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UN INFIERNO BONITO

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NADA MÁS ESTO NOS FALTABA

Al mediodía del martes pasado, llegó una bola de indios nahuales de Pueblo Nuevo del municipio de Ixmiquilpan, con dirigentes que se les veía, que venían con todo; quisieron entrar al Palacio de Gobierno sin saber que a los mismos trabajadores no los dejan pasar si no llevan una identificación. Los policías están alertas, por cualquier tipo de broncas, ya que tienen del lado de fuera a un grupo de la Antorcha Campesina, que llevan meses con unas lonas, pidiendo al gobierno que cumpla las promesas en diferentes colonias, pero los que llegaron son otros revoltosos.

 

Ellos venían con el fin de pedir una pavimentación en su pueblo, porque tienen las patas como polvorón de tanta tierra. Pero los mandaron a volar y enojados, comenzaron a hacer sus desmadres, gritaron como apaches, quebraron los vidrios. Llegó la policía en menos que canta un gallo, y con gases lacrimógenos y madrazos, los calmó y salieron volando.

Así se sabe que los indios venidos de tierras lejanas, jalados como borregos, si no me equivoco, son mandados por su patrón Cipriano Charrez. Los líderes pidieron una audiencia con los responsables de obras públicas, quienes les dijeron que aguantaran vara, ahorita tienen una broca, que les está sudando el coco. El Tuzobús, la Plaza Independencia, el Jardín del Charro, el Parque Hidalgo, y se los va a chupar la bruja; pero saliendo de ellas les iban a pavimentar sus casas y todo el pueblo, que se esperaran un poquito más, a que llegara el tiempo que le tocaría a su pueblo rascuache, dos años.

No estuvieron conformes con la fecha que les dieron los funcionarios estatales para iniciar la primera etapa de su carretera. Eso enojó a los líderes, que respingaron como si les hubieran picado la cola, y aventaron piedras a los vidrios del Palacio de Gobierno causando destrozos, y también le dieron en la madre a las oficinas de Subsecretaría de Gobierno. Después se salieron echando madres los comisionados nacos.

Los trabajadores estaban temerosos, asustados, algunos se refugiaron en el baño y otros miraban con miedo, terror angustia. La Plaza Juárez que se convirtió en un caos. Los uniformados de la estatal, dispersaron a los manifestantes con gas lacrimógeno, mandándolos a su pueblo, a que fueran a jugar como los gatos chiquitos, con la cola de su madre.

Los cabecillas animaban a su manada, que lanzaran piedras, sin medir las consecuencias, en contra del que se moviera. Eran aproximadamente 100 indios rebeldes, que quisieron bailar la pirinola en la casa del trompo, dirigidos por sus líderes, que les gritaban que atacaran sin miedo.

La gente que miró lo que pasaba, se quedó fría, pensaban que se había soltado la revolución, solo que no tenían caballo, sino a pata, ni tampoco carabina, solo piedras en las manos, que tiraban, y lanzaban mentadas de madre a nuestros queridos dirigentes de gobierno. Algunos corrían, tiraban la piedra y escondían la mano, lo mismo que tubos y palos, pero nadie sabía el motivo porque estaban misteriosos.

Nuestro reportero especial del Diario Plaza Juárez, se puso un casco de bacinica, una chamarra de bombero, un cubre bocas, y se metió entre las bolas de los manifestantes para llevarles a ustedes lo que realmente paso. Los desmadrozos buscaban el diálogo porque venían con la misión de que se les pavimentara un tramo de carretera en Pueblo Nuevo-Humedades, que estaba programa a iniciarse en mayo de este año, y no habían cumplido.

Muy molestos se quejaron, protestando frente al edificio del Ejecutivo Estatal, donde llegó un escuadrón de uniformados con equipo anti motín, a fin de custodiar las dos puertas principales. Poco después el subsecretario de gobierno, Alberto Escamilla, atendió a una comisión de 15 vecinos, en su oficina, para saber qué pez.

Ahí escuchó a los manifestantes, quienes estaban que se los llevaba la grosería por el incumplimiento del gobierno en la obra. Les dijo el funcionario, para resolver su bronca, que el próximo 28 de septiembre comenzaban, pues previamente, consultó con la Secretaría de Planeación, Desarrollo Regional y Metropolitano, y en ese tiempo se contaría con el recurso correspondiente.

