“El Pachuco”
Era un sábado de Gloria, desde temprano los pinches escuincles y las vecinas de la vecindad, ya se andaban aventando cubetas de agua, todo el que salía de su casa quedaba como chilaquil, era la tradición de darles su baño.
Se escuchaban risas, las señoras y muchachas le entraban al relajo. José Pérez el padrote del barrio, se levantó, se puso muy galán, hasta perfume se echó, se miró en el espejo varias veces para ver si no tenía ni un pelo suelto o si la corbata estaba de lado; entró su vieja Pancha y le dijo:
- ¿A dónde vas, Conejo Blas?
- Me invitaron mis cuates a que fuera al barrio de Las Lajas, a una pachanga. La mujer de uno de ellos se llama Gloria.
- ¿Por qué no me llevas?
- Quedaron que fuéramos solos, sin cola.
- No te vayas a pasar de listo, viéndome la cara de pendeja, ya me conoces, aparte de que te doy en la madre, te capo, cabrón.
- ¡Ahorita vengo! Nada más desayuno, como y me retacho.
Juan Pérez, conocido en el barrio como “El padrote”, porque se creía muy guapo, siempre andaba de traje, aunque era el mismo, pero se daba su taco, hasta en el modo de caminar, en cada paso meneaba brazo y mano para arriba y para abajo.
Cuando iba a medio patio, le cayeron cubetas de agua, no le dejaron un pedacito seco. Alcanzó a decir “Huy”. Las vecinas se morían de risa. Enojado les dijo:
- ¡Aguántense, un día me las voy a mojar, para que se les quite!
La ropa se le pegaba al cuerpo y temblaba como perro, cuando lo vio doña Pancha ,se carcajeó, hasta se orinó.
- ¡Te lo dije, viejo, ibas muy pachuco y regresaste mojado!
- ¡Dame ropa para cambiarme!
- ¿Cuál? Si es la única que tienes, sólo que te pongas la ropa que te llevas a trabajar, pero está sucia, llévatela, si te mojan, sirve que se lava sola.
Juan se cambió de ropa y estuvo espiando a las viejas, para que no lo fueran a mojar cuando saliera, no vio a nadie en el patio, salió corriendo, pero en la puerta de la vecindad lo mojaron los muchachos. Enojado, le puso un coco a uno de ellos, que chilló. Salió su mamá y le reclamó:
- ¡Óigame pinche baboso! ¿Por qué le pega a mi hijo?
- ¡No está mirando que me mojó!
- Es la costumbre de darles su sábado de Gloria. Para ellos es un juego
- Pues que jueguen como los gatos chiquitos
- ¿Cómo juegan?
- Con la cola de su madre
Doña María le dio un empujón tan fuerte, que el pobre “Padrote” se fue de nalgas, como estaba mojado el piso y con tierra, quedó empanizado, la cabeza se le hizo lodo. Echando madres se fue a la cantina “La Veta de Santa Ana”, al verlo el cantinero, no dejaba de reír y le dijo:
- ¡Ahora si te madrearon! Tómate un tequila para que no te haga mal. Está fría la mañana.
- Lo que me encabrona es que me cebaron la pachanga que tenía, pinches escuincles, primero me mojaron las viejas y luego estos pendejos.
- Es la tradición, hace rato pasó una camioneta llena de granaderos y los mojaron, se bajaron con su pinche rifle en la mano pero no alcanzaron a ninguno.
Se acercó donde estaban sus compañeros, jugando dominó, pero lo corrieron.
- Órale güey, con tu temblorina mueves la mesa y tiras las fichas de dominó, que te sirvan una jarra de melón y te sales al solecito para que te seques. O vete a tu casa a cambiarte.
- ¡Ni madres, me mojan otra vez!
Le sirvieron su jarra, se la estaba tomando en el solecito, cuando pasaron otros muchachos y le aventaron cubetas de agua, que lo dejaron escurriendo.
- ¡Malditos chamacos, me estaba secando y otra vez me mojaron!
- Ya no salgas, encuérate y exprimes tu ropa y luego te la pones, nosotros te hacemos casita.
- ¡Ni madres, mejor me quedo mojado!
Pasó el tiempo y se escucharon a unos cuetes, les dijo “El Tejocote”:
- ¡Anotó gol el Pachuca!
- Son los judas que están quemando en la entrada de la calle de Galeana los peluqueros, vamos a ver qué nos ganamos, les ponen un chingo de cosas.
“El Padrote”, “El Burro y “El Chaparro” se bajaron, llegaron a donde había mucha gente, el Judas estaba colgado y tenía ropa, zapatos, cajas de galletas, sardinas, atunes, le prendían la mecha y tronaba muy fuerte, lo meneaban para que tirara las cosas y la gente se agachaba a levantarlas. Cuando terminaba de tronar, se aventaban a agarrar lo que tenía, todos estaban contentos porque habían ganado cosas, dijo “El Chaparro”.
- Mira, me gané unos zapatos, apenas para mi vieja, ya andaba haciendo tierra y una lata de sardinas.
Le contestó “El Burro”:
- Me gané una caja de galletas y un rebozo, todavía faltan que quemen un chingo de Judas, ¿Qué te ganaste “Padrote”?
- Nada. Los pantalones que me prestó el cantinero, como está panzón, me quedan grandes y como no tengo cinturón, se me caen.
- Te presto el mío, para que te avientes.
Quemaron otro de los judas, al ver Juan que tenía un vestido floreado, muy bonito, les dijo a sus amigos que se lo iba a ganar para su señora, porque antes de salir de su casa, le puso sus cachetadas y con eso la iba a contentar.
Estaba muy abusado meneando la cabeza para un lado y otro esperando que lo dejaran de mecer, le prendieron y comenzó a tronar, el pinche “Padrote” se le fue el avión y se aventó a agarrar al Judas, cuando todavía no tronaba, lo arrancó del lazo y se quedó arriba de él, cuando tronó se escucharon los gritos de dolor más fuerte que los cohetes. Quedó todo chamuscado, llegó la ambulancia y se lo llevaron al Hospital General. Como a las dos horas, lo regresaron a su casa, como momia, estaba todo vendado, solo se le veía los ojos y el hocico, al verlo, su vieja se espantó, en un principio no lo quería recibir
- Señora Juanita, aquí le traemos a su esposo.
- Ese no es mi esposo, es un fakir.
- No señora, fue a Los Judas y se quemó, quedó como chicharrón.
La señora les mostró a donde lo dejaran y se lo puso como lazo de cochino.
- Tú si ya ni la chingas, estás mirando que estamos jodidos y todavía le arriesgas a darte en la madre, ¿Qué vamos hacer? No tenemos dinero.
“El Pachuco” comenzó a chillar:
- Perdóname vieja, es que la verdad vi que el Judas tenía un vestido colgado, me lo quise ganar para ti, por estar imaginándote como se te vería, me apendejé y pensé que había tronado, me le aventé y me quemó. Las heridas no me duelen, siento más que cuando lo tenía en la mano, me lo arrebataron y no supe donde quedó.
- Ni hablar, si de por sí estás feo, vas a quedar como mentada de madre, ojalá y por lo menos no quedes como el Monstruo de la Laguna Negra.