“EL PELUQUERO”
Por: El Gato Seco
A la salida del barrio del Arbolito había una peluquería, en la esquina del callejón del Agua, un local chico, lleno de espejos, con un sillón viejo en el centro, había varias sillas alrededor, se notaba que ni las moscas entraban. Sentado como chango estaba don Julián, el peluquero, cabeceando con el hocico abierto, hasta la baba le escurría.
Por ahí pasó “El Cabezotas”, al verlo, agarró una piedra grande y le pegó con todas sus fuerzas a la puerta, como era de lámina sonó muy fuerte. El pobre peluquero al escuchar el madrazo, muy espantado se levantó rápido y se pegó en la cabeza con una de las cómodas, que lo volvió a sentar, miró para todos lados y vio a su amigo que se carcajeaba, enojado le dijo:
- Órale pinche “ Cabezotas” no espantes, ya me pegué en la cabeza. Se me hizo un chipote por tu culpa.
- Ya ni la chinga maestro, parece que está chipil, los ojos los tiene de bolsa de tanto dormir, parece camaleón de abrirlos y cerrarlos todo el día.
- ¿Qué? ¿Te vas a pelar?
- ¿Pero qué me va a pelar, si estoy pelón? Sólo que me sobe la cabeza.
- Te voy a sobar la cola, cabrón.
“El Cabezotas” jaló una silla, se sentó junto al peluquero, que no dejaba de sobarse la cabeza donde se había pegado.
- ¡Ya pinche maestro! Parece que está piojoso.
- ¡Es que me pegué re duro! Hasta parece que me descalabré.
- ¡Nada más se hizo un chichón!
- Es que me espantaste, estaba soñando que tenía una vieja bien buena, grandota, sentada en el sillón, le acariciaba su pelo y le soltaba los perros, me dijo que sí, cuando paró la trompa para besarme, escuché el madrazo que me hizo parar rápido, pensé que se me había caído el techo de mi changarro. ¡Mira cómo estoy temblando!
- No vaya a tomar agua, maestro, porque con el susto vaya a quedar panzón como su hermana, además fue un juego.
- Para la otra vas a jugar como los gatos chiquitos.
- ¿Cómo juegan?
- Con la cola de su madre.
- Lo que usted debería de hacer es buscar otra chambita, porque como peluquero va a valer puro chile.
- Me cae que sí, en eso tienes razón, con esta situación nadie se viene a pelar, los jóvenes parecen viejas, por lo greñudo y no saco para el pipirín, mi vieja comienza a rebuznar que subieron las tortillas, las verduras y quiere que le doble el gasto.
- Usted fue el pendejo por votar por el gobernador, además debe de poner lo suyo, aparte de carero les quiere leer la Biblia a los que se vienen a pelar. Debería tener revistas de viejas encueradas o periódicos del día, mire nada más, están amarillos y manchados de meados de ratón, son del año del caldo, aquí hay uno que anuncia las Olimpiadas del 68.
- No es por eso “Cabezotas”, en Pachuca hay mucho puñal, dijo en su informe el Presidente Municipal que los sacó del Jardín de Independencia, pero no es cierto. A las que sacó de ahí fue a las sexo servidoras. ¡Es pura lengua!
- Ya no le esté aventando piedras a los políticos, se lo van a empinar, le van a cerrar el changarro, mejor vamos a echarnos unas cheves bien frías, yo las invito.
- ¡Aléjate de mí, Satanás! ¡Estás mirando la peregrinación y no te hincas! Te estoy diciendo que no tengo dinero, no me ha caído ningún cliente.
- ¡Anímese, chinga! Parece que está estresado, camina como si le pesaran las patas, parece mujer recién parida, pero el hocico no le para de hablar. Puros chismes les cuenta, luego cuando pasa alguna chica deja de dar tijerazos y sale a la puerta a echarles un piropo, un día le van a dar en la madre o se le va a aparecer el diablo encuerado en un callejón sin salida si lo ve su vieja. Mejor no le busque ruido al chicharrón.
- La verdad en estos momentos no me animaría, aunque viera a tu carnala en cueros. Estoy en ayunas, como no di gasto, no me dieron de desayunar, las tripas me chillan, hasta parece que me comí un gato y si tomo, se me vaya a subir y si llega un cliente, le vaya a mochar una oreja.