Pero los comisionados estaban montados en su macho y no quitaban el dedo del renglón y dijeron que no lo aceptaban, que lo que pedían era a la voz de ya. Por más que les dijo que faltaba poco, que se esperaran, lo dejaron hablando como loco. Salieron como burros destrozando parte de la oficina, y avisaron al grupo que estaba atento a la sedición y ruido popular, lo que les ofrecían. Se les pararon pelos del espinazo y trataron de meterse a huevo.

Uno de los responsables del grupo, con su altavoz, les gritaba que se calmaran, que ya estaba la policía y les iban a romper la madre, pero no le hicieron caso, y se aventaron como “El Borras” lanzando piedras, tubos, contra los vidrios de la entrada, mientras en el acceso se mantenían hileras de gendarmes, con escudos, preparados para la defensa.

Como eran unos indios necios, el comandante dio orden que lanzaran gases lacrimógenos, lo que ocasionó una desbandada, comenzaron a correr, por todos lados, hombres, mujeres y niños, y lograron darle de madrazos y macanazos a los más necios. Viendo la de perder, se retiraron en varios camiones que llevaban, rumbo a Ixmiquilpan, mentándoles la madre a los policías y aventándoles sus cremas, pero en la salida de Pachuca, la Policía Estatal ya los esperaba; paró a los camiones, los hizo bajar, uno por uno, con las manos en la cholla. Los hombres quedaron detenidos, y a los niños y mujeres los regresaron a su municipio.

Según los informes oficiales, 41 hombres fueron encarcelados, que serán sujetos a un procesos penal, por ultrajes a la autoridad, daños en propiedad ajena; y su caso se les va a poner de la patada, a ver si aprenden que no deben ponerse con Sansón a las patadas.

 

SE LES ACABÓ SU MINITA DE ORO

Asaltaban a transeúntes. La policía los correteó y agarraron a cinco. Esto sucedió en la colonia San Antonio el Desmonte, en Pachuca. En el reporte de los cuicos, informaron que varios canijos viajaban en una camioneta pick up roja, y habían asaltado con violencia a ciudadanos que pasaban por la calle; a uno de ellos le dieron una puñalada trapera.

Los elementos, de distintas corporaciones, salieron hechos la raya, con el operativo de localización y búsqueda de los delincuentes. No se pusieron las pilas, sino se pusieron abusados, y encontraron la unidad que les dijeron, con cinco ocupantes a bordo. El conductor al verlos, le metió la pata a la camioneta, que el motor rugía como avión de propulsión a chorro. Se metieron al bulevar Felipe Ángeles sin ninguna precaución, con riesgo de que les dieran en la madre.

Se toparon de frente con las camionetas patrullas de la policía. Al chofer de la camioneta, Ford Ranger, se le pararon los pelos, pero reaccionó y se subió a la banqueta con el fin de escapárseles, y se siguió rumbo a Pachuca, metiéndose por la calle Nuevo Pachuca, hasta llegar al bulevar Nuevo Hidalgo.

Como iba a toda velocidad, brincó el camellón, se le ponchó una llanta pero así siguió sin parar. La policía le decía: “Oríllese a la orilla”, pero los tiró de a locos, y siguió su loca carrera. Se metió en sentido contrario, en la avenida de los Árboles de la colonia Tulipanes.

Se internaron por el fraccionamiento La Colonia y se metieron por un camino de terracería, subiéndose por la colonia La Loma. Desde adentro les aventaron de balazos a los uniformados, que si no se agachan, les pasa lo que al perico. Los gendarmes les contestaron con sus escopetas, y sólo se escuchaba el zumbido de las balas. El chofer de la camioneta se detuvo y salieron cinco delincuentes con las manos en alto; entre ellos iba una vieja greñuda, que por el miedo, le ganó en los calzones.

Pero cuando menos lo esperaban los policías, se les aventaron a madrazos y no dejaban de amenazarlos de muerte. Los uniformados tuvieron que hacer uso de su fuerza, y en menos que canta un gallo, los desmadraron a macanazos y se cobraron al 3 por uno, cada golpe que les dieron. Dijo uno de los comandantes que en estos casos, así se hace.

De las greñas, los subieron a las patrullas y los pusieron ante el MP. Dijeron llamarse: Eric Ramírez, Ramiro Hernández Fernández, Felipe Soriano, Miguel Ángel Méndez Hidalgo, Maribel Cruz López y un muchacho de 14 años, que no podemos decir cómo se llama.

