UN INFIERNO BONITO

“EL CHIPOTES”

“El Chocolate” y yo, todos los días, que bajábamos a la mina, al nivel 370, comíamos y pasábamos por un lugar donde había una corriente de aire, un día sobre una carretilla estaba durmiendo nuestro encargado “El Bandolón”. Ya nos había caído gordo y decidimos que le íbamos a dar un escarmiento, le dije:

  • Mañana, voy a traer unos cohetes de los que truenan muy fuerte, los voy a componer para que los tres truenen al mismo tiempo, se los voy a echar debajo de la carretilla y nos echamos a correr. Ojalá y nadie nos vea, porque son muy rajones. 

Así lo hicimos; al día siguiente, caminábamos  de puntitas, pasamos cerca de donde estaba el bello durmiente, le acomodé los cohetes y les prendí la mecha, nos echamos a correr, a los pocos metros se escuchó una explosión fuerte, no pensé que fuera así, los compañeros que lo vieron dijeron que “El Bandolón” al tronar  los cohetes, subió un metro y se vino abajo cayendo la carretilla encima de él, causándole una herida en la cabeza.

Se levantó mirando para todos lados pensó que se le había caído la mina, al ver que los compañeros se reían, preguntó quiénes habían sido los graciosos que le jugaron la  broma. 

“El Bandolón” tenía a un muchacho, al que le decíamos “El Chipotes”, era el que lo cuidaba, su informante de todo lo que le hacían a su encargado.

Pero esta vez no le dio tiempo de avisarle cuando le pusimos los cohetes, porque estaba en la cuba (que es el baño donde hacen sus necesidades los mineros) pero  había investigado que el gracioso había sido “El Gato Seco”; me alcanzó “El Bandolón” y me dijo: 

  • ¡Estás frito, pinche flaco!, ¿por qué me pusiste los cohetes? Mira lo que me pasó me descalabré y me luxé un brazo.
  • Yo no fui, pero tú, como encargado, dale parte al sotaminero, para que avise a los superintendentes de la mina lo que te hicieron, les dices que estabas durmiendo cuando tronó el cohete.

“El Bandolón” se quedó callado y luego me dijo:

  • Te vas a trabajar al plan y me vale madre, pero voy a dar orden que vas a salir hasta que lo dejes limpio, allá vas a encontrar a otro gracioso “El Chilaquil”, que me dejó caer una piedra. ¡Dame tu tarjeta! 
  • Yo no te doy nada, prefiero regresarme a mi casa y no trabajar por hoy.
  • Pues eso de trabajar, va a ser todo el mes, como castigo, así que apúrale para que salgas temprano y se te quite lo maldoso. Me duerma o no me duerma.

Para no alegar más, le dije al ”Chocolate” nos veíamos a la salida:

  • A ver cómo le hago para limpiar el plan, porque está cabrón, muchos han preferido salirse de la mina y no estar en ese lugar. Luego te veo. Si no te van a embarrar a ti, lo que te pido es que me manden un bote de agua para tomar, pero que me lo lleve “El Chipotes”, tú te encargas de eso.

Llegué al plan y  encontré al “Chicas” era un hombre de estatura regular y fornido y estaba haciendo sus ejercicios,  porque le gustan  las luchas del Centro social deportivo Pachuca. Cuando llegué al plan  y le dije al calesero.

  • ¡Voy a bajar por las escaleras, te encargo mi agua!
  • ¡Orale carnal, allá abajo está “El Chicas”

Me preguntó por qué  me habían mandado como castigo. Platicamos y nos pusimos de acuerdo, buscando la manera de cómo darle en la madre al soplón que le dijo al “Bandolón” que yo lo había chingado. Barrenar un plan es lo más difícil que hay en la mina, se tenía que sacar la carga, eso cuesta mucho trabajo, porque por más que se le haga cuesta trabajo, ya era mediodía, cuando escuche una voz.

  • ¡Ahí les traigo su agua!

Sabía que “El Chipotes”, un joven de unos 25 años, era súper aficionado a las luchas, y el iba hacer mi chivo expiatorio, para vengarme lo que me hizo “El Bandolón” ya me había puesto de acuerdo cómo le íbamos hacer y mi compañero estaba de acuerdo. Volvió a gritar:

  • ¡De abajo, como no salen, les voy amarrar el bote!

Estábamos a unos 20 metros de profundidad, le grite:

  • ¡“Chipotes” baja a traerlo y te doy una naranja y mis tacos!
  • ¡No puedo porque tengo que irme a la superficie con mi jefe “El Bandolón”!
  • ¡Baja y te vas luego, te voy a presentar a un luchador que va a hacer su presentación hoy en la noche en la Arena afición!
  • ¿Cómo se llama?
  • ¡Ven a conocerlo tú, que presumes que conoces a todos!

Se bajó y le presenté al “Chicas” que hacía movimientos de las manos y brazos, como lo hacen los luchadores.

  • Mira, te presento a mi cuate, él lucha enmascarado, se llama “La sombra” hoy es su presentación en la noche. Le van a echar como contrario al “Perro González”.
  • ¿Usted va a luchar con él?
  • ¡Cállate! Habla más quedo, que me pueden descubrir!
  • Es que ese “Perro González” es un salvaje, me gustaría que lo conociera a usted y ver cómo le pone en toda la madre, pero no tengo dinero para mi entrada
  • Mira, yo siempre he ayudado a todos mis seguidores, hoy por la noche entraré por la puerta principal, cargando una petaca,  tú me vas alcanzar y me arrebatas mi petaca y luego pasamos juntos, voy a estar de acuerdo con el boletero.
  • ¿Puedo llevar a mi jefa?
  • No, mira, eso será después, lo importante es que tú entres al ring numerado, que están cobrando caro, y te sientes en la primera fila. No se te olvide lo que tienes que hacer, tú vas a estar entre la gente, cuando pase junto a ti, me arrebates mi petaca, yo te voy a dar un aventón simulando que no nos conocemos, pero vuelves a insistir hasta que lo logres. Ponte muy abusado, Yo te daría un autógrafo, pero no tengo pluma ni papel.
  • ¡No se preocupe “Sombra”, allá nos vemos, ya me voy,  porque me están esperando.

    El luchador le gritó:

  • ¡No se te vaya olvidar ir a verme!
  • ¡No! Esta lucha no me la pierdo.

Al día siguiente, en el patio de la mina, estaba “El Chipotes” con un ojo morado y chimuelo, todo golpeado.

Le preguntó uno de los jefes, de seguridad:

  • ¿Qué te pasó? ¿Por qué vienes todo golpeado?
  • Es que esos dos hijos de su pinche madre, me engañaron, me dijeron que uno de ellos era luchador y que me iba a meter de gratis a las luchas, quedamos que le iba a arrebatar la petaca para entrar, hice lo que me dijo. Se la quise quitar la primera vez y que me mandó de nalgas de un aventón, la segunda vez lo intenté y no la solté, fue cuando me dio un golpe en la boca que me tumbo los dientes, luego un madrazo en el ojo, me caí y me dio de patadas. El amigo del “Gato Seco” me dijo que era luchador y es pendejo, no es luchador.

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