- Cierre su peluquería, mañana será otro boleto, si quiere yo traigo un six de chelas y aquí nos lo chupamos.
“El Pelucas” iba a protestar, sin darle tiempo “El Cabezotas” fue al Tecaton por unas cervezas, y llegó con el chupe.
- Listo, don Julián, es el momento de picarnos, a lo mejor al rato nos vamos a ver a las chamacotas que suben en el tubo, en traje de rana, están re buenotas.
- Ni la burla perdonas, cabrón, apenas saco para frijoles y quieres que vayamos a chupar a un centro nocturno.
“El Cabezotas” arrimó una mesita, puso dos sillas y le dijo:
- Órale, a su salud.
Sólo unos cuantos tragos fueron suficientes para que el peluquero demostrara su euforia, gritando como Pedro Infante, “Ay, ay, me llaman mendigo y desgraciado, lo mendigo es porque no tengo dinero y lo desgraciado porque te agarre a la fuerza, amor de mis amores”.
Descolgó su guitarra y se puso a cantar. “El Cabezotas” contento estiraba el brazo, cerraba la mano, luego la encogía y gritaba:
- ¡Yes!
Conforme iban tomando, más contentos se ponían, “El Pelucas” estaba muy animado, se reía solo y decía a gritos:
- Voy a canta la Mancornadora. Me acuerdo que cuando sonaba esa canción, conocí a mi vieja. Voy a afinar mi lira.
- Ya rugió, don Julián.
- Escucha cómo suenan las cuerdas de la guitarra, parece que hablan.
El maestro peluquero movía con ganas las cuerdas de su guitarra, ante la mirada del “Cabezotas” que le decía:
- Me cae maistro, no es que le de su cebollazo, pero requintea mejor que los Panchos, es más, le quedan chicos.
- Ponme atención “Cabezotas”.
El peluquero le echaba muchas ganas a su guitarra, se escuchaba un poco mal porque le faltaba una cuerda, pero a ellos no les importaba, pasaron las horas, eran como las 9 de la noche, a su peluquería entró el jefe de la pandilla de “Los Calcetines” le llamaban “El Tarzán”, era uno de los vagos del barrio y le preguntó:
- ¿Tiene tiempo de pelarme? ¿O regreso mañana?
- De una vez, siéntate y dime cómo quieres el corte de tu pelo.
El peluquero, a pesar de que estaba bien zumbado, se levantó haciéndose el fuerte. Le puso la sábana para cubrirlo de los pelos que le iba a cortar.
– Écheme una recortadita de las puntas.
Al tenerlo muy cerca le llegó la patada de su aliento.
- ¡Pero creo que esta usted muy briago, mejor déjele asi, paso mañana temprano!
- ¡No, joven! No estoy tomado, lo que pasa es que de estar sentado se me durmieron las patas, pero las muevo y listo. Vea cómo bailo.
De nuevo se acercó y comenzó a meterle la tijera, en un parpadeo se le fueron y le cortó un mechón, dejándole una mordida, “El Tarzán” se bajó de la silla y le dijo al peluquero:
- ¡Pinche viejo pendejo! ya me dejó tusado, parece que me mordió un burro. Ahorita regreso.
Al ver que se iba a salir, se paró en la puerta extendiendo los brazos, atrás de él, “El Cabezotas” estaba en guardia listo para aventar el madrazo, eso puso muy valiente al peluquero, que le dijo:
- De aquí nadie sale hasta que le pague, son 30 pesos.
El vago le dio un aventón e hizo que cayera “El Cabezotas” y encima del maestro peluquero, con trabajos se pararon y se soban los dos el golpazo que se dieron.
- Poco después regresó “El Tarzán” con una pandilla, llamada los “Calcetines”, les dieron en la madre al “Pelucas” y al “Cabezotas”, destrozaron su peluquería y no le quedó otra, tuvo que cerrar por meses su peluquería y ya no la pudo abrir. Dejó de ser peluquero, su vieja ya no lo deja salir de su casa, lo tiene de mandilón, lo manda al mandado y le ayuda a hacer de comer, mientras ella guisa, el peluquero pela las papas.