Todos estos riñones, son vecinos de la colonia Villas de Pachuca y Parque Urbano, y se quedaron encerrados para investigación, porque se ve que tienen callo para robar. En los primeros interrogatorios, les explicaron que se dedican desde hace mucho tiempo, a asaltar a transeúntes. Dijeron que a sus víctimas las amenazaban con un cuchillo, les quitaban el dinero, teléfonos celulares, relojes joyas y lo que llevan de valor. Se aventaban de 15 a 20 robos diarios.
En el último atraco se pusieron de acuerdo, que se iban a llevar una camioneta, y les explicaron cómo trabajan. Se meten dos de los asaltantes a una tienda o negocio, y buscan a sus víctimas. Los demás se quedan a esperarlos y mediante una señal, siguen a su presa, que amenazan con un cuchillo, y despojan de sus objetos; y cuando termina la jornada se reparten lo robado, y así lo vinieron haciendo hasta la tarde del martes 29 de julio, cuando una de las víctimas no se dejo robar y se aventó un callo con ellos, teniendo que picarlo para que entregara sus valores.

Así fue como llamaron a la policía, dando santo y seña de los maleantes, que eran cuatro los que iban en una camioneta, acompañados por su mamá, y los apañaron como ya les dije.

También llevaban una pistola calibre 25, con 5 cartuchos útiles, un cuchillo de 28 centímetros, tres teléfonos celulares, dos bicicletas, una motoneta, producto de los robos del día; y así era como realizaban su tarea y de vez en cuando, se llevaban algunas baterías y medidores de agua.

 

LE ROBARON SU BICICLETA A UN OCTOGENARIO

Don Mario Benítez Pérez, de 83 años, con trabajos sacó su bicicleta para ir a darse una vuelta; al verlo, su viejita lo regañó y le dijo: “deja la bicicleta y vete caminado, el centro es un desmadre, hay muchos carros y los choferes de las combis, las manejan como locos, andan echando carreras para ganarse el pasaje, ya te lo advertí”,

Don Mayito, como le dicen de cariño en el barrio El Mosco, no le hizo caso, salió a la calle. Más le hubiera valido quedarse en su casa y no salir a dar una vuelta en su bicicleta. Pero él lo hacía para que no se le oxidaran las rodillas, porque al caminar le rechinaban y le salía polilla, Su vieja, enojada, le volvió a decir que no fuera porque lo podía matar un carro, pero Mario la mandó a volar, y se fue de bajada.

Le dio duro al pedal, en la calle Venustiano Carranza encontró a un amigo afuera de Las Cajas de la Compañía Real del Monte, y se pusieron a cotorrear unos 10 minutos, y se despidieron. Don Mario se subió en la bicicleta y al dar el pedalazo, sintió un empujón, que cayó al suelo, pegándose en la cabeza, que hasta chispitas vio. No se reponía del golpe, cuando el ladrón le jaló el reloj, le dio una patada en la cola, le quitó la bicicleta, se subió en ella y se fue.

Se levantó el viejito con muchos trabajos. La gente lo ayudó a que se sentara en el filo de la acera. Llamaron a la Cruz Roja, los socorristas dijeron que no se lo podían llevar porque sólo tenía un chipote en la cholla, y estaba raspado, y le dieron una pastilla para que se le quitara el dolor, y se fueron. Llegó una mujer policía, de tránsito, y le dijo que se subiera a la banqueta, no le fueran a apachurrar las patas.

Tomando aire y echándose saliva en los raspones, sobándose la pierna, le pidió ayuda a la policía. Llegaron y le preguntó uno de ellos que si se sentía mal, le dijo que sí, pero lo que más le importaba era su bicicleta y su reloj. Les dio las pocas señas del delincuente, dijo que era un güey como de 24 años, que no le vio la cara. Lo subieron a la camioneta patrulla y lo fueron a buscar, pero como siempre, se lo tragó la tierra.

A punto de chillar, le dijo al Ministerio Público, que estaba en su bicicleta, listo para arrancar, cuando le dieron un aventón, que cayó de costalazo; le quitaron el reloj y la bicicleta. Al llegar a su casa, su vieja lo puso como palo de perico; que eso le pasó por desobediente, que ya está viejo para hacerle al ciclista, si al caminar le rechinan los huesos, en la bicicleta se iba a desarmar, que ya no le contara nada porque, por baboso, ella le iba a dar en la madre. Mario le enseñó a su viejita la queja que puso ante el MP. La señora movió la cabeza y le mentó la madre.

gatoseco98@yahoo.com.mx.