeras la llevaron al Hospital General.
Guadalupe no se acordaba del sabor de la noche, ahora tenía el sabor de la cruda. Una de sus compañeras que se dedica a lo mismo le dijo que ellas son como los pescados, que no pueden salir cuando andan en el agua, porque en un descuido se dan en la madre o les dan. Ella les dijo que perdió toda la noche y no cobró.
LE ECHÓ AL PERRO
Joel Zamora Hernández de 25 años de edad, de oficio bizcochero, llegó al Ministerio Público arrastrando una pata, la sangre le escurría y se le salía por la valenciana del pantalón, dejando un tenis colorado. Dijo al representante social que todas las mañanas va hacer sus ejercicios al parque, y tenía tiempo que llegaba una chamaca que llevaba a pasear a un perro, vestía una faldita que al agacharse se le veían las muelas,
Comentó que el día anterior llegó la muchacha y se puso a jugar con su perro, que le aventaba una pelota y el perro se la traía, se agachaba tanto que dejó de hacer sus ejercicios y se quedó sentado mirándola, su imagen se le quedó gravada, se le acercó y la saludó, pero la chamaca ni lo peló.
La alcanzó, le preguntó su nombre pero le contestó que qué le importaba, que por favor no la molestara. Joel se aventó, le dijo que le gustaba mucho, que él quería ser su amigo y si había chanse hasta novios serían. La joven hizo un gesto de disgusto, y se alejó jalando a su perro. Joel quería pegar su chicle a huevo, así que la siguió, la chamaca se paró y le dijo al perro “échatelo Nerón”.
El perro se le fue encima mordiéndole un brazo, que lo tiró al suelo, le dio una mordida en una nalga que por poco y le arranca el pedazo, la muchacha le gritó al perro y se fueron por la calle de Hidalgo, dijo que la detuvieran para que le pagara sus curaciones, que como es panadero, no va a poder trabajar, que es una chamaca como de 18 años, lleva un perro que no sabe, ni quiere saber de qué raza es, sólo que le hagan justicia.
MÁS LADRONES EN PACHUCA
La policía no se da abasto para agarrar a todos los ladrones que hay en diferentes puntos de la ciudad. Capturan a unos y llegan otros, hacen falta uniformados; pero vamos a ver qué cosa sucede con el apagón. Dos jóvenes ladronzuelos del cerro de cubitos fueron detenidos al medio día de ayer por los uniformados municipales, en el momento en que habían despojado a una mujer de su teléfono celular.
A los dos se los llevaron a la sala especializada para menores de la Secretaría de Seguridad Pública, por el delito de darle matanga dijo la changa con su celular. En el reporte de los gendarmes indica que al medio día, a uno de los uniformados que se encontraba haciendo su recorrido sobre la avenida Juárez esquina con Jaime Nuno, se le atravesó una mujer, que por un pelito se la lleva de corbata, se paró en medio de la carretera moviendo los brazos como si quisiera volar.
Le dijo que al caminar sobre la mencionada avenida a la altura del Hospital, dos jóvenes le taparon el paso y le quitaron el teléfono, que por un pelito le arrancan la oreja, dijo que hablaba con su chancludo. Fue tan rápido que de inmediato comenzó a gritar como loca.
Les explicó que unos trabajadores que la escucharon, salieron a ver qué pez, ella les señaló a los dos que iban corriendo y gritó “agárrenlos”, no faltaron héroes que los siguieron y los taclearon. Los ladrones se pararon y comenzaron a pelear, pero se juntó más gente y les echaron montón. Llegó el oficial con la patrulla, se bajó y a macanazos se los llevó. Dijeron que tenían 17 años de edad y viven en el cerro de Cubitos.
MADREÓ A SU HIJA
Gerardo Arias Serrano, con domicilio en Fernando Rivemar Rodríguez en San Javier, se le metió el diablo y estaba como loco, caminaba de un lado a otro, diciendo palabrotas de arriero. A su paso se le presentó su vieja, y le preguntó que qué le pasaba, se le fue encima jalándola de las greñas, con el puño cerrado le daba en la cara y le mentaba la madre.
La señora se quiso defender aventándole unos manotazos, pero le fue como en feria.
El señor la tiró, la arrastró de las greñas hasta la puerta de su casa, la levantó y le puso de cachetas, la volteó, le dio una patada en las nalgas y la echó a la calle diciéndole que nunca regresara.
La señora llorando fue a la iglesia y le dijo al sacerdote que a su viejo se le había metido el diablo, que si podía ir a hacerle un exorcismo, pero el padre al verla cómo iba de madreada, mejor le dijo que se esperara a que se calmara. Por otro lado, muy tranquila llegó la hija de Gerardo, venía del salón de belleza, pues en la noche se iba ir a una boda. Le dijo a su padre que por su culpa su mamá se había ido de la casa, que qué era lo que pasaba. El señor estaba como agua para pelar pollos, se le fue encima dándole la misma dosis que a su madre, la sacó a empujones de la casa.
Toda madreada salió al Ministerio Público quejándose en contra de su padre, que se había vuelto loco porque le había dado una madriza salvaje, le dejó la cara hinchada como teporocha, toda despeinada como “El harapos”; le dio un fuerte golpe en el brazo, que hasta se lo había luxado. El representante social la mandó al hospital, donde se quedó internada por los golpes que le había dado su padre.